LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
Jesús hoy vuelves a hablar en parábolas, me encanta cuando hablas en parábolas. Vamos a hacer este rato de oración, estos 10 minutos con Jesús escuchando la parábola del sembrador.
Aparece en el Evangelio de san Lucas:
“En aquel tiempo habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, a encontrarse con Jesús, dijo Jesús en parábolas: Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla algo cayó al borde del camino, lo pisaron, los pájaros del cielo se lo comieron, otra parte cayó en terreno pedregoso, y después de brotar se secó por falta de humedad. Otra parte cayó entre abrojos y los abreojos creciendo al mismo tiempo que la ahogaron. Y otra parte cayó en tierra buena y después de brotar dio fruto al ciento por uno”
(Lc 8, 4-15).
¿QUÉ SIGNIFICAN ESOS SÍMBOLOS EN MI VIDA?
Señor, y queremos entender que esa tierra de la que tú hablas, es nuestro corazón. El duro camino lateral son esos corazones aplastados, cerrados, como el corazón de Pilatos que te tenía ahí: te tuvo enfrente, te escuchó y por cínica indiferencia a la verdad, no fue tierra buena.
EL CORAZÓN
Por indiferencia hacia los sentimientos divinos, sobrenaturales, por ejemplo también como el del ladrón, que no quiso hacer penitencia. No se quiso dar cuenta de sus pecados, tampoco quiso aceptar que él justamente estaba ahí, y que Tú Señor en cambio, estabas allí injustamente. ¡No se dio cuenta de tu bondad! En ese corazón no podía caer esa buena semilla.
LA FRIALDAD
Luego Señor, nos hablas de un terreno, de un suelo pedregoso, donde la tierra no es muy profunda. Pueden ser de los corazones superficiales, volubles, corazones dobles, que juegan a doble o dos bandas. Calculadores. Corazones frívolos, pero incluso en esos corazones la semilla puede brotar un poquito. Pero pronto se seca, ante los rayos del sol.
Señor, ¿y cuáles son esos rayos del sol?. Pues de las tentaciones. Cuando un corazón no tiene raíces profundas, cualquier vientecillo, cualquier rayo de sol, cualquier lucecita, lo puede agotar. Señor no queremos tener un corazón así.
LOS PECADOS
Después nos habla el Señor de las espinas. De esa semilla que cae entre espinas. Y, ¿esas espinas cuáles son? Podríamos cada uno pensarlo, y hablando con el Señor, ¿cuáles piensas tú que son esas espinas en mi corazón?
Yo podría pensar y decir algunas, por ejemplo: el amor al dinero, el amor a los placeres del mundo, el amor a la fama, a querer sobresalir, y todas esas cosas hacen que las semillas se vayan ahogando. Las semillas se ven estranguladas por todas estas cosas. Ya unque las semillas broten rápidamente, la ahoga la amargura y la tristeza. Eso mismo ocurre en esos corazones.
EL TIEMPO
Señor tampoco queremos tener esos corazones que se asemejan a ese terreno entre espinas. Jesús, Tú hablas de los diferentes afanes que ahogan la semilla, que le impiden dar fruto. Todos los corazones humanos, por ser creados a imagen y semejanza Tuya, están llamados a dar fruto.
Y muchos de sus afanes -como los que mencione hace unos instantes-, no son afanes malos en sí, pero en muchos casos, son esas cosas buenas, pero que nos impiden amar a Dios.
Muchas veces les damos gusto a esos afanes buenos (pueden ser buenos), afanes nobles, pero que nos impiden dar a Dios lo que le corresponde: el tiempo, la piedad, la devoción. Y hace que no tengamos el corazón en Jesús.
SEÑOR QUEREMOS TENER EL CORAZÓN EN TI
Finalmente nos hablas de la tierra buena, donde encontró el treinta por uno, el sesenta por uno, el cien por uno. La tierra buena y la mala están hechas de lo mismo. No es una cuestión de suerte. Ahí Señor que yo caí en mala suerte, porque fíjate que mi historia, mi familia, mi educación…
La buena es tierra buena, porque alguien la ha trabajado, la ha despedregado, la ha roto, la ha arado, la ha abonado. Y esa tierra se va preparando para dar fruto. Esa tierra va correspondiendo a la Gracia de Dios con empeño, acogiéndose a buena semilla.
Qué curioso Señor, Tú hablas de semilla, y las semillas caen en todas partes. La tierra es la que varía. Nosotros queremos ser esa tierra buena. Prepararnos para ser una tierra buena. ¿Cuántas veces me ha pasado ver unos campos secos, áridos, que parecerían infértiles, que no puede ver nada de fruto? ¿Y que a la vuelta de los meses, después de preparar bien la tierra aparecen los sembrados, impresionantes de todo tipo de frutos y de flores?
“Jesús yo quiero ser tierra buena, te lo pido en este rato de oración, en este rato diálogo Contigo, que quiero ser tierra buena”.
EL SEMBRADOR: TÚ JESÚS
Y ahora me quiero fijar en el sembrador, el sembrador es siempre el mismo. Eres Tú Jesús, que sales continuamente a sembrar en nuestros corazones, una semilla de bien, de paz, de alegría, una semilla de entrega.
Que esa semilla vaya dando fruto en nuestros corazones. A nosotros nos toca corresponder con generosidad a esa Gracia que Tú nos vas depositando en nuestra alma, en nuestro corazón.
Y me quiero Señor detener en donde cae la semilla. Esto es lo más importante de este rato de oración: la semilla cae de las manos del sembrador. ¿Quién es el sembrador? Jesús. Y ¿Cómo tiene las manos? Clavadas en la cruz. Y de esas manos surge la Sangre Redentora de Cristo.
Esa semilla viene empapada por la Sangre de Cristo y eso es lo que dá fruto: ¡Eso es lo más importante Señor! El Señor habla, también me llama la atención. Me quiero meter en la cena, hay una gran muchedumbre. Y hablas en el campo, hablas en la llanura. La gente que está escuchándote saca propósitos o por lo menos la gente se engancha contigo Jesús.
SER LA TIERRA DONDE CAE LA SEMILLA
Eso es lo que también queremos en 10 minutos con Jesús todos los Sacerdotes: Que todas esas almas Señor, que cada día procuran hacer oración con estos audios, queden enganchados Contigo para el resto del día. Que puedan sostener contigo un diálogo, una conversación, y puedan conseguir una amistad sincera y verdadera con Jesús. Ahora se lo pido al Señor.
Hubo gente que no entendió la parábola, pero quedaron picados, quedaron entusiasmados para seguir escuchándote. ¡Qué bueno! Es cuando nosotros también nos servimos de estos audios para acercar a otras almas a Dios.
Jesús, además Tú quieres enseñar, no engañar. Tú no quieres imponerte, sino sugerir. Así es Jesús. Siempre das un espacio muy grande a la libertad interior.
Vamos a pedirte ese corazón, esa buena tierra donde tu semilla caiga y dé frutos. Se lo pedimos a nuestra madre, Santa María.