Hace unos meses amenazaba con llegar el calor extremo a la casa donde vivo, pero el presupuesto no nos daba para envolver todo en una gran máquina de aire acondicionado.
Así que esperando que lleguen tiempos mejores en la economía, decidimos invertir en varios ventiladores pequeños, de unos 30cm de diámetro.
La idea era que fuesen pequeños era porque tenían que ser portátiles para llevarlos fácilmente de un lado para otro, a donde hicieran falta.
TE DA MÁS
Compramos tres, en una marca propia de una cadena grande de electrodomésticos, que tiene como slogan la frase “te da más” (esto no es publicidad).
Compramos los ventiladores que funcionaron de maravilla. Eran potentes, silenciosos, y hasta elegantes, eran bonitos, porque tenían una protección de metal con el logo de la marca en el frente.
Cuál fue nuestra sorpresa, cuando apenas unos días de comprados, uno de ellos apareció vandalizado.
Te voy a explicar, vandalizado porque no había modo de identificar quien era el culpable, pero sí, uno más o menos podía intuir la edad.
Porque habían rayado justo debajo de la marca del ventilador y con rotulador negro, escribieron con letra de niño muy pequeño, el slogan de la marca: “te da más”.
Nos encontramos con aquello, y la cosa era muy tierna, no sabíamos si reírnos o llorar. Apareció así rayado en una de las salas de estudio que tenemos aquí en la casa, así que seguramente fue uno de los muchos niños pequeños que pasan por la casa todas las tardes.
La verdad era que tampoco era para tanto. Si hubiésemos querido, se podía limpiar fácilmente frotando con alcohol.
Pero alguien decidió dejarlo así, como recuerdo de la picardía de los niños y resulta que, sin proponérnoslo, ahora el ventilador está en el oratorio de la casa.
Así, que cuando estoy yo solo haciendo un rato de oración delante del Señor en el Sagrario, me pongo en presencia de Dios y lo enciendo.
LO DA TODO EN LA CRUZ
Me es fácil mirar el ventilador que esta rayado todavía, y me sirve para acordarme de encomendar a los muchachos que vienen todos los días por la casa.
Pero además esa frasecita escrita por ese niño, a mí me ayuda muchísimo, porque intento aplicarla a Dios, ahora ese ventilador vandalizado me recuerda que Dios siempre “da más”.
Inocentemente, pero dentro de la providencia divina, un niño tatuó una jaculatoria en un ventilador: Dios siempre da más de lo que pedimos.
Lo da todo de hecho, lo da todo con su encarnación, lo da todo en la cruz, hasta la última gota de su preciosísima sangre derramada por nosotros.
Cuando sabemos por fe que bastaba solamente una sola gota de su sangre, para redimir al mundo entero.
Así es el amor de Dios, Dios da siempre mucho más. Dios nos da incluso mucho más de lo que creíamos necesitar, porque no quiere dejar de pensar en nosotros.
Tanto es así que, en medio de aquel suplicio atroz en el Calvario, piensa en no dejarnos solos.
Nos entrega más de lo que pedíamos, nos entrega a su propia madre para que sea madre nuestra. ¡Dios siempre da más!
Aprovechando esta consideración, que Dios nos da tanto que nos da a su madre, la liturgia tiene previsto que esta semana sea una semana muy mariana.
El pasado domingo tocaba celebrar la fiesta de la Natividad de María (aunque estaba impedida por ser domingo).
Igual en muchos sitios nos dedicamos a decirle a nuestra madre, que nos alegramos mucho que ella existiera.
NUESTRA MADRE DEL CIELO
Acá en Venezuela, ese mismo día domingo se venera la advocación de la Virgen del Valle, que es una advocación con gran arraigo en el oriente del país.
Y, por si fuera poco, ayer aquí en Venezuela, celebramos la advocación de la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela (ahora que por supuesto tenemos tanto que pedir), esta fiesta fue como un bálsamo para nosotros.
Hoy, en esa misma onda estamos celebrando el Santísimo nombre de María, para continuar esta buena racha de cariño a nuestra Madre del cielo.
En realidad, litúrgicamente no es una fiesta, es una memoria, pero para nosotros es una fiesta celebrar a nuestra madre y su santísimo nombre.
Hoy en la memoria del santísimo nombre de Maria, es un buen día para invocar su nombre y aplicar esa misma jaculatoria del ventilador a ella: “la Virgen María siempre te da más”.
En los momentos de dificultad, en los momentos de desesperación, acudamos con confianza a ella para que nos consuele, nos dé seguridad en medio de la tormenta.
Que su nombre, sea de verdad un ancla contra todo lo que nos quiera perturbar.
Ahora mismo, mientras hago este rato de oración contigo, me viene a la mente el milagro de un amigo que hace poco salió de una gran tormenta espiritual que tenía en su alma, ¿cómo salió? Pues agarrado del rosario.
AGARRADOS DEL ROSARIO
Yo creo que otras veces ya hemos comentado esa imagen de la ultima cena, de la Capilla Sixtina, y como unos ángeles van subiendo almas al Cielo, agarrados de un rosario.
Pues bueno, el rosario es un arma poderosísima, porque allí pronunciamos ese dulcísimo nombre de nuestra madre, al menos 50 veces.
Hoy es un día estupendo para rezar el Santo Rosario con la mayor devoción posible. Ya sea sentados en el sofá de la casa, o en una iglesia, ya sea delante de una imagen de la Virgen o de camino al trabajo.
Hoy es un día para ponerle muchísima ilusión en el rezo del rosario, la ilusión puesta en pronunciar su nombre en cada avemaría, como quien se regocija paladeando la miel más pura.
Yo sé de personas que tienen un rosario en la mesa de noche, por una parte, para poder rezar el rosario en la noche.
Por otra parte, por si viene el insomnio, y dicen: bueno, si me voy a quedar dormido, ojalá que lo último que yo diga antes de rendirme en los brazos de Morfeo, sea el dulce nombre de María, en cada avemaría.
Pero además por supuesto, para que antes de dormir pues darle un beso a ese rosario que demuestra nuestro cariño a la Virgen.
Qué pena que haya quienes piensen que el cariño que le tenemos a nuestra Madre pueda opacar la adoración debida solo a Dios.
Nosotros estamos muy claros en esto: la auténtica devoción a la Virgen María necesariamente nos lleva a adorar más a Dios. Porque eso es lo que ella quiere.
Recordamos esa imagen que han usado tantos santos, que la Virgen es la luna que su belleza proviene precisamente de reflejar la luz del sol, la luz de Dios.
ELLA QUIERE ACERCARNOS A ÉL
De hecho, cuando decimos que “la Virgen siempre da más”, lo primero y principal que ella quiere ofrecernos es a Dios.
Ella quiere acercarnos a Él. Que lo tengamos siempre presente, que nos acerquemos a Él.
Eso es lo que contemplamos en la lectura del Evangelio de hoy, en la Misa propia de la memoria de hoy.
La Virgen Maria visita a su prima santa Isabel, y la sorpresa es máxima en su prima Isabel, cuando con María llega a su casa la bendición del Niño que trae en su vientre:
“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”
(Lc 1,39-47).
Aquí está nuestra madre prácticamente desde el inicio del Evangelio, haciendo lo que mejor sabe hacer: “Mostrarnos a su Hijo, acercarnos a Él.”
Sí, hoy es buen día para invocar su nombre con mayor fervor, pedirle que nos conceda salud, trabajo, tranquilidad, o cualquier intención noble que tengamos en mente o en el corazón.
Pero por encima de todas estas cosas buenas, que son peticiones licitas, y las tenemos que hacer, lo primero debería ser, pedirle que nos acerque a Dios.
Eso es lo mejor que ella tiene para ofrecernos: la cercanía con Dios, la cercanía con su Hijo.
Ella sabe que al concedernos esto, el resto será una añadidura y será todo que en función de eso que es lo más importante: estar cerca de Dios, ser cada vez más santos.
Vamos a pedirle el día de hoy a nuestra madre que nos de la audacia de un niño que pide la luna.
Ella sabe mejor lo que nos conviene. Y si le pides con audacia, como bien dejó escrito el vándalo infantil en el ventilador de mi casa, siempre María “te da más”.