El Evangelio del día de hoy, nos presenta a una persona que acude a Jesús para traerle a su hijo, que está poseído por un espíritu mudo.
El le explica cuál es la problemática; que cuando se apodera de él, este espíritu lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca y entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Luego se queja este hombre, y dice:
“«Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron.»” (Mc 9, 18)
Ahí Jesús expresa, podríamos decir, su frustración, porque dice:
«¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? ¡Tráiganmelo!» (Mc 9, 19)
Si te fijas, la palabra que usa Jesús aquí es: “generación incrédula”, o sea una generación que todavía no cree.
¿Quiénes son los que creen? Los que tienen fe. Es como si les dijera a los discípulos, que no tienen fe, y a toda la generación que estaba ahí, que no tienen fe.
NO SE QUEDA EN LA QUEJA, SINO QUE ACTÚA
Pero Jesús no se queda en la queja, sino que actúa, dice:
¡Tráiganmelo! Y ellos se lo trajeron. Y en cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño que cayó al suelo y se revolcaba echando espuma por la boca. (Mc 9, 20)
Y por eso, Jesús le pregunta al padre, que estaba ahí con su hijo:
“«¿Cuánto tiempo hace que está asi?» Le dijo: «Desde niño. Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él.” (Mc 9, 21-22)
Y después el padre vuelve a hacer la petición:
“Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos.» (Mc 9, 22)
De nuevo, esta “falta de fe”: “Si es que puedes” y Jesús se da cuenta:
Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!»
Inmediatamente, el padre del niño exclamó: «¡Creo, pero ayudame porque tengo poca fe!» Viendo Jesús que empezaba a llegar más gente, increpó a este espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu mudo, yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.» (Mc 9, 23-25)
Y efectivamente se fue. Me gustaría que nos demos cuenta, en este proceso; Jesús echa en falta varias veces: “la fe”.
ACUDIMOS A TI
¡El problema está!, es más, cuando se acerca Jesús, el problema se manifiesta una vez más: el niño empieza a tener, -parecería que es como un ataque de epilepsia, como lo conocemos ahora-.
Pero este espíritu mudo, que puede ser realmente una enfermedad, puede ser otra cosa, lo que hace es; que este chico tenga estos espasmos severísimos.
“-Señor, nosotros también en nuestras vidas, a veces nos enfrentamos a problemas que no sabemos si tendrán solución, a veces son cosas que nos parecen terribles y que acudimos a Ti.
Pero tal vez nos pasa como a este padre, que no tenemos suficiente fe, y también te decimos lo mismo: “No si es que puedes hacer algo”, “si es que puedes…”, porque tu poder no es omnipotente, sino más o menos…
“-Señor, te quiero pedir perdón por todas esas veces que he pensado que no eres todopoderoso, que he pensado que esto Tú no lo puedes, en mi vida o en la vida de los demás.
Tiene que estar muy claro, que la condición que Tú pones siempre: ¡es tener fe! Y, de hecho, que esa queja que tú mismo haces: ¡generación incrédula!
Es porque no tenemos fe, es porque a veces vemos los problemas de un tamaño o de un color que no es el real.
Hace unos pocos días, salió una noticia de un avistamiento de este pez que se llama: “el Diablo negro” (Melanocetus johnsonii) así se llama, cerca de Tenerife.
La verdad es que cuando vi las primeras fotos, me quedé asustado, se dice que este tipo de peces vive a mil metros debajo, o sea, a una profundidad impresionante, y que viven ahí en la oscuridad.
UN PEQUEÑÍSIMO PEZ
Es un pez negro con una boca gigantesca y tiene unos dientes que se ve tal y como una lámpara que le sale de la cabeza, una cosa rarísima, realmente un monstruo.
Cuando vi las primeras fotos yo debo admitir que dije; me muero si me encuentro con uno de esos peces, menos mal están a mil metros de profundidad.
De hecho, este mismo pez, cuando salió se murió, porque no está acostumbrado esas condiciones de la superficie, no puede soportar ese cambio.
Sin embargo, a los pocos días de haber visto esta fotografía, vi el tamaño real del pez, este pez tiene como dos o tres centímetros.
En las fotografías que le tomaron ahí en Tenerife, subiendo a la superficie, daba la impresión de que era una cosa como una ballena, gigantesco, con unos dientes terribles.
Que te podría causar un daño impresionante si te encontrabas con él en el fondo del mar. En total; era un pez de nada, unos pocos centímetros, casi lo tienes que ver con lupa para entender más o menos como es.
Luego salen las fotografías del buzo, que las tomó junto al pez, y te das cuenta que la cámara fotográfica es gigante al lado de ese pequeñísimo pez.
Bueno, muchas veces tenemos problemas en nuestra vida, que tienen unos dientes larguísimos, una cara de monstruo y que hacen que nuestra mente reaccione como que Dios no puede hacer nada frente a estas monstruosidades.
Que Dios no tiene el poder para poder ayudarnos y sacarnos de esos problemas.
Jesucristo claramente lo que quiere es que tengamos fe, fe en que lo que Él hace es lo que más conviene.
¡Tenemos que tener fe! Creer en Cristo Jesús, y en aquel que lo envió para salvarnos.
UN DON INESTIMABLE
Esto es necesario para obtener esa salvación, no solo para salir del problema, sino para vivir como verdaderos cristianos, ser perseverantes en la fe.
La fe es un don gratuito, nos va a decir el catecismo de la Iglesia, Dios hace al hombre y este don inestimable podemos perderlo.
De hecho, donde san Pablo le advierte a Timoteo:
“Combate, el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe.” (1 Tm 1,18-19)
O sea, que a veces, se puede perder la fe por no tener conciencia recta y también por permitir que estas dudas nos taladren el dedo.
Por ver los problemas como extremadamente grandes cuando en realidad no lo son, como el Diablo negro, o “la diabla”, porque se vio al final que era hembra.
Pero, de todas maneras, el Señor, sabe a qué nos podemos enfrentar, y nos da las fuerzas para seguir caminando, para ver las cosas en la perspectiva correcta.
“Combate, el buen combate, conserva la fe y la conciencia recta”, persevera hasta el fin en la fe.
Porque para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe, debemos alimentarla con la palabra de Dios y por eso estos momentos de oración son fundamentales.
Te damos gracias, Señor, porque aquí nos fortalecemos en nuestra fe, en estos audios de “hablar con Jesús”, nos levanta la inteligencia, por supuesto, pero sobre todo, levantamos el corazón a Ti.
QUE NUESTRA FE CREZCA
Te pedimos que nos des más fe, queremos perseverar y por eso debemos pedir al Señor, con constancia que nos aumente la fe.
Eso es lo que hacemos en este instante, Señor, te pedimos a Ti, que nos aumentes la fe, para que sepamos actuar con caridad, para que sepamos sostener nuestra fe por la esperanza.
Que sepamos, que la Iglesia es este ámbito, en donde podemos hacer que esta fe crezca, que no nos dejemos llevar por esa falta de fe, de pensar que los problemas son demasiado grandes.
Cuando te acercas a los problemas con esa luz de la fe, entonces ves que en realidad son pequeños, son pocos centímetros de problema.
Si vemos las cosas con las perspectivas sobrenatural, vamos a tener siempre esas ganas de seguir caminando, porque el Señor, nos sostiene paso a paso.
Vamos a pedirle a nuestra madre la Virgen, que nos ayude a ser como este hombre que se acercó con su hijo: ¡ayúdame porque tengo poca fe!
Virgen María, ayúdame tú también, a que nunca me olvide, de que la única forma de ser feliz en la tierra, es teniendo fe en tu hijo, Jesús.