AMOR A LOS ENEMIGOS
Dice san Pablo a los Colosenses en el capítulo tercero:
“Como elegidos de Dios, sus santos y amados revístanse de sentimientos de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura, la paciencia”,
Y continúa san Pablo;
“Sopórtense los unos a los otros y perdónense mutuamente siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro. El Señor nos ha perdonado, hagan ustedes lo mismo”.
«Sobre todo revístanse del amor que es el vínculo de la perfección. Que la paz de Cristo reine en sus corazones, esa paz a la que han sido llamados”
(Col 3,12-17).
Uno podría decir: “Oye san Pablo, pero vos no le conoces a mi hermano que es terrible, a mi esposa o a mi esposo. San Pablo a vos no te tocó vivir con los que me toca vivir a mi».
CONVIVIR CON LOS DEMÁS
Y es que efectivamente esto de soportar a la gente no es tan fácil, especialmente cuando convives con otras personas.
Porque cuando los ves, con los que trabajas, convives con ellos solo unas horas al día; pero con los que tienes que compartir las tareas del hogar, por ejemplo, o los criterios o decisiones.
Claro, ahí se va complicando la cosa, porque es distinto pedirle a alguien que te pase café, a decidir qué café vas a comprar en el supermercado.
Es distinto pedirle a alguien que te pase una parte de un trabajo, a decidir con alguien, cómo va a ser el futuro de tus hijos o en qué colegio les vas a meter, o cómo van a ser tus nietos y qué cosas deberían enseñarles para que sean unos buenos ciudadanos.
Porque a veces te puede parecer que les están educando mal. Podríamos ir viendo una serie de cosas que hacen difícil la convivencia.
MEJORAR LAS RELACIONES, PONER DE NUESTRA PARTE
En este rato de oración que estamos hablando con el Señor, yo te invito a pensar cómo vivimos estas relaciones familiares, sí podemos ser todavía un poco más delicados con los demás, qué es lo que buscas en las relaciones.
Porque a veces uno lo que busca es la justicia, al menos es lo que parece, porque uno dice «es que esto no es justo».
No es justo que yo me quede aquí todo el día y que tú llegues por la noche y no me ayudes. No es justo que tú estés en la casa todo día y yo llegó cansado y tú, me pides más cosas…
Los hijos dicen no es justo que mamá haga esto, o no es justo que yo me pasé estudiando…
LA JUSTICIA DE CRISTO
Todo el mundo busca una justicia que es de lo más rara, porque no tiene nada que ver con la justicia de Cristo, porque el Señor lo que nos pide es que practiquemos la benevolencia.
BENEVOLENCIA
Benevolencia: querer bien, querer el bien de los demás, la humildad, la dulzura, la paciencia.
Que difícil, a veces nos puede resultar, especialmente cuando nos volvemos egoístas, porque cuando hablamos de: ¡Esto no es justo!
En realidad por debajo de ese no es justo, está el egoísmo, que va tomando cada vez más cuerpo y se va haciendo cada vez más fuerte; nos hace decir cosas que a veces hieren y nos hace tomar actitudes que a veces nos apartan de los demás.
NO AL EGOÍSMO
Cuando entras a un hogar en donde se nota cierta tensión porque la gente no se lleva bien, porque están viviendo su propia justicia, porque ven que los demás no son justos.
Entonces aplican sus propios medios de castigo dejando de hablar o dejando de hacer las cosas que esperarían que hagan o no cumpliendo con las cosas mínimas.
Claro ese hogar deja de ser un hogar de Cristo y se convierte en una casa donde se hace cualquier cosa, menos el cristianismo.
El Señor nos lo dice luego en el Evangelio,
“Tenemos que bendecir a los que nos maldicen, rogad por los que nos difaman, y al que te pegue una mejilla preséntale también la otra; al que te quite el manto no le niegues la túnica. Dale todo, al que te pida y al que tome lo tuyo, no se lo reclames, sean misericordiosos como el Padre de ustedes es misericordioso”
(Lc 6, 27-36).
Y el Señor explica en el Evangelio en qué consiste este Mandamiento Nuevo:
“Han oído que se diga: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo en cambio les digo amen a sus enemigos y recen por los que les persiguen”
(Mt 5,43-44).
La verdad es que no hay enemigos normalmente en las casas en donde vivimos, pero si hay simpatías y antipatías, se siente como atracción más por unas personas.
Mientras que por otras se daría un rodeo para no encontrarte con ellas y así sin darse cuenta se convierte en motivo cómo de persecución.
SANTA TERESITA DE JESÚS
Esta idea, la decía santa Teresita de Jesús de sus hermanas monjas, y ella que luchaba por la santidad, tenía esta misma sensación de que, algunas le caían simpáticas y otras no.
Y no te tienes que sorprender cuando en el trato en tu casa, con tu madre, con tu hermana, con tu hermano, con tu mismo esposo a veces nos da también esa sensación de antipatía, ¡Qué pesado! ¡Qué injusto! (…)
LLÉNAME EL CORAZÓN DE HUMILDAD
«Señor, hoy que estamos haciendo este rato de oración, te pedimos que nos llenes el corazón de benevolencia, de humildad, de saber bajar la cabeza, de meternos en guerras con los demás».
«Señor, quiero perdonar de corazón, no llevar a una agenda concreta con todas las afrentas que me han hecho, no para nada quiero pasarlo por alto».
HACER LA VIDA AGRADABLE A LOS DEMÁS
Pasar por elevación, eso quiere decir que no nos hacemos cargo del problema, sino que nos da igual, lo pasamos por alto, no es tan grave, un detalle si molesto, chocante, extraño pero si lo pasas por encima, la vida se hace mucho más agradable.
Pero lo que es terrible, es vivir con gente qué está pasando tragedias a cada rato.
¡Ay qué terrible en mi vida! Es terrible si usted lo ve todo tan negro que es difícil que la gente que está alrededor no ponga cara de que quiere salir corriendo.
PONER A DIOS EN PRIMER LUGAR
«Señor Jesús, Tú que nos escuchas cambianos el corazón a todos para ser gente alegre, gente que no se ofende por tonterias, gente que no busca esta justicia de que le paren bola, de que no está con su egoísmo por delante, sino que aguarda las cosas y permite que Dios haga maravillas en él».
Porque eso es lo que sucede cuando nos olvidamos de nosotros mismos y ponemos a Dios en primer lugar.
DIOS HACE MARAVILLAS
Dios hace maravillas, porque Dios hace que la gente que está a nuestro alrededor la pasé bien, la goce, damos esa paz y esa tranquilidad, por supuesto.
Decía también santa Teresita, refiriéndose a este mismo pasaje del Señor, que cuando te pidan el manto no le niegues también la túnica. Ella decía:
“Sí es difícil dar a todo el que nos pide, lo es todavía mucho más, dejar que nos cojas lo que nos pertenece, sin reclamarlo, digo Madre, que es difícil, pero debería más bien, decir que parece difícil, pues el yugo del Señor es suave y ligero”
(Mt 11,30).
“Cuando lo aceptamos,
Dice Santa Teresita,
Sentimos enseguida su suavidad y exclamamos con el salmista: corrí por el camino de tus mandatos cuando me ensanchaste el corazón (Ps 118,32).
Sólo la caridad puede ensanchar mi corazón y éste está dulce llama lo consume, Jesús corro alegre por el camino de tu mandato nuevo”
(Jn 13,34).
Santa Teresita lo experimentó, se le ensanchó el corazón. El egoísmo lo que hace es hacerlo pequeño, que no aguanta nada. Jesús nos ensancha el corazón, nos hace capaces de pasar por alto esos detalles que nos cuestan más.
Nos permite entregar lo que tenemos y hasta lo que nos pertenece y es justo, todo lo entregamos al Señor y el Señor nos ensancha el corazón.
SEÑOR, ENSANCHANOS EL CORAZÓN
Esa caridad es la que ensancha el corazón y que nos permite amar a todos.
«Jesús te pedimos, de este amor, de esta caridad, cámbianos el corazón, para que no nos fijemos en las cosas pequeñitas que hacen la vida desagradable a los demás, sino que estemos dispuestos a dar el manto y la túnica, lo que haga falta Señor para que los que están a nuestro alrededor la pasen bien».
Que no nos quedemos con sensación de que nos ven la cara, de que somos los tontos o de que es injusto, porque estaremos haciendo las cosas bien, porque estaremos ganándonos el Cielo.
IMITEMOS EL CORAZÓN DE NUESTRA MADRE DEL CIELO
Yo me imagino que la Virgen María se comportaría así siempre, dejaría que le vean la cara, haría las cosas para que los que están a su alrededor la pasen bien.
Claro cuando estás al lado de alguien que se comporta así, por naturaleza, empezamos a querer más a esa persona.
Cómo querrían a la Virgen sus amigas, las personas que le conocían, porque veían esa generosidad, veían ese darse los demás, ese corazón ensanchando, esa caridad propia de Dios.
A la Virgen María acudimos para pedirle que nos consiga esta misma virtud.
De repente encontramos esas palabras, muy oportunas para el diario vivir, es así tal cual, sin embargo hay esa luz de ánimo y esperanza que nos permite reaccionar y corregir.
Gracias!!!
De repente encontramos esas palabras, muy oportunas para el diario vivir, es así tal cual, sin embargo hay esa luz de ánimo y esperanza que nos permite reaccionar y corregir.
Gracias!!!