Comenzamos este rato de oración en que queremos hablar de tú a tú con el Señor. No sé dónde estás escuchando esta meditación, quizás estás en el auto, estás en la tranquilidad de tu habitación o quizá estás en un parón en el trabajo y quieres un momento para reflexionar, para conversar con el Señor.
Por eso, te invito a que hagas un acto de presencia de Dios, que te des cuenta de que ahí donde tú estás, está Jesús presente. “Jesús, Tú estás con nosotros siempre. Ahora, al comenzar este rato de oración, te queremos decir lo que te decíamos con la oración inicial:
“Creemos firmemente que estás aquí con nosotros. Estás aquí conmigo, que me ves y que me oyes. Escuchas lo que yo te estoy diciendo, te interesa lo que te voy a decir. Porque Tú, Señor, me quieres. Me has elegido para que te siga, para que vaya contigo y, para yo seguirte y que permanezca siempre en tu presencia.”
Hoy en la santa misa, en el evangelio, escucharemos un pasaje en el que Jesús elige a sus doce discípulos. En el que elige a Pedro, Andrés, Santiago, Juan, a Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, al otro Santiago, Simón y a Judas Iscariote y Judas Tadeo. A esos doce discípulos, Jesús los eligió. Los llamó a estar cerca de Él.
Lo primero que dice san Lucas cuando narra ese evangelio es que, Jesús pasa toda una noche en oración, porque sabía que iba a tener uno de los momentos más importantes de su vida, ¿no?
LOS DOCE APÓSTOLES
Ese momento en el que iba a elegir a los doce, que iban a acompañarlo siempre. A los doce que iban a ser las doce columnas de su Iglesia, los que iban a ser sus testigos e iban a repartir el nombre del Señor por todo el mundo. ¡Toda una noche de oración!
“Jesús, ahora que estás aquí con nosotros, nos damos cuenta de la importancia que tiene la oración. La oración no es algo accesorio, sino algo necesario. Jesús, necesitamos hablar contigo, necesitamos la oración. No es algo accidental, es algo esencial.”
Tú y yo, que estamos haciendo este rato de oración, que estamos ahora en presencia del Señor, le decimos: “Señor, ayúdanos a darnos cuenta de lo importante que es la oración, de lo importante que es que yo, cada día, tenga un momento de diálogo con mi Padre del cielo, con Jesucristo con el Espíritu Santo, cada día.
“Señor, que cada día me encuentre contigo.” Porque la vida cristiana es eso, un encuentro con el Señor. Un encuentro personal con el Señor.
Y por eso Tú, Jesús, quieres apoyarte en la oración, para hacer esta elección de tus doce discípulos.
Nosotros, que somos en el evangelio un personaje más, nos ponemos en los zapatos de uno de esos discípulos. Tú y yo podemos imaginarnos que somos uno de esos doce, que el Señor elige ese día.
“Señor, Tú me has elegido, hoy, ahora, 10 de septiembre de 2024. Tú me has elegido para seguirte.” A cada uno lo elige para un seguimiento distinto. A uno, quizá lo llamara al celibato, como a nosotros los sacerdotes; o te llama el celibato, no en el sacerdocio, sino en medio del mundo. Quizá Dios lo que te está llamando es a formar una familia cristiana.
JESÚS NOS LLAMA A TODOS
Te ha llamado quizás a servirlo en medio del mundo o retirándote del mundo. Son muchas las opciones, pero a todos nos llama el Señor.
“Tu Señor nos llamas a todos, somos elegidos. En cada uno de nosotros, el Señor ha pensado desde antes de la creación.”
Como dice san Pablo en su carta a los Efesios:
“Para que seamos santos, para que seamos felices en el amor…” (cfr. Ef 1, 4).
Y así como eligió a estos doce apóstoles en ese momento, para que fueran sus más íntimos, ahora sigue llamando y te llama a ti. Tal vez ya sabes el camino o no lo sabes. No lo conoces todavía, pero te llama. Seguro que te llama, porque a todos nos llama, todos tenemos una vocación.
Todos tenemos vocación de apóstol, ahí donde estemos: de apóstol en medio del mundo, retirado del mundo, en la familia… de apóstol, ahí donde sea, pero todos somos apóstoles.
“Lo más impresionante es que Tú, Señor, no eliges por las condiciones.” No es que vaya diciendo: -Ah, mira, este tiene más virtudes, más condiciones, entonces lo vamos a elegir. Sino que nos eliges a todos, porque nos quieres.
Cada uno de nosotros puede pensar: Para la misión que yo tengo, que me ha dado el Señor, Él pudo haber elegido a alguien mucho mejor. Tal vez eres madre de familia y piensas: Quizá, con los hijos que yo tengo varias mamás pueden ser mucho mejores que yo…
Tal vez eres sacerdote y también piensas, mirando hacia alrededor, que hay otras personas que podrían hacer el trabajo, mucho mejor. O cada uno en su vocación podría mirar hacia el alrededor y decir: -Sí, hay personas que lo harían mucho mejor.
“Pero Tú, Señor, no nos eliges por las condiciones, porqué quién puede hacer mejor o peor el trabajo, si no que nos eliges, porque quieres.”
SOMOS INSTRUMENTOS EN LAS MANOS DEL SEÑOR
Otro de evangelistas -no recuerdo cuál ahora- dice: “-Eligió a los que quiso”, cuando habla de los apóstoles. Precisamente eligió a los que no eran los mejores, para que se dieran cuenta de que ellos son simplemente instrumentos, como tú y yo somos instrumentos en las manos del Señor.
Tú y yo somos instrumentos en las manos de Jesús. Él es el que quiere obrar a través de nosotros. Por eso, la misión principal en cualquier vocación es: dejar actuar al Señor.
Abrirnos en la oración, que como decíamos al principio, es lo fundamental y principal, y lo más importante es esa relación personal con Jesucristo. También la oración en la Eucaristía, en la confesión…
Pero, esa relación personal con Cristo, fundamentarnos en la relación personal con Él, para dejarlo actuar, para que Él a través de nuestra persona, de cada uno de nosotros pueda SER, pueda cumplir esa misión.
Que sepamos reconocernos como somos, reconocer que, si, El Señor, nos ha llenado cosas buenas, no seríamos justos si no las reconociéramos. “Señor, te agradecemos, ahora, en este rato de oración, todas las cosas buenas que nos has dado: nuestras virtudes, nuestras condiciones… Sabemos que es parte de lo que nos has dado para cumplir nuestra misión.”
Pero debemos reconocer que también somos limitados, que tenemos nuestras debilidades, nuestras caídas… Jesús no quiere superhombres, no quiere personas que crean que sus condiciones son las que los hacen merecer su elección, la elección que Dios hizo de ellos.
Dios no quiere, superhombres, sino que quiere súperhumildes.
“Señor, te pedimos que nos hagas muy humildes, que nos hagas conscientes de nuestra vocación. De nuestra vocación a entregarnos totalmente, a seguirte ahí donde Tú quieres que estemos. Que seamos conscientes de nuestra vocación y que seamos conscientes de que toda vocación es a servir siendo dóciles a la gracia que Tú nos quieres dar.
Jesús, que no crea que soy una persona con muchas condiciones, porque no las tengo. Tengo alguna, como todos, pero que sepa que no me elegiste por esas condiciones, sino que me elegiste porque quieres, para que yo no me crea un súper hombre, sino para que sea un súper humilde.”