En el Evangelio de la misa de hoy, Jesús nos habla sobre esa necesidad de edificar sobre roca.
“Así pues, dice Jesús, todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, se asemejará a un varón sensato que ha edificado su casa sobre la roca. Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa pero ella no cayó porque estaba fundada sobre la roca.
Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica se asemejará a un varón insensato que ha edificado su casa sobre la arena. Las lluvias cayeron, los torrentes vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron sobre aquella casa y cayó y su ruina fue grande”
(Mt 7, 24-27).
Nosotros tenemos que saber sobre qué terreno edificamos, tenemos que saber con qué materiales edificamos, porque efectivamente puede ser una ruina lo que nosotros hagamos cuando no elegimos las cosas bien.
La persona que edifica sobre fundamentos firmes es como un buen ingeniero que pone los medios y hace los cálculos de materiales, que sabe cómo son las estructuras, que tiene idea de la construcción.
EDIFICAR
Y después también, gente que es improvisada, que no sabe, que no tiene el «expertise» y a lo mejor edifica con materiales que no son resistentes, o no considera como son las circunstancias del clima, de los vientos, las humedades, de las lluvias, de los calores, en fin. Cuando se improvisa en la construcción, hay todo tipo de riesgos.
Nosotros, los seres humanos, queremos edificar cosas que sean duraderas, cosas que sean estables. Necesitamos esa seguridad para poder hacer nuestros proyectos; si queremos hacer algo que sea importante, tenemos que asumir riesgos. La vida está llena de riesgos, la vida está llena de dificultades, problemas, entonces necesitamos una cierta seguridad.
Qué lindo ese salmo que dice:
“Yo te amo Señor, mi fortaleza”
O ese otro que dice:
“Tú que habitas al amparo del Altísimo, a la sombra del Todopoderoso. Dile al Señor, en ti he puesto mi confianza”
O cuando nos dice también el libro de Isaías:
“Tenemos una ciudad fuerte, el mismo Salvador es su muro y su baluarte”
LOS COMPROMISOS BRILLAN POR SU AUSENCIA
Nosotros podemos edificar por ejemplo, sobre cosas precarias como nuestras propias fuerzas. Podemos edificar sobre la confianza que tenemos en el dinero o la confianza que tenemos en nuestras relaciones o la confianza que tenemos en el buen nombre. No es que estas cosas sean malas o haya que menospreciarlas pero son precarias, son cosas que duran durante un tiempo que no están afirmadas en algo persistente, consistente.
La roca representa la estabilidad, la roca representa la solidez. Dios es estable, Dios no se muda, Dios es fuerte, sobre Él se pueden apoyar cosas. Dios es fiel. La roca representa también la fidelidad. Qué interesante es esto en este mundo en el que los compromisos brillan por su ausencia.
La gente no quiere comprometerse, no quiere tomar decisiones que sean para siempre, le tiene miedo a todas esas cosas. Entonces qué importante que es saber que el Señor es fiel a su palabra.
Hace un tiempo, (cuando caso a alguna pareja, suelo hablar precisamente del compromiso) una cosa que leí y me llamó poderosamente la atención decía: “busco relación seria para los próximos 6 meses”. Esto es lo mismo decir, lo que se estila en este tiempo en el que nosotros vivimos, la gente no quiere comprometerse. Mientras la cosa vaya bien, vamos. Pero cuando la cosa se complica.
Alguien decía: “Desleal es aquel que se aparta del camino cuando el camino se oscurece”. Dios es fiel, fiel y rico en promesas. Decía la letrilla de Santa Teresa: “fiel y rico en promesas. Dios no se muda”. Porque él es fiel; es fiel a la palabra empeñada, porque antes que todo es fiel a sí mismo. Dios es él mismo siempre.
LA ROCA ES LA PERMANENCIA
La roca es por tanto la permanencia. Es aquello que continuamente está presente siempre, y siempre se puede edificar. Jesús es la roca. En el Antiguo Testamento se nos dice que: “Yahvé es la roca” Y en el Nuevo Testamento también es aplicable “lo que es aplicable al Padre es también aplicable al Hijo”. Él es la roca que fue desechada por los edificadores. es la piedra en la que tropiezan aquellos que no tienen fe pero es también, junto con la piedra en la que tropiezan los que no tienen fe, es también la piedra sobre la cual edificamos los que tenemos fe o los que pedimos al Señor tener fe. Porque es la piedra angular.
San Pedro nos habla en la primera de sus epístolas, dice:
”Arrimemos a él como piedra viva, reprobada ciertamente por los hombres pero escogida por Dios preciosa. Y nosotros también como piedras vivas, tenemos que edificarnos con una casa espiritual”
(1Pe 2,4-5).
Qué interesante, qué dignidad que nos concede el Señor. Nos concede esa capacidad para que nosotros edifiquemos la Iglesia. Nos concede esa capacidad también para que nosotros edifiquemos la sociedad en la que vivimos; nos concede la capacidad para que edifiquemos a las familias.
COMO PIEDRAS VIVAS
Dice San Pedro:
“Como piedras vivas, porque ustedes son un linaje escogido, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo de conquista para anunciar las grandezas de aquel que nos ha sacado de las tinieblas a su luz admirable”
(1Pe 2, 9).
Qué bueno que nosotros consideremos esta condición divina, esta condición que tiene Jesús por ser el Hijo de Dios, por haber venido a este mundo a comprometerse con nosotros. Importante eso. Dios comprometido con el hombre, Dios nos da su palabra, cumple su palabra, entrega su vida. Qué garantía que es para los hombres edificar sobre la persona de Jesucristo.
Pidámosle al Señor que nos conceda esta gracia, pidámosle al Espíritu Santo que nos conceda esta gracia. Ahora especialmente en este tiempo en el que recordamos esa venida suya a este mundo. Ese momento en el que Dios se compromete personalmente con el destino de los hombres, quiere sufrir el mismo destino que sufrimos los hombres, estar junto con nosotros al lado nuestro. Emmanuel, Dios con nosotros, el Dios todopoderoso.