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P. Felipe

6 min

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EL MUNDO PIDE PAZ

Hoy celebramos la fiesta de la Virgen de Fátima y, como ella nos recomendó, le pedimos por la paz en el mundo, en las familias y en los corazones.

Hoy, 13 de mayo, estamos celebrando una gran fiesta que resuena en la tierra por la celebración que está sucediendo en el cielo. El 13 de mayo celebramos la Virgen de Fátima. Esas apariciones que la Virgen tuvo en ese pequeño pueblo de Portugal a tres pastorcitos muy pequeños. Dos de los cuales ya han sido canonizados en la Iglesia, son santos y una, Lucía que murió mucho más tarde, está todavía en proceso.

La Virgen se quiso aparecer a estos, a los más sencillos, a los más pequeños. Para demostrar que no es necesario ser una persona importante para poder llegar a la santidad, sino que todos, todos, todos, estamos llamados a esto, a poder estar para siempre con Jesús en el cielo.

En este rato de oración, en la que estamos hablando con Jesús, comenzamos agradeciendo al Señor por esta oportunidad que tenemos todos los cristianos de renovar ese deseo de llegar a ser santos, a estar muy cerca del Señor en el cielo.

LA VIRGEN DE FÁTIMA

La santidad no es otra cosa que felicidad y la Virgen es la más santa y por tanto, la más feliz. En el evangelio de la misa de hoy, la propuesta del Evangelio de la misa propia de la Virgen de Fátima es muy breve. Son 2 versículos. Y ese es el momento en que se levanta una mujer y le dice a Jesús:

“Feliz el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron”. 

Feliz… La Virgen era esa mujer feliz porque era la Mamá de Jesús. Jesús responde:

“Más bien, dichoso los que escuchan la palabra de Dios y la guardan”. 

Porque la Virgen no es feliz solamente por ser la Madre de Jesús, sino sobre todo porque ella supo acoger la palabra de Dios en su corazón y ponerla en práctica.

Y hoy podemos decirle a la Virgen: Feliz tú María, que celebras este día de fiesta; feliz tú, que nos has traído este mensaje tan importante para nuestra vida, tan importante para todos los cristianos.

Ese mensaje que la Virgen vino a traer al mundo en Fátima, hace ya 100 años, es un mensaje que habla sobre todo de la paz. Es un mensaje que resuena en todos nuestros oídos porque hoy nos damos cuenta de que más que nunca, el mundo, la Iglesia,  las familias, todas las almas, necesitan más paz.
La Virgen

INTERCEDE POR  NOSOTROS

Y por eso, en este rato de oración, en este diálogo con Jesús, le pedimos especialmente por la paz. La Paz en el mundo, en las familias, en los corazones. Ponemos esa petición a los pies de nuestra Mamá del Cielo. A los pies de la Virgen.

“Madre nuestra, te pedimos por la paz. La paz en el mundo, en los corazones, en la familia. Madre nuestra, sabemos que si nosotros ponemos esa petición a tus pies, Tú harás lo posible por conseguirla. Tú eres nuestra Madre y quieres más que nada esa felicidad, esa alegría y esa paz en cada uno de los corazones.

Y una paz que se manifieste, no sólo en una tranquilidad interior, sino sobre todo en una paz en las relaciones. Entre las personas, entre los países, entre cada persona que pise esta tierra. Madre nuestra,  sabemos que Tú eres capaz de lograrnos esa paz, de conseguir esa paz. Te lo pedimos especialmente el día de hoy.

Y nosotros que sabemos que Tú eres nuestra Madre, que nos quiere más que nadie, que nos protege, que nos cuida. Sabemos que Tú nos concederás todo eso que te pedimos. Porque Tú eres una Mamá muy buena, muy, muy buena, la sabemos por nuestra propia experiencia”.

NUESTRA MADRE

Me gusta mucho un texto que te quiero leer ahora. Es una novela “Mi hermano persigue dinosaurios”. Cuenta la historia del protagonista, y es el autor, es un joven italiano cuyo hermano tiene Síndrome de Down. Y va contando en ese libro miles de anécdotas en forma de cuento, en forma un poco novelada, pero que son muy bonitos.

Anécdotas divertidas, cuentos de chascarros que le han sucedido. Pero entre medio intercala algunas reflexiones muy bonitas. Te quería leer una descripción que hace este personaje, Giacomo, de su familia. Cuenta él:

“Como nos gusta decir en nuestra casa, papá es el motor, nosotros los niños somos las ruedas y los engranajes, y mamá es el combustible. Mamá haría cualquier cosa por nosotros. Mamá renunció a su título, a dos exámenes del final para quedarse con la familia.

Mamá, lava, plancha, limpia, ordena la cocina. Y las pocas veces que volvemos a casa de la escuela y no encontramos el almuerzo en la mesa, está listo en la nevera o en el horno o en la olla.

Mamá es una emprendedora. Ella invierte en nosotros todos los días. No invierte dinero, sino tiempo, horas, segundos, la vida. También porque no hay mucho dinero para invertir en la casa Mazzariol. Pero nunca nos hemos dado cuenta; o al menos nosotros, los niños, nunca nos dimos cuenta. 

A veces me imagino cuántos pensamientos han llenado la mente de nuestros padres con nubes a lo largo de los años. Pero si esas nubes traían lluvia, bueno, nunca lo supimos. Nunca recibimos una gota de lluvia, mamá y papá siempre nos protegieron de ella”

(“Mi hermano persigue dinosaurios” Giacomo Mazzariol).

la Virgen

AMOR INCONDICIONAL

Me gusta este texto que te acabo de leer porque describe a una madre que se empeña por sacar adelante su familia, se empeña por proteger a sus hijos, se empeña por darles cariño, darles amor, por cuidarlos, por criarlos libremente. Es una madre que tiene esa claridad en su propósito. Lo más importante, el amor.  El amor a sus hijos, el amor a su familia.

Nuestra Madre del Cielo, la Virgen Santísima, es una Mamá así. O incluso me atrevo a decir que mucho mejor. Porque Ella nos conoce mucho mejor, Ella está en el cielo y nos consigue mucho. Con ese cariño que nos tiene nos va dando todo lo que necesitamos. Y ahora le estamos pidiendo esa paz.

Jesús nos dio a nuestra Madre desde la Cruz. María es una verdadera Madre. Y le podemos pedir con insistencia: “Madre, danos la paz. Danos esa paz que solo tú puedes dar”.

Los Papas en la historia han seguido repitiendo esa petición que la Virgen le pidió a esos pastorcitos a principio del siglo XX. Especialmente Juan Pablo II, que consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María.

Y nosotros quizá podamos repetir o más que repetir, renovar esa consagración en nuestro corazón diciéndole: “Madre nuestra, te pedimos por el mundo, te pedimos por nuestros corazones, por nuestras familias, para que haya siempre paz”.

QUEREMOS PAZ

El mundo está pidiendo paz. El mundo, que muchas veces, uno ve. No hay que ir muy lejos para descubrir esas divisiones, esas confusiones, esos problemas que uno encuentra en el mundo. No hay que ir muy lejos para encontrarlos.

“Madre nuestra, te pedimos que vayas juntando a los que están divididos. Para que vayas dando esa paz en los corazones y especialmente la paz entre los países vecinos. Por la guerra, para que se termine. Por la guerra en los distintos países del mundo, para que las almas puedan llegar a soluciones pacíficas.

Te pedimos por las familias, para que permanezcan unidas en la oración; la familia que reza unida permanece unida. Que todas las personas puedan encontrar esa paz y esa alegría en la oración.

Le pedimos también por la unidad de la Iglesia, por la paz universal, para que siempre estés tú Madre nuestra y tu Hijo Jesús, presente en cada casa, en cada país, en cada corazón.

Y hoy podemos acudir especialmente a esa oración que nos enseñó el Ángel, que le enseñó a los pastorcitos, pero que también nosotros podemos aprovechar:

“Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas de tu misericordia”.

Se lo pedimos al Señor, por intercesión de María, Reina de la paz, santa María sube esta petición al Cielo, nuestra petición en tus manos.


Citas Utilizadas

Hch 19, 1-8

Sal 67

Jn 16, 29-33

Reflexiones

Madre nuestra, pedimos intercedas para que haya paz en el mundo, para que se encuentren soluciones pacíficas y termine la guerra. Te pedimos por las familias, por las personas que no encuentran consuelo, por todos los que están lejos de tu Hijo y no encuentran solución. 

Intercede por cada uno de los corazones que se acercan hoy a ti pidiendo tu auxilio y protección, para que escuches sus plegarias y les des la paz, el amor y consuelo que necesita. 

Santa María, Reina de la paz. Ruega por nosotros.

Predicado por:

P. Felipe

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