“Viejo como el Evangelio y, como el Evangelio, nuevo”
(San Josemaría).
No sé si alguna vez habías escuchado esta expresión de san Josemaría, siempre me dio en qué pensar, porque los evangelios nos transmiten la “buena nueva”, que eso significa el nombre: evangelio: buena nueva: es una novedad, una noticia buena, un mensaje bueno.
Y es vieja, en el sentido de que su mensaje lo conocemos desde hace más de dos mil años.
Pero ahí está la cosa: es nuevo porque no se trata de escuchar el Evangelio como quien escucha una canción o una nota de voz en WhatsApp, sino que se trata de encarnarlo y eso siempre es nuevo, porque cada vida es nueva, cada alma es una nueva oportunidad de santidad, de encuentro contigo Jesús.
A veces, es cierto, este encuentro implica conversión: dejar el hombre viejo y ser un hombre nuevo.
Tal vez te acuerdas de aquella escena en la película de “La Pasión”, dirigida por Mel Gibson: Jesús carga con la cruz y tropieza. Mientras esto sucede, María, inquieta por todos los acontecimientos, no se ha atrevido y no ha conseguido acercarse a su Hijo.
Ella le ha pedido al apóstol Juan que la lleve a encontrarse con Jesús en algún punto del camino de la cruz.
María llega cuando Jesús se levanta abrazando la cruz. Sus ojos se encuentran, ella está que se deshace y Él tiene una ilusión-sufriente que le transmite con las siguientes palabras: “¿Ves Madre? Hago nuevas todas las cosas”.
Nuevas…, nuevas… Evangelio, buena nueva, almas nuevas, vidas nuevas o renovadas…
Pensaba en esto cuando, en el Evangelio de hoy, te escuchaba Jesús decir:
“Nadie pone un remiendo de paño nuevo a un vestido viejo, porque lo añadido tira del vestido y se produce un desgarrón peor.
Ni se echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres revientan y el vino se derrama y los odres se pierden. El vino nuevo lo echan en odres nuevos y así los dos se conservan”
(Mt 9, 16-17).
SANTA MARÍA GORETTI
Pensaba también en esa santa que la Iglesia celebra hoy: santa María Goretti, porque es una santa joven y a san Josemaría le gustaba recordar que los portugueses llaman a los jóvenes: os novos. Que, traducido, literalmente es como decir: los nuevos.
Santa María Goretti, italiana, nos ha hecho ver que el Evangelio es nuevo y es para los nuevos: para los jóvenes. Para esas vidas en las que está todo por hacer, porque no hay que esperar a ser viejo para decidirse a ser santo.
Te cuento un poco su historia que es conmovedora: nació en 1890 y fue la segunda de seis hermanos. Su familia, de escasos recursos, vivía en una finca de agricultores.
Cuando tenía diez años, su papá enfermó de paludismo y murió. Este fallecimiento obligó a su madre a trabajar fuera de la casa, dejando a los hermanos menores al cuidado de María, quien realizaba las tareas domésticas con alegría.
Debido a estas circunstancias, la mamá dijo que había que atrasar la Primera Comunión porque no había tiempo para las clases de catequesis. Pero ella se esforzó en recibir las clases necesarias y pudo hacerla en 1902.
Fue en su Primera Comunión que hizo el firme propósito de antes morir que pecar.
En aquella finca vivían varias familias, una de ellas era la de Alessandro Serenelli. Este muchacho se enamoró de María cuando ella tenía tan sólo doce años.
Alessandro, alterado por lecturas impuras, hizo a María continuas propuestas deshonestas que la santa rechazó.
El 5 de julio de 1902, María estaba sola en casa cosiendo ropa y cuidando a su hermana Teresa, de dos años. Así las cosas, Alessandro ingresó amenazándola con abusarla sexualmente si no aceptaba su propuesta.
María trató de hacerle ver que aquello era un pecado y que resistiría. Como Alessandro no aceptaba sus explicaciones, ella le dijo que prefería morir antes que ofender a Dios.
Al escuchar estas palabras, que le sonaron a desprecio, Alessandro se llenó de ira y se descontroló, desgarró la vestimenta de María y la apuñaló catorce veces con una cuchilla.
La llevaron al hospital en una ambulancia tirada por caballos (era otra época). Después de cuatro horas seguía con vida y pudo explicar todo lo ocurrido.
Su madre animó a sus hermanos y hermanas a darle un beso de afecto y de respeto, porque se daba cuenta de la grandeza de alma de su hija.
Los médicos constataron que las catorce heridas de puñal no le dejaban escapatoria. Ella no se lamentaba. Antes de morir le dijo al sacerdote que la atendía: “yo perdono a Alessandro de todo corazón”. Era el 6 de julio de 1902.
Alessandro fue encarcelado. En un sueño vio a María que lo invitaba a una vida de arrepentimiento y de fe.
Efectivamente, el asesino se arrepintió, se convirtió y fue uno de los testigos en el proceso de canonización de María Goretti, narrando los heroicos instantes finales de la vida de esta joven de doce años que prefirió morir antes que pecar.
Es más, Alessandro estuvo presente en la ceremonia de canonización el 24 de junio de 1950.
MORIR, MAS NO PECAR
Hablando de esto, comentaba uno:
“También Domingo Savio, quien murió a los quince años, tenía ese lema: morir mas no pecar, frase que podía desconcertar, pues a diario experimentamos la debilidad que nos lleva con facilidad a mentir o a responder mal a los que viven con nosotros o a desobedecer o a copiar en un examen de la universidad (o del colegio), cometiendo fraude.
Pero si mentimos, no es por miedo a perder la vida, ya que es poco probable que alguien nos la quite si no mentimos; mentimos sólo para evitar un mal momento.
Al mismo tiempo, pueden no ser pocas las jóvenes que accedan a las peticiones ilegítimas de un novio, pero no porque les vayan a quitar la vida, sino porque no quieren echar a perder su noviazgo.
Estas debilidades son ‘comprensibles’, pero no ‘justificables’. Es ‘comprensible’ que la debilidad humana nos lleve a pecar, pero no ‘justifica’ que nos lleve a pensar que pecar alguna vez puede ser un buen negocio.
(…) Es cierto que será raro el caso de una jovencita obligada a elegir, como santa María Goretti, entre morir o pecar, pero no es improbable que haya quienes, al tener que elegir entre pecar o cortar una relación afectiva prometedora, necesiten de nuestra oración para tener fuerzas y ser fieles al mensaje de Jesucristo”
(En presencia de Dios, Julio, Pedro José María Chiesa).
¡Las encomendamos ahorita, todos!
El mensaje del Evangelio se refleja siempre de formas nuevas en las vidas de los santos. Sus vidas embellecen el rostro de la Iglesia.
La Iglesia es siempre joven, porque el mensaje tiene la novedad de la juventud, porque siempre se renueva haciéndose vida en las vidas de miles de personas que luchan por encarnarlo en el día a día. En eso estamos tú y yo.
“Jesús, dame nuevos aires, nuevas fuerzas, nuevos impulsos. Que sea yo, pero nuevo, renovado, santo, como santa María Goretti.
Mata a puñaladas, catorce si hacen falta, al hombre viejo que hay en mí, de manera que no quiera mezclar lo viejo con lo nuevo,
“porque lo añadido tira del vestido y se produce un desgarrón peor”.
Que quiera cambiar en serio, así recibo tu gracia, tu ayuda, con nuevas esperanzas: al vino nuevo, odres nuevos”.