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EL PODER DEL HIJO DEL HOMBRE

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SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR

El Evangelio de la misa de hoy, con el que queremos hacer nuestro rato de oración contigo Señor, nos cuenta cómo le dices a tus discípulos cómo serán los últimos días, cómo será tu segunda venida.

Y es que ahora la Iglesia nos quiere recordar de la segunda venida del Señor, qué es lo que recitamos todos los domingos en el Credo. Esperamos que Jesús vuelva, pero esta vez glorioso.

La primera vez Jesús llega a este mundo, se hace hombre -diríamos en silencio-, nadie sabe que ha nacido Dios, solo por María y José y además porque los ángeles se lo anuncian a unos pastores y los Reyes Magos que leen el firmamento, esos signos.

En la segunda venida, en cambio, nos vamos a enterar, y es así que dice el Señor:

En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.”

(Mc 13, 24- 32).

CRISTO REY DEL UNIVERSO

La escena que el Señor nos presenta, es una escena estremecedora, que es digna de una película de Hollywood. Y es que después de ese tiempo en el que vivimos, el tiempo de la Iglesia, la Iglesia Militante, vendrá el Hijo de del hombre: Jesucristo triunfante.

«Vemos Señor cómo te ofenden. A veces, leo algunas noticias, por ejemplo, que dicen que se ha profanado una Iglesia, se han robado la Eucaristía, han atacado a los cristianos, han atacado a Tus pastores, y no pasa nada…».

Eso es lo más penoso que, a los católicos, a los cristianos, nos dicen y nos hacen de todo y no pasa nada. A fin de cuentas, te ofenden a Ti Señor.

Llegará el momento en el cual Jesucristo vuelva glorioso, triunfante. Para eso, en este mes de noviembre, en el que hemos celebrado la solemnidad de Todos los Santos, también la de los fieles difuntos, ahora al final, ya casi de este mes, nos dirigimos a esa gran fiesta en la que veremos a Cristo como Rey del universo.

LLEVAR LA CRUZ DE CRISTO

Por eso, ahora, en este domingo leemos a Jesucristo que representa justamente o manifiesta a los cristianos ese camino que es la Iglesia, qué es ser cristianos, ese camino acompañado por la Cruz.

Los cristianos tenemos el signo de la Cruz. Los sufrimientos de los cristianos son también ese camino que nos lleva hacia la gloria del Hijo del hombre. “Ayúdanos Señor a no olvidarnos de esto”.

Esto lo hacía recordar el Papa Francisco a los Cardenales de la Curia Romana, al día siguiente de ser elegido Papa. Les decía que, si predicamos a un Cristo sin Cruz, la Iglesia se convierte en una ONG.

Esto que se lo decía el Papa a los Cardenales, también lo podemos aplicar a nosotros. Pensar que para ser Santos no debamos esforzarnos, que no debamos llevar la Cruz de Cristo.

VENIDA TRIUNFANTE

El Señor en dos ocasiones habló de su venida triunfal. En una ocasión, lo hace en la casa de Caifás y le les dijo a los presentes:

“Verán al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y venir sobre las nubes…”.

En esta ocasión, el Señor habla de un momento más remoto y dice que, al final de la historia, los que vivan verán al Hijo del hombre. Por tanto, parece que lo que Jesús dice, señala dos momentos distintos. Uno, un momento desde el momento de su Resurrección, es la Gloria de la Resurrección; y en cambio en el otro caso, es la venida triunfante, con gloria, con poder.

En ambos casos evoca esa imagen del Hijo del hombre, que leeremos o hemos leído en la misa sobre el profeta Daniel, habla de un Hijo del hombre.

Por otro lado, encontramos unas señales, que nos recuerdan justamente ese juicio de Dios, esa angustia también, que se va a dar, como los astros se van a caer… No nos lo imaginamos Señor y no quisiéramos estar allí.

BUSCAR LA SANTIDAD

Desde luego, no debemos esperar esos momentos, esos cataclismos, pues es ahora cuando tú y yo, podemos esforzarnos para vivir bien nuestra fe, cristianamente y heroicamente; una vida cotidiana, ordinaria. Así, viviendo de ese modo como lo han hecho los santos, podremos estar preparados para ver a Cristo.

Por eso, San Agustín, cuando comentaba la segunda venida de Jesucristo decía: “Veo que esto se puede entender de dos maneras, puede venir sobre la Iglesia como sobre una nube, como ahora no cesa de venir, conforme a lo que dijo: Ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha de la virtud, viniendo sobre las nubes del cielo. Entonces vendrá con gran poder y majestad porque en los Santos aparecerán más su poder y su majestad divinas porque les aumentó la fortaleza para que no sucumbieran en las persecuciones”.

Qué bonito es esto y muy interesante pensar que Dios ya se manifiesta en su poder en los santos. “Cuando Tú Jesús dices, en algunas ocasiones, que el Reino de Dios está entre nosotros…”, ¿qué significa esto?

LOS SANTOS DE LA PUERTA DE AL LADO

Podemos pensar en la vida de los santos… y para eso te recomiendo a ti – qué estás haciendo estos 10 minutos con Jesús-, uno de los documentos del Papa Francisco, una carta que se llama Gaudete et Exsultate. Que habla sobre la santidad en medio del mundo.

Allí el Papa habla de los santos de la puerta de al lado y menciona varios ejemplos de gente que vive santamente, una vida corriente -como la que tenemos todos nosotros-, pero que se han esforzado.

Pensamos también en todos esos santos a los que tenemos devoción, ya no como esos grandes milagros con los que, a veces, se les presentan, sino en cómo supieron vencer las tentaciones.

Esa tentación, por ejemplo, de la flojera, de no ponerse a estudiar, a trabajar cuando corresponde; en no vivir esa caridad con las personas que tienen alrededor, cuando a lo mejor estaban más cansados y en vez de dejarse llevar por el mal genio, el disgusto, el cansancio…pues sonreían o volvían a la carga para tener detalles de servicio con alguien; o por supuesto, que vivían esa fe e iban a misa, hacían su rato de oración. Todo lo que se refería a Dios lo hacían con gusto, se vencían.

HOMBRES Y MUJERES LLAMADOS A LA SANTIDAD

Esto nos lleva a pensar a ti y a mí que somos, a fin de cuentas, hombres y mujeres llamados a la santidad; y que esos santos han sido hombres y mujeres como tú y como yo.

¿Cómo superamos esas dificultades? De la flojera, de la vanidad, del orgullo, de la soberbia, esa sensualidad de ese estar pegados a las cosas de la tierra; a veces, será el celular, a las redes, a los likes.

Piensa ¿qué es lo que te ata en este mundo? Y pídele al Señor que te de esa fortaleza, que es propia de su reinado, propia de un Rey, para decir: – Basta. “Señor no quiero que haya nada en mi vida que me ate y que me aleje de Ti, todos esos pesos que me tiran hacia abajo. Ayúdame, Señor, a ser feliz.”

Vamos a pedírselo al Señor con mucha fuerza, con convicción de que el Señor lo puede todo. Sabiendo que, como lo dice la Carta a los Hebreos, que tenemos a Cristo, que se ha ofrecido de una vez para siempre por los pecados, en un único sacrificio.

Que acudamos constantemente a ese sacramento de la confesión, que limpia nuestros pecados, que nos cura de esa herida del pecado y nos permite acercarnos a el banquete eucarístico, la Eucaristía; poder recibir a Jesucristo, poder acudir a ese sacrificio de la Santa Misa y recibir a Cristo Resucitado.

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