Jesús, hoy en el Evangelio, nos transmites una de tus enseñanzas que son un tesoro. Todas lo son, pero especialmente esta. Una frase sencilla, directa, que nos llega al corazón.
“Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resume la Ley y los Profetas”
(Mt 7, 12).
Gracias por ser tan concreto, tan claro, tan conciso. El resumen de la Ley, toda la Ley de Moisés y los Profetas, los cuatro Mayores y los 12 Menores. Aquí se resume todo, en la caridad.
San Vicente de Paúl, en una ocasión escribía:
“Fijémonos en el Hijo de Dios: ¡qué corazón tan lleno de caridad, que llama de amor!.
Y con sus palabras, vamos a hacer hoy este rato de oración. Vamos a hacer propias las siguientes, no creo que se enoje desde el cielo si le pirateamos y les hacemos oración personal. Y conmigo, dile a nuestro Señor, siguiendo a este santo:
“Jesús mío, dinos un poco, por favor, ¿qué es lo que te ha hecho bajar del cielo para venir a sufrir la maldición de la tierra, tantas persecuciones y tormentos como has recibido? Oh Salvador, fuente de amor humillado, hasta ser uno de nosotros, hasta recibir un infame suplicio. ¿Quién ha amado al prójimo como tú mismo? ¿Quién?”.
Por eso, Señor, ayúdame a amar a los demás como Tú nos amas, como Tú me amas, o sea, hasta dar la vida con plenitud, con universalidad.
A mí me ha causado una gran impresión, la lectura de un número de Camino; corto, breve, en el que aprovechando que estamos en el mes de junio, podemos citarlo más. San Josemaría escribía:
“Más que en dar, la caridad está en comprender”
(Punto 463, Camino).
Es un concepto al que estamos poco habituados. La caridad parece más bien, en primer lugar o casi exclusivamente, dar cosas, dar limosnas, ayudar a otros, perdonar. Y todo eso hay que hacerlo, desde luego, pero también este: el de comprender, es un aspecto de la caridad que nos debe saber siempre a cosa nueva. Y sorprendernos de que podemos y debemos ganar en este aspecto tan fino, tan delicado de la caridad.
Repito el Evangelio: “Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto está el resumen de la Ley y de los Profetas”. Qué aspecto tan nuevo, que es sorprendente este nuevo punto para ver cómo vivimos la caridad ¡Hagamos examen!
NO HAY PELIGRO DE EXCEDERNOS
En la caridad nunca se puede decir: No, yo ya; No, para mí no es problema, como quizás en alguna persona pueda no ser problema del orden porque ya lo adquirió o la puntualidad. No podemos decir: No, yo no tengo problemas con nadie. Porque en la caridad siempre se debe crecer. De verdad, no tenemos peligro de excedernos.
Jesús, Tú nos has dado prueba de un amor sin medida, nos lo transmites a través de san Juan como: “Amase a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo”. Fíjate, así nos quiere, así te quiere, así me quiere, hasta el fin.
Por eso san Josemaría llega a decir:
“Servir a los demás, por Cristo, exige ser muy humanos”. Y explicaba: “Si nuestra vida es deshumana, Dios no edificará nada sobre ella. Porque así es Dios. Jesús, Tú
Por eso concluía san Josemaría: >Hemos de comprender a todos, hemos de convivir con todos, hemos de perdonar a todos”
(Es Cristo que pasa, 182).
LA COMPRENSIÓN, VIVIR AMABLEMENTE ABIERTOS A LOS DEMÁS
Es un modo, sobre todo interior, de reaccionar. La comprensión, esa parte de la caridad que nos lleva a vivir amablemente abiertos a los demás. Tú y yo, ¿vivimos así? Los miramos con una simpatía inicial. Simpatía que va creciendo y por la que aceptamos el claroscuro formado por las virtudes y por los defectos.
Es como en las pinturas, en las fotografías, hay tonos, hay luz, hay sombras. ¿Por qué tendríamos que ser distintas las personas? Y por la comprensión, acogemos a los demás en nosotros.
Jesús, de verdad, que los aceptemos con alegría en el círculo cada vez más amplio de nuestro amor y que hagamos de nuestro yo, un camino amplio por el que puedan transitar las diversas personalidades de todos tipos de los que podríamos rodearnos, de todas las clases de personas con las que podamos convivir.
SEÑOR, ¿CÓMO NOS VES?
Aleja de nosotros, y de verdad te lo pedimos y te lo pido con el corazón, la violencia, las molestias, las antipatías, los resquemores, los resentimientos. Comprender a alguien, a cualquiera, porque todos somos hijos de Dios, es mirarlo como lo ve Dios. Y Señor, ¿cómo nos ves Tú? Nos ves con cariño.
¿Y si no somos capaces de ir haciendo esto cada vez más? Pues estaremos yendo por otro camino, el equivocado. Lo que explica luego Jesucristo en el Evangelio de hoy, transitaríamos por el camino ancho, no entraríamos por la puerta estrecha, que es la puerta que conduce a la vida.
Y que no seamos, Señor, de los que transitamos por el camino ancho, espacioso; que encontremos esta puerta y la encontramos precisamente viviendo la caridad.
NOS QUIERES COMO SOMOS
Tratar a los demás como yo quiero que me traten a mí. Por eso, comprender a alguien, no es aguantar con resignación los defectos ajenos. Es algo que, normalmente no se expresa siempre en palabras. Porque comienza muy en el interior de cada quien, luego, pues, tendrá manifestaciones externas. Pero de entrada, es algo que tiene mucho que ver con la misericordia, con la compasión y eso nos hace parecernos a TI, Jesús. De Ti decimos que es eterna Tu misericordia, un amor grande, un cariño infinito. Nos comprendes como somos, y así nos quieres, como somos. Y nos sigues amando infinitamente, aunque te demos la espalda y seamos un desastre.
Jesús, que sepa comprender a los demás. María, Madre mía, Madre de gracia y Madre de misericordia, Tú que tienes un corazón grandísimo porque eres Madre, haz que sepa comprender a los demás, como yo quiero ser comprendido.
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