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P. Manuel

6 min

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DIOS NOS PIDE PERDONAR Y NO CONDENAR

En los tiempos actuales ya no se sabe pedir perdón y menos perdonar. Han aumentado considerablemente los acusadores. Acusar hoy parece un acto heroico de valentía. Muchos piensan que acusando están ejerciendo un derecho y haciendo un bien a la sociedad. Hoy el Señor nos reclama el perdón. Una parte importante de la caridad es la comprensión y ésta implica el perdón. Dios nos perdona siempre y nos enseña a perdonar, aunque hayan sido grandes los errores. Nos pide también que podamos perdonar por nuestros errores con el propósito firme de rectificar. La vida de una persona no son sus pecados. Un pecado no hace un corrupto. Las personas podemos cambiar, podemos convertirnos como san Pablo, san Agustín y muchos santos más.

El Evangelio de hoy nos cuenta que la gente buscaba a Jesús para llevarle a los enfermos, muchos de ellos incurables. Y les pedían que al menos tocarán la orla de su manto para que quedaran curados.

Jesús era el único que podía curarlos de las enfermedades que padecían, enfermedades graves. Quien se acercaba Jesús enfermo y con fe que daba curado. Como el leproso que, además, era mal visto por la gente, porque pensaban que la lepra era consecuencia de su mala conducta. El Señor se acerca y le dice qué quieres, y el leproso le dice:

“-Señor, si quieres puedes limpiarme.”

(Mc 1, 40).

Hace ese acto de contrición maravilloso y el Señor, pues locura… Es que Jesucristo no tiene en cuenta el qué dirán, qué dirá la gente. Se acerca al leproso, se acerca al pecador, con esa intención de que haya una conversión, de quitarle esa enfermedad.

El Señor no solamente curaba a los enfermos del cuerpo, curaba también a los enfermos del alma como: María Magdalena, aquella mujer pecadora, la samaritana que era también pecadora o a la mujer que habían cogido en adulterio y que la querían lapidar, porque la ley mandaba la lapidación. Esa mujer debería morir de acuerdo con la ley.

Pero Jesucristo nos enseña a perdonar. Por grandes que hayan sido nuestros pecados, el Señor nos perdona, si estamos arrepentidos y si tenemos el propósito de no volver a pecar, el propósito de enmienda.

EL PERDÓN

Hoy el perdón no está de moda. Es más, muchas personas se han olvidado de perdonar. En el mundo han aumentado las acusaciones y las condenas. Incluso, al que acusa se le llama valiente y podría ser considerado como héroe, ¿no? Porque acusó, porque vio un error… ¿Quién no ve los errores?

En cambio, al que perdona se le llama encubridor, cómplice de los corruptos, de los delincuentes. Hoy existen personas que viven de las acusaciones y están buscando a quién se equivoca o al que metió la pata, para armar un escándalo.

A partir de una falta se podría crear toda una historia de difamaciones contra la honra y el honor de las personas, y eso está ocurriendo. Todos estamos en contra del mal, en contra del pecado. Pero vemos hoy, los abusos que se están cometiendo, las injusticias que se están cometiendo en este campo de los acusadores.

Recuerdo que san Josemaría, el santo que yo conocí de cerca, estuve años a su lado, nos contaba que él ya no podía más, porque todos los días lo insultaban y lo calumniaban. Incluso, personas que creían que estaban haciendo algo bueno con esas acusaciones y calumnias.

Un día, nos contaba san Josemaría, entró al oratorio donde está el Santísimo, en el Sagrario y le dijo al Señor: -Señor, si tú no quieres mi honra, yo, ¿para qué la quiero? Y nos decía qué a partir de ese momento sé quedó tranquilo, con una gran paz.

Qué importa que me coman, decía, si van a tener luego una indigestión tremenda. Y eso es lo que pasa con los acusadores. Hoy podemos distinguir en el espectro de los acusadores, que abundan los enemigos de la Iglesia, los que no tienen fe, los que no rezan y esos son los que más critican.

PERDONAR

perdonar

Se nota que tienen odio. Que no les importa que la persona a la que acusan, la metan a la cárcel, que se muera… no les importa nada. Aunque la persona tenga una hoja de vida impecable, con muchas obras buenas de servicio a los demás, de amor a Dios y de amor a las almas. Ellos no se fijan en eso, solo se fijan en la paja. En aquel pecado que cometió.

Todos somos pecadores, o sea, todas las personas hemos cometido pecados. Desde el Papa, los obispos, los sacerdotes, los santos, todos somos pecadores. Pero cuando algún acusador no ama a Dios y no sabe perdonar es un escándalo y de hecho, están haciendo muchos escándalos.

Así hicieron con Jesús, con Jesús muchos gritaban crucifícale, crucifícale, ¿no? Y azuzados por los comunicadores de la época y algunas autoridades que presentaban a Jesucristo como un corrupto y el peor de los criminales. Que por eso merecía la muerte.

Entonces, aquellas personas se convencían de que merecían la muerte y gritaban crucifícale, crucifícale, crucifícale… Cuando los fariseos eran los cumplidores de la ley llevaron a la mujer sorprendida en adulterio, a ver qué decía Jesús, la ley decía que había que lapidarla por ese pecado que había cometido y había sido sorprendida en ese pecado.

Ellos se acercaron a preguntarle a la máxima autoridad moral a ver qué decía. Jesús los escuchó en silencio y sin hacerles mucho caso, el evangelio nos cuenta que Jesús estaba escribiendo en el suelo, como diciendo estos lo que me están diciendo o lo que me están pidiendo, nada que ver…

Sabría perfectamente Jesús que estos acusadores eran hasta peores que aquella mujer que habían sorprendido en adulterio. Entonces, les contesta ante el asombro de todos, les dice:

“El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra.”

(Jn 8, 7).

Empezaron a irse todos.

BUSCAR LA VERDAD

Esto es lo que ahora les dice Jesús a muchos acusadores que creen que están haciendo una gran labor acusando a alguien que ha sido sorprendido en falta: Mira primero tu vida, miren primero sus vidas. Quizás, se están fijando en la paja del ojo ajeno y no en la viga del propio.

Hay otros en el mundo y en la historia que buscan la verdad, viven con la verdad y difunden la verdad. Ellos no son mediadores, porque están amando y ellos, igual que Jesús, rechazan el pecado y ayudan al pecador a salir del pecado con una corrección fraterna, con un buen consejo, porque quieren la conversión de esa persona, que esa persona ame a Dios.

Hacen como hizo el Señor con Saulo de Tarso. Saulo de Tarso era un pecador que mataba a los cristianos. Lo bota del caballo y lo convierte en el apóstol de las gentes.

Como hizo el Señor con san Agustín, que fue un pecador empedernido de joven. Cuántas cosas malas hizo san Agustín que él mismo las dice en sus Confesiones, pero pidió perdón, se convirtió y fue ordenado sacerdote y fue un gran santo.

Creemos en la conversión de los pecadores. La historia es muy elocuente, en eso hay muchas vidas de santos que han sido pecadores, como somos todos nosotros. Los santos han tenido que ir contra los perseguidores, contra los enemigos de la Iglesia. Hoy hay muchos enemigos en la Iglesia, porque el diablo está suelto y se mete en los corazones de la persona.

Incluso, las personas se declaran enemigas de la Iglesia y persiguen con odio a los que defienden la palabra de Dios y la buena doctrina. Pero, estamos para rezar por ellos. No les odiamos.

Queremos que se conviertan y le pedimos al Señor que intervenga en sus vidas. Así como san Pablo, que los bote del caballo, esos que están allí con toda su agresividad, para que se conviertan, porque están enfermos.

CURAR A LOS ENFERMOS

DIJISTE SÍ

Vamos a acercarnos a los enfermos, como se acercó Jesús. Vamos a pedirle a Jesús que cure esas enfermedades, que aquellos, incluso al tocar la orla de su vestido, queden curados. Que aprendan a decir con nosotros:

“-Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero di tan solo una palabra y mi alma quedará sana.”

(cfr Mt 8, 8).

Vamos a pedírselo a nuestra madre, la Virgen. Ella siempre está pendiente de sus hijos y la Virgen es atacada y es perseguida. Estamos viendo la persecución que tiene la Virgen, es la persecución a la limpieza y a la pureza de tantas ideologías de hoy que van contra la pureza y contra la limpieza.

Nuestra Madre del Cielo la queremos mucho. Nos da ese ejemplo de pureza y de limpieza. Nos enseña a amar y nos cuida para que andemos siempre por el camino correcto.


Citas Utilizadas

Gn 1, 1-19

Sal 103

Mc 6, 53-56

Reflexiones

Señor, te pedimos que cures nuestras enfermedades, que nos ayudes a buscar siempre la verdad y que sepamos siempre perdonar como tú nos perdonas y no condenar.

Predicado por:

P. Manuel

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