Hoy, en la Iglesia, celebramos a san Andrés apóstol. La fiesta de san Andrés, el hermano de Simón Pedro, a quien el Señor eligió como la cabeza de la Iglesia; ese fundamento.
Hay una serie que, justamente, habla sobre los apóstoles. Se llama “The Chosen”, “Los elegidos”, que ha tenido mucho éxito. Ya ha salido la segunda temporada y ahora están preparando la tercera.
En esta serie, cuentan justamente el episodio que leemos hoy en el Evangelio de san Mateo que es el llamado que hace el Señor de Pedro, Andrés y también de Juan y Santiago, los hijos de Zebedeo.
Como se trata de una serie, hay que ponerle mucho contenido, mucho contexto. También depende de la visión del director y de los creadores.
SIMÓN PEDRO
Nos cuentan las peripecias que había tenido que pasar Pedro que, por lo visto, estaba endeudado, debía al fisco y tenía esa preocupación.
Por otro lado, Andrés -su hermano- estaba también preocupado por el mismo Pedro, por esa situación en la que estaba y que ya había conocido a nuestro Señor.
Entonces Andrés, constantemente, le habla a Pedro de este “Jesús de Nazaret” y es así que, en este episodio de la primera temporada, llega el encuentro en el cual Pedro ha tenido una noche terrible, porque no ha pescado nada.
Según la serie, él esperaba tener una buena pesca para poder así sacar algo de dinero y pagar sus deudas.
SAN MATEO
Entonces, en ese momento, ya de mañana cuando deja las barcas en la orilla del lago, ve que hay una muchedumbre y hay un Hombre -que es Jesús, nuestro Señor-. Entonces se da, entonces, este episodio que nos cuenta san Mateo:
“En aquel tiempo, paseando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos”
(Mt 4, 18).
Entonces están allí Simón Pedro y Andrés, que están justamente terminando ese trabajo. El Señor los llama, les dice que vayan otra vez a pescar y Pedro (en este episodio de The Chosen) le dice: ¡no!
Incluso, como que no trata bien al Señor, como que no lo toma en serio y, entonces, Jesús le insiste otra vez. Pedro, tal vez como rendido, cansado, le dice ok, bajo Tu Palabra lo voy a hacer, pero vas a ver que no pescaré nada.
En efecto, sucede que tiran las redes y pescan una gran cantidad de peces que Pedro se queda sorprendido y se da cuenta de que es un milagro, porque ha estado toda la noche trabajando sin éxito. Todo esto, en buena medida, gracias a Andrés -su hermano.
EL APOSTOLADO
“Y nos damos cuenta, Señor, la importancia que tiene el apostolado”; es decir, cómo personas comunes y corrientes como tú, que estás haciendo este rato de oración, podemos hacer tanto bien.
Porque, en buena medida, es Andrés el que conduce a su hermano Pedro a Jesús y la vida de Pedro cambió gracias a que Andrés, un día, conoció a Jesús.
San Juan nos lo cuenta: Andrés, por lo visto, ya era discípulo de Juan el Bautista y, entonces, Juan el Bautista, les muestra a Juan -hijo de Zebedeo- y a Andrés, quién es el cordero de Dios.
A partir de ese momento, Andrés y Juan siguen a Jesús y se hacen amigos; un encuentro inesperado con el Señor.
PIDAMOS A SAN ANDRÉS
En este día, podemos aprovechar para pedirle a san Andrés, apóstol, que nos ayude en este tiempo de Adviento, en este tiempo de preparación para la Navidad, a mirar siempre a Jesús.
Que queramos ser como Él, que siempre tengamos la vida del Señor como referencia. Porque es una constante la de Andrés, cómo le insiste a su hermano que busque a Jesús de Nazaret, que se lo va a presentar, que es muy grande, que es muy importante.
Justamente, en este tiempo de Adviento que hemos iniciado el domingo pasado, es un tiempo de preparación para celebrar el Nacimiento de Jesucristo. Un hecho extraordinario. Un hecho que demuestra el amor que Dios tiene por cada uno de nosotros.
La tradición cuenta que san Andrés murió mártir (como casi todos los apóstoles, porque san Juan -por lo visto- no murió martirizado. Lo hubiesen tratado de matar, pero no, murió al final ancianito).
San Andrés, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en muchas regiones y, finalmente, fue crucificado. La tradición cuenta de unas palabras que habría recitado san Andrés (no sabemos esto con exactitud, se le atribuyen a él).
ORACIÓN ANTE LA CRUZ
Nos pueden servir a ti y a mí para nuestro rato de oración y es que, cuando san Andrés se dirigía al lugar del suplicio para ser crucificado, pronunció estas palabras:
“Oh Cruz buena,
que fuiste embellecida por los miembros del Señor,
tantas veces deseada,
solícitamente querida, buscada sin descanso
y con ardiente deseo preparada.
Recíbeme de entre los hombres
y llévame junto a mi Maestro,
para que por ti me reciba
Aquel que me redimió, por ti, muriendo.
Amén”
(Oración de san Andrés ante la cruz).
Es una actitud muy distinta la de san Andrés, a la que cualquier otra persona puede tener respecto a la muerte; a la cruz. Las contrariedades, las dificultades…
San Andrés abraza la cruz, porque se da cuenta de que a través de ella (por eso dice: “Aquel que me redimió por ti muriendo, a través de ti”) hemos sido salvados por la muerte de Cristo en ese madero.
BESAR EL CRUCIFIJO
¡Qué bonita esta costumbre! O que puedas adquirir esta costumbre que han tenido muchos santos, de mirar el Crucifijo, de besar el Crucifijo, porque allí hemos sido salvados.
Y, además, hoy en esta fiesta, le pedimos a san Andrés que nos enseñe a vivir con espíritu cristiano esas contrariedades -lo cual no quita que nos pueda costar aceptarlas.
Es la reacción principal ante la muerte de un ser querido, de un amigo, ante una enfermedad, ante una quiebra económica en la familia, un revés económico… o algo que no salió como lo habíamos planeado.
A lo mejor habías hecho un gran plan de viaje o un proyecto y, de pronto, todo se viene abajo y es lógico que nos sintamos tristes. Pero, entonces, acordémonos de esas palabras de san Andrés:
“Oh Cruz buena que fuiste embellecida por los miembros del Señor, tantas veces deseada, solícitamente querida…”
ABRAZAR LA CRUZ
“Te pedimos Señor que nos enseñes, así también como Tú lo hiciste: abrazar a esa Cruz. A que, al contemplar esas escenas de la Pasión, nos llenemos de deseos de santidad; nos llenemos de deseos de vivir una vida santa, en la cual encontramos esas contrariedades, pero que con la ayuda de Dios podemos superar.
Que en Ti Señor encontraremos esa paz, esa tranquilidad, en esos ratos de oración -como ahora- para ver las cosas con los ojos de la fe”. Que no significa que los problemas van a desaparecer de la noche a la mañana.
San Andrés fue crucificado, no es que de pronto por aceptar la Cruz no lo martirizaron; ¡no! murió. Pero qué distinta es esa actitud.
Te lo pedimos Señor: “Ayúdanos a aceptar esa Cruz y, sobre todo, esa cruz que es negarse a uno mismo; negar ese egoísmo, esa flojera, esas faltas de caridad, esa sensualidad que encontramos en el ambiente y que, a veces, se nos impregna.
Que nos neguemos a vivir como animales, que queramos vivir como hijos de Dios. Es lo que entendió san Andrés y, finalmente, vivió como hijo de Dios, como un apóstol.
Vamos a pedírselo también por intercesión de María santísima, que siempre estuvo al lado de Jesús. En este tiempo de Adviento esperaba a Jesús, a su Hijo, pero luego la vemos en la Cruz.
Ella sabe lo que es el sufrimiento, sabe lo que es la alegría de tener a Cristo.
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