GOD’S PIE
Hace años vi un video que se llamaba God’s pie: el Pastel de Dios y mostraba un hombre que recibe una caja color rosa, en la que había una torta riquísima adentro y la abre con fruición, la mira y se pone a cortar las porciones y a repartirlas entre unos comensales que estaban sentados a lo largo de una mesa.
Cada uno de ellos tenían un cartelito delante que decía casa, el otro decía auto 1, auto 2; el otro decía moda, hobbies, este estaba vestido con, tenía atrás un arco y flecha, patas de rana, no sé, todos los hobbies.
Otra porción va para uno que decía tarjeta de crédito. Y así le va quedando a cada uno su plato con un pedazo de torta, más o menos grande. También hay uno que es educación, que recibe solo unas migajas de torta.
Y finalmente le queda a él una porción más bien chica y delante hay un lugar puesto con un cartelito que dice: yo. Entonces ahí se sienta el protagonista, dispuesto ya a comer su torta que tiene una pinta bárbara.
EL PLATO VACIO
Pero entonces se da cuenta, de que cuando va a dar el primer bocado, de que todos en la mesa lo están mirando, con una cierta tensión, porque resulta que todavía quedaba un comensal más en el extremo de la mesa, que no había recibido nada y este decía: God; decía Dios.
El hombre mira el plato vacío de Dios, mira su plato que ya solo le quedaba un poco de su porción, más bien chica. Y uno de los comensales le dice: ¡Ché! Él trajo la torta, trajo el pastel y entonces el protagonista mira a Dios, Dios le sonríe, mira su plato vacío, como diciendo: ¿me va a tocar algo?.
Pero este hombre después ve su torta y tapándose un poco la cara para que Dios no lo vea, empieza a comer. Y bueno, pasado ese momento de tensión, todos los demás empiezan a comer y Dios se queda mirando con el plato vació.
TODO LO QUE TENÍA
Y recordaba este video tan gráfico de lo que sucede en más de una persona, a raíz de el Evangelio de la Misa de hoy, que nos cuenta San Lucas que en aquel tiempo Jesús:
“Alzando los ojos, vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda pobre que echaba dos monedillas y dijo:
En verdad les digo que esta viuda pobre ha echado más que todos; porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir”
(Lc 21, 1-4).
Está Jesús en el templo (en otros Evangelios dice, frente al cepillo el lugar donde se ponían las ofrendas) estaba mirando, y esta mujer es a la que a vos Jesús, te llama la atención. Unos dieron de lo que les sobraba, que ya es más que este hombre de la torta, que no dio nada, pero esta mujer dio lo que tenía para vivir.
LO QUE NOS PIDES
“Sinceramente Jesús no creo que vos esperes de todos nosotros que demos lo que tenemos para vivir a la Iglesia, mi sueldo, mi plata, mis posesiones, mis instrumentos de trabajo, mi ropa, todo.
Si quizás se lo pedís a personas que has elegido para que vivan un camino con una entrega, con un voto de pobreza, que aun así, tendrán que velar para que su corazón esté siempre desprendido, cuando hayan dado todos los bienes y quizá tengan, no sé, un hábito o la comida diaria o las cosas no necesarias para subsistir.
Pero lo que sí pienso, Jesús, que a todos nos pedís es:
- Que te demos lo mejor, que lo mejor sea para Dios, es más, que te demos todo.
- Porque sepamos poner todo lo que somos y tenemos al servicio de los planes de Nuestro Padre Dios.
No las sobras, no un poco de tiempo a última hora del día o la última hora de la semana, que está bien, que es más que nada y está muy bien, no.
DAR HASTA QUE DUELA
Pero Jesús de la que se admira es de esta mujer que dio hasta lo que tenía para vivir, me imaginaba yo qué hubiera pasado si en este video, el videíto de God’s pie, el pastel de Dios, el hombre al recibirlo sacara la torta entera y se la lleva ahí al último puesto a Dios ¿Qué hubiera pasado?
Pienso que Dios no se lo hubiera comido solo, porque de hecho Él la trajo y la trajo para darla, no. Pero si lo hubiera quizá ayudado a repartir entre los comensales, quizá le da más torta a la familia, menos a un auto, quizá le da un poco más a la educación y menos a la moda, no sé, dependerá de cada persona.
Y seguramente, le hubiera quedado una parte para Él. O más todavía, lo ideal sería que nosotros al repartir las porciones con Dios, confiemos en que Él nos puede ayudar a que esa administración de los recursos sea, una en que confiando en Él, justamente, esta plata, nuestro tiempo, nuestras intenciones, nuestras esperanzas, todos sean para buscar agradar a Nuestro Padre Dios.
LO QUE TE IMPORTA
Y no es que nos vamos a quedar sin nada, al contrario, vamos a ganar todo, al compartir con Dios. En el fondo, a vos Señor, no es lo que te importa tanto, la torta, nuestra planta, nuestras posesiones, sino que lo que te importa es:
Nuestro corazón.
Por eso te admiró esa mujer. Que va al Templo a dar lo que tiene a Dios, por qué le importa tanto Dios, le parece tan importante Dios que no piensa en ¿cómo voy a subsistir yo, qué voy a hacer si ya no tengo ni siquiera está dos moneditas? Que por otra parte tampoco iba a poder hacer mucho con las dos moneditas. Quizá piensa, bueno ya Dios me ayudará.
A mí me recuerda un poco al relato de aquellas mujeres que iban a embalsamar Tu Cuerpo Jesús, que ya había sido sepultado y pensaban ¿Quien nos va a quitar la puerta, de la puerta esa piedra que está ahí sellando la entrada al sepulcro?, no sabían cómo iban a hacer. Sin embargo van igual llevan los perfumes, no tienen todo asegurado, pero la fe las mueve a no detenerse.
Me recordaba también a Abraham, a quien Tu Padre le pide que entregue la vida de su hijo, Isaac, y él se dispone a ir hasta el monte Moria, lo lleva para inmolarlo. Y alguna vez escuché que, Abraham creía en Dios y que Dios era el Dios de la vida y si él obedecía, Dios, incluso, podría devolverle la vida de su hijo. En cualquier caso veía que, lo más importante era: Dios.
¿QUÉ TIENES QUE NO HAYAS RECIBIDO?
Qué gran confianza, no, qué gran confianza en Él. Y nos podemos preguntar ahora en estos 10 minutos con Jesús ¿A mí qué me pedís Señor? ¿Cuáles son mis dos moneditas? Quizá en mi tiempo, quizá en mis bienes, qué es lo que yo te puedo dar confiando.
Y quiero hacer notar, porque me parece interesante, no se trata tanto de cuánto, no. No si yo si fuera soltera; yo, si estuviera en una situación más holgada económicamente; yo, si estuviera más tiempo, no. Cada uno en sus circunstancias puede darle todo a Dios, si tenemos esa confianza de planear con Él.
De darte tiempo, como estamos haciendo ahora, estamos haciendo ahora rezando. Cuando tomamos decisiones, cuando nos quieren complicar con alguna cosa que nos piden. Si decidimos con Dios no perdemos, ganamos, porque Dios no se deja ganar en generosidad». Y al final, como dice San Pablo:
“¿Qué tienes que no hayas recibido?”
(1 Cor 4, 7).
Vamos a pedirle a Nuestra Madre, Ella que no dio de lo que les sobraba, sino que te das, Madre Nuestra, entera a Dios. Ayúdanos a no ser tacaños, con Nuestro Padre Dios sino a ser confiados, generosos, recordando que todo lo que tenemos lo hemos recibido.