HISTORIAS DE CARNE Y HUESO
Estos últimos días, estas dos últimas semanas, he despedido a dos amigos a la casa del Padre Eterno. Dos amigos que han podido gozar de la vida matrimonial por muy pocos años.
EL PROFESOR
Uno de ellos profesor, se casó casi a los 50 años y 7 años después el Señor lo ha llamado a su presencia. Un profesor que además toda la vida gozó de buena salud. Trabajó en un colegio, creo que por 27 años. Y nunca, nunca faltó a clases, nunca… Por ninguna enfermedad, calamidad doméstica, nunca pidió permiso para ausentarse del colegio, jamás.
“Señor, que se lo tengas en cuenta. Que ya esté gozando de Ti en Tu presencia». Tuvo una hija (por cierto estudia en mi colegio) y el Señor lo llamó a su presencia con apenas 57 años, ni siquiera los había cumplido.
YASID
El otro amigo que despedí a la casa del Padre Eterno, ya conoces la historia, Yasid. Un amigo que también se casó mayorcito, bueno quizás no tanto como este profesor, pero sí rayando los 40 años. Después de sufrir 15 años de esclerosis múltiple, conoce a quién iba a ser su mujer.
Se casaron y hace pocos días partió a la casa del Padre por una enfermedad. ¿Y cuántos años duró ese matrimonio? Creo que 3 años, un poquito más quizás, pero nada, nada, nada…
LOS RECIÉN CASADOS
Por contraste, esta semana también saludé, no presidí el matrimonio, pero sí saludé a dos novios de 27 años cada uno que se casaron. Tuvieron el matrimonio apenas este fin de semana. Bueno Señor, pues que contraste entre estas historias reales, de carne y hueso.
EL SUEÑO DE DIOS
Por qué te quiero contar estas historias, porque el matrimonio es un sueño de Dios. Es algo en lo que Dios ha pensado como un sueño. Hoy el Evangelio hace referencia al matrimonio. Y Jesús, Tú, recuerdas unas palabras del Génesis.
Es llamativo cuando el Señor hace referencia a lo que se dice en la Escritura del Antiguo Testamento y esta vez hace referencia al mero principio. Lo dice san Mateo:
«¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre»
(Mt 19, 3-12).
Sueño de Dios, planes de Dios, desde el inicio, desde el comienzo. Independientemente que el matrimonio vaya a durar 3 años o 50 o 75 años… Independientemente de que el matrimonio sea para llevarlo al cine, por ser una historia perfecta de amor, de enamoramiento diario; o que haya sido un matrimonio que haya sido luchadito, que haya tenido heridas, historias duras, fuertes, pero al fin y al cabo, una historia de amor: una historia de sueño de Dios.
ATRÉVETE A SOÑAR
Recordé que hay un libro simpático, que realmente ha sido escrito, yo creo, para jóvenes. Para jóvenes en edad incluso adolescente y donde se habla de el matrimonio como algo muy atractivo, evidentemente. El título del libro es: “Atrévete a soñar”. Lo escribió un sacerdote que conocí en Roma, se llama Lucas.
Él dice en ese libro que el matrimonio es el segundo sueño de Dios. (Claro al final me quedé pensando, ¿y cuál será entonces el primer sueño de Dios?). Dice lo siguiente:
“Dentro de las relaciones que nos hacen personas, hay una particularmente original, puesto que está en esa narración de los orígenes que ha recogido el Génesis. Constituye el segundo sueño de Dios. (Y entonces cuenta el relato del Génesis; el momento en el que el Señor Dios hizo caer en el letargo, en un sueño a Adán y le tomó su costilla y de allí creó a la mujer…)
Varón y mujer, están llamados desde su origen, a reconocerse mutuamente y entregarse el uno al otro de un modo tan íntimo, que lleguen a ser una sola carne”.
EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
Es tanto como decir una sola historia, una sola persona. Y cuando hace referencia al sueño, es porque Dios ha querido que a través de la unión de estas dos historias, de estas dos personas, de estas dos relaciones, se reproduzca la familia humana, el don de una nueva vida y otra y otra.
Y cada una de ellas es una única historia, preciosa, irrepetible. Y por eso cada hija y cada hijo, es fruto de un acto de amor total, gratuito de la otra persona. Es el sueño que Dios quiere compartir con nosotros: el matrimonio, la familia.
¿INFIDELIDAD?
Pero qué pasa entonces si hay una infidelidad. Y habría que pensar primero ¿qué es una infidelidad? Porque no es que se consuma inmediatamente una infidelidad, sino que comienza como una tentación.
Si un hombre casado se enamora de una mujer que no es la suya, pues comienzan a parecer buenas dos opciones (evidentemente se excluye la una a la otra). Permanecer fiel a su esposa, le parece bueno, porque Dios es la mujer que le ha dado para quererla, cuidarla, protegerla, amarla… Pero ser infiel también le parece bueno, porque Señor, es una pena, pero la naturaleza más baja en ese caso, gozaría con el pecado.
Entonces, ¿qué pasa? La voluntad tiene que elegir. Empieza la inclinación, la lucha. Y seguramente, en ese momento será más fuerte y jalará más para abajo el placer más bajo, el pecado, el gozo del pecado.
Sin embargo, la tentación, por más tremenda que sea, no es un pecado. Lo que es pecado, es que la voluntad se rinda, tire la toalla y escoja el pecado. ¡Qué pena! Eso sí que es ofensa, Señor, a Ti. Y es además contrario a la naturaleza humana, es contrario a los planes Tuyos desde el comienzo.
¿CÓMO SEGUIR ADELANTE?
Señor, si me equivoco, si hay un matrimonio que se ha equivocado, si hay un hombre que ha sido infiel o una mujer que ha sido infiel, ¿qué hay que hacer? Pues nada… agarrarse de la mano de Dios y como a san Pedro, lo sacaste Tú Jesús del mar, porque dudo que no tuvo fe, lo sacaste del mar. Pues así, acudir al Señor: ¡Señor sácame de aquí, levántame!
¿Cómo seguir adelante después de una infidelidad? ¡Pues hay que seguir adelante! Porque es un plan de Dios, es un sueño de Dios y Dios va a ayudar a perdonar, a sanar las heridas, a amar.
Hay una oración que escuché que te la dejo, porque es preciosa. Quizás alguna vez también ya la he mencionado en estos 10 minutos:
«Señor, el pasado lo dejó en Tu Misericordia, el futuro lo pongo en Tu Providencia y el presente, Señor, lo dejó en Tu Amor».
¡ÁNIMO, ADELANTE! A CAMINAR EN EL AMOR
Que nuestra vida presente, la de hoy, sea una vida de amor, sea una lucha de amor y así cada día. Y si me equivoco, me levanto, no permanezco caído. Miró al Señor cara a cara, le pido perdón. Y el Señor me dice: ¡Ánimo, adelante, a caminar en el amor, Yo te sostengo en el amor!
Vamos a cuidar mucho el matrimonio, bueno eso le corresponde a los esposos. A protegerlo como un sueño de Dios. Y a pedir mucho por los matrimonios, para que sean fieles y para que sean un reflejo del Hogar de Nazaret, de la Familia de Nazaret.