El Evangelio que nos propone la Liturgia del día de hoy está tomado del capítulo 9 de san Lucas. En realidad es muy breve y dice:
“Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía”
(Lc 9, 43b-45).
Y es lógico porque había hecho muchos milagros, había curado a personas, había hablado en parábolas, había hablado con autoridad, estaba como atrayendo la atención.
De hecho dice poco antes del Evangelio, que al mismo Herodes le había llamado la atención de todas las cosas que Jesús estaba haciendo y sus mismos discípulos habrán estado sorprendidos.
SE ADMIRABAN
El verbo es claro: “se admiraban”. Sin embargo,
“Jesús dijo a sus discípulos: – Escuchen bien esto qué les digo, el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres”,
ellos no entendían estas palabras, sus sentidos les estaban velados, de manera, que no podían comprenderlas y tenian que interrogar a Jesús acerca de esto.
HIIJO DEL HOMBRE
Estaba claro, el Hijo del Hombre, o sea Él, porque Él nunca se llama de otra forma, siempre se llama así mismo como el Hijo del Hombre.
Esto es una referencia al libro de Daniel, donde Daniel el profeta ve a un Hijo del Hombre, que es el que tomará y se sentará en el trono.
Jesucristo nunca se llamaba a Él de otra forma. Nunca dijo que Él era el Cristo propiamente dicho. Nunca hablaba de sí mismo como el Mesías.
El nombre que escogió para sí, era éste: el Hijo del Hombre. Y para los judíos estaba claro de quién estaba hablando: de la persona que se sentaría en el trono para juzgar a las naciones. Sin embargo, no entendían.
Se admiraban, pero no entendían porque tenía que ser entregado en las manos de los hombres, ¿no decían las profecías que tenía que sentarse a juzgar a los pueblos?, y sin embargo, temían preguntárselo.
ENTREGADO EN MANOS DE LOS HOMBRES
Yo creo que es interesante pensar. Y «Señor, aprovechamos este rato de oración porque sabemos que en nuestra vida también tenemos que ser entregados en manos de los hombres».
Por así decir, tendremos que pasar por dificultades, tenemos que pasar por cosas duras que a veces no las esperamos.
PRUEBAS Y CONTRADICCIONES
Con cosas que a veces no estaban previstas, y claro que nos cuesta más.
Cuando uno está en el colegio, a veces cuando se acercan los exámenes, uno sufre porque no sabe qué tal le va a ir. No sabe si las preguntas van estar difíciles o no, o cómo va a ser el profesor o la profesora, y si nos van a exigir, o si vamos a ser capaces de superar esas pruebas.
La verdad es que es interesantísimo que pensemos que nuestras vidas van a encontrarse siempre con momentos difíciles de este estilo, de estilos mucho más complicados, que se llaman las contradicciones.
Y si Jesús tenía claro que en su vida iban a haber contradicciones, en la nuestra también.
Tenemos que tener claro que vamos a pasar por momentos difíciles, pero vamos a estar al lado de Jesús.
SANTA TERESA DE ÁVILA
Escribió santa Teresa de Ávila:
“Cuando Vos, Señor, queréis dar ánimo, qué poco hacen todas las contradicciones”.
Porque cuando santa Teresa de Ávila se tropezaba con las resistencias para fundar monasterios – en este caso, ese monasterio que se llamaba San José, en Medina del Campo-, cuando la reformadora del Carmelo tenía que ir, como la mayor parte de santos, contra las personas que se oponían a sus fundaciones o a las cosas que Dios les pedía con insidias y murmuraciones, sabía que al lado tenía a Jesús.
QUE POCO HACEN LAS CONTRADICCIONES AL LADO TUYO JESÚS
«Por eso, cuando Tú Señor, nos das ánimo, que poco hacen todas las contradicciones».
Y a lo largo de los siglos, muchos son los santos que han vivido esto. San Ignacio de Loyola, san José de Calasanz, san Francisco de Sales, san Juan Bosco, san Antonio María Claret, san Josemaría Escrivá de Balaguer; todos han pasado por contradicciones, pero
¡TODOS HAN TENIDO A JESÚS DE SU LADO!
«¡Señor quédate a nuestro lado!, cuando veamos esas contradicciones, cuando veamos las cosas más difíciles».
EL SEÑOR ESTÁ COCINANDO ALGO
Hay que pensar que el Señor está como cocinando algo.
Hay una anécdota que leí hace poco, que me pareció bastante buena.
Dice que un grupo de agricultores y lecheros le habían pedido a un campesino, ya un poco entrado en años y vestido con un overol, que hiciera la oración para el desayuno de la mañana.
EMPANADAS FRESCAS
Y empezó el campesino diciendo:
“Señor odio el suero de leche”… Un sacerdote que estaba visitando, abrió un ojo para mirar al campesino y pregunta: ¿A dónde iba con eso? El campesino proclamó en voz alta: “Señor odio la manteca de cerdo”.
El sacerdote estaba cada vez más preocupado y sin perder el ritmo, el campesino continuó: ”Y Señor, sabes que aborrezco la harina blanca cruda”. El sacerdote una vez más abrió los ojos y miró alrededor de la habitación y vio que no era el único que se sentía incómodo.
Y entonces, el campesino agregó: “Pero Señor, cuando mezclas todos juntos y lo horneas, ¡Me encantan las empanadas frescas!
Entonces Señor, cuando surgen cosas que no nos gustan, cuando la vida se pone difícil, cuando no entendemos lo que nos estás diciendo, ayúdanos a relajarnos y esperar hasta que hayas terminado de mezclarlo todo, probablemente será incluso mejor, que las empanadas, Amén”.
EL SEÑOR NOS PREPARA ALGO GRANDE Y BELLO
Y dentro de esta oración, hay una gran sabiduría para todos. Porque cuando se trata de situaciones complicadas, de las contradicciones como las que nos tocan enfrentar a todos, más en el mundo de hoy con pandemia, con reducciones de sueldo, con alejamiento social, con cantidad de detalles que no nos gustaría que estén…Pues ahí tenemos que mantenernos fuertes.
Porque Nuestro Señor, está mezclando varias cosas que realmente no nos gustan, pero algo grande y bello está por venir, cuando Él termine de mezclar todo esto.
JESÚS ESTÁ A NUESTRO LADO
¡Animó! A todos nos irá bien, si es que ponemos a Jesucristo al lado nuestro.
Tenemos que tener esa convicción, de que el Señor, en las contradicciones, está más cerca de nosotros.
Cuando Cristo nos pide que obremos el bien y que lo hagamos delante del Padre que ve en lo secreto, nos invita a buscar la verdadera felicidad. Esa felicidad que el mundo no nos puede dar.
En ese ámbito de lo secreto o de lo oculto, se refiere a esa conciencia que toma la decisión de sonreír, pese a que la está pasando un poco mal.
A no quejarse, a no verse como víctima. Qué duro es sentirse víctima: que los demás no se dan cuenta de cómo sufro o de qué injusta es la vida por éste y este otro detalle. O mi hijo que no reacciona, o mi padre que ha actuado así, o mi esposa, no sé… siempre buscamos algo que nos hace que la pasemos mal.
OFRECER LO QUE NOS CUESTA
Y podemos tener como esa reacción. Pero cuando en conciencia, nos damos cuenta que a través de esas cosas que no nos gustan, Dios nos habla y está preparando algo mejor para nosotros, unas empanadas buenísimas.
Entonces claro, pasamos por encima de las dificultades.
No nos sentimos víctimas, pasamos de esa felicidad interna, no la felicidad del mundo, sino que en conciencia, nos damos cuenta que no nos tenemos que hacer bolas y lo que tenemos que hacer es más bien, ofrecerlo a Dios.
PAZ
“La paz a ustedes” dijo Cristo resucitado a sus discípulos. Pero es una paz que es interior. Paz que es armonía y amistad con Dios. Paz que es verdadera felicidad de aceptar las cosas que nos pasan.
FELICIDAD
No cabe duda de que los hombres plenamente felices de este mundo, son los que segundo tras segundo dejan su vida, callada y amorosamente, por servir a sus hermanos.
El feliz es quien acepta depender de Dios en toda simplicidad de corazón y confiar en Él. Es feliz el que confía más en Dios que en los hombres.
SEREMOS FELICES EN EL CIELO
La Virgen María le dijo a santa Bernardita Soubirous en Lourdes:
“No os prometo ser felices en la tierra, sino en el cielo”
(Apariciones de la Virgen a santa Bernardita Soubirous, 18 de febrero de 1858).
Que no nos entristezcan las cosas de la Tierra. Que tengamos esa convicción de que si a conciencia aceptamos todas estas contradicciones, el Señor hará unas empanadas fabulosas, y encima seremos muy felices en el Cielo.
Ponemos estas intenciones en manos de Nuestra Madre la Virgen María, la mejor empanadera del mundo.