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“ENCHÚLAME LA MÁQUINA”

NACER DE NUEVO POR EL ESPÍRITU, enchulame la maquina

Hoy es la fiesta de Pentecostés; “50 días después de la Pascua”. Viene del griego Pentecoste que significa “quincuagésimo” (50).
Los judíos celebraban la «Fiesta de las siete semanas» (50 días), que en sus orígenes tenía una razón agrícola. Se trataba de la fiesta de la recolección, día de alegría y de acción de gracias.

DÍA DE FRUTOS

¿Recolección de qué? De los frutos. Pues hoy es día de frutos. Frutos espirituales. Frutos para el alma. Los frutos que Dios nos da y que Dios espera que demos.
¿Tú y yo, estamos dando fruto…? Seguro que sí. Pero para dar mayores frutos todavía, le pedimos al Espíritu Santo lo que reza la secuencia en la Misa de hoy:

Llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles. (…) Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está enfermo, doblega lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está torcido (Secuencia de Pentecostés).

Le pedimos que haga esto en cada uno de nosotros para poder dar más fruto.
Los apóstoles no estaban dando mucho fruto, hasta aquel día…

“Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. Y de repente sobrevino del cielo un ruido, como de viento que irrumpe impetuosamente, y llenó toda la casa en la que se hallaban. Entonces se les aparecieron unas lenguas como de fuego, que se dividían y se posaron sobre cada uno de ellos. Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les hacía expresarse.

(Hch 2, 1-4)

“Lenguas como de fuego…” Y nosotros acabamos de pedirle: “calienta lo que está frío”.
“Necesito fuego que caliente, que encienda. ¡Qué digo! ¡Espíritu Santo, no necesito fuego, necesito incendio!”
Ese fuego descontrolado que afecta o abrasa todo. Quiero un incendio que me caliente, que me encienda interiormente.


Que me lleve a querer a Dios con fuerza. A moverme como auténtico cristiano. Que me purifique quemando toda la basura que hay en mí, la que ha dejado el pecado en mi alma…

UN GRAN INCENDIO

Dicen que el gran incendio de Londres fue un fuego devastador que arrasó la ciudad de Londres desde el 2 hasta el 5 de septiembre de 1666.
Arrasó la parte más antigua de la ciudad y se estima que destruyó las casas de 70,000 de los 80,000 habitantes. ¡Eso es un incendio…!
Al Espíritu Santo hay que pedirle que arrase. Que tire para abajo las casas de mis miserias: la casa de mi soberbia, la casa de mi sensualidad, la casa de mi egoísmo, la casa de mi pereza. ¡Fuera!
A veces, dicen que los incendios se propagan a causa del viento. Y ahí está presente el viento en el relato de Pentecostés: “Sobrevino del cielo un ruido, como de viento que irrumpe impetuosamente.”
Hay vientos de vientos, dependiendo de la fuerza y de la duración. Un viento fuerte que dura poco tiempo es una ráfaga.
Los vientos fuertes de duración intermedia (aproximadamente un minuto) se llaman turbonadas.
Los vientos de larga duración tienen distintos nombres según su fuerza como, por ejemplo, brisa, temporal, tormenta, huracán o tifón.
Ya Jesús había dicho:

“El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.”

(Jn 3, 8)

Le pedimos: sopla en mi alma. Sácame de mi modorra, de mi tirar a medias, de mi conformarme con poco, con ir tirando, con “no complicarme la vida” …
No necesito una ráfaga, ni una turbonada, ¡necesito tormenta, huracán, tifón!
Los vientos huracanados pueden ser vientos sostenidos que alcanzan velocidades de más de 50 km/h. Esos arrasan también como un incendio. La gente se esconde, buscan refugios.

¡VIENTO HURACANADO!

Espíritu Santo, te pido que no se esconda ninguna de mis miserias en un rincón de la casa que se han construido en mi interior, intentando aguantar el tirón.
Por ejemplo: ese saber que esa amistad no me viene bien, pero no terminar de cortarla.
Ese querer ser trabajador, buen estudiante, pero dejarlo para la próxima ocasión. Ese punto de lucha que tengo claro pero que siempre dejo para mañana…
¡Viento huracanado! ¡Remueve, empuja, quita lo que estorba! Es lo que puede hacer con nosotros; y es capaz de hacerlo con mucha fuerza. ¡Pidámoselo!
Ahora, hay que estar dispuestos… Hay que querer cambiar, hay que querer ser santos…

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.»

(Jn 15, 26-27)

¿Hasta dónde estoy dispuesto? ¿A estar con Él, siempre?
No es simplemente saber cositas, o hacer cositas, es: que nos cambie, que nos transforme. Que nos lleve a escuchar a Dios y a seguirle.
No es un barniz de cristiano. Es ser cristiano, otro Cristo, el mismo Cristo…


No sé si te acuerdas de un famoso programa de televisión llamado: “Enchúlame la máquina”.
Lo transmitía MTV en 2004. Ahí los autos eran mejorados con televisores y otras extravagancias. Y resulta que todo se trató de un fraude.
El popular conductor del programa Xzibit, confesó en una entrevista que no tuvo nada que ver con las renovaciones reales mostradas en pantalla.
De hecho, aseguró no tener ningún conocimiento de automóviles: “Sé tanto como tú. Le pongo gasolina a la máquina y la conduzco. Si no arranca, la llevo al mismo lugar que tú”, dijo entre risas, en la entrevista.
Además, Xzibit reveló que solo aceptó ser conductor de “Enchúlame la máquina” para alcanzar popularidad.
“Solo quería que reprodujeran mis videos en MTV. No sabía que iba a ser la gran cosa”, -confesó.

TÉCNICAS HUMANAS

Pues nosotros tampoco es que sepamos mucho de cómo se cambian las cosas del alma.
No se trata de un simple esfuerzo humano con técnicas humanas. “Sé tanto como tú” podríamos decir nosotros también.
Pero el que sí sabe es el Espíritu Santo. Él es el que puede renovarnos, cambiarnos.
Tampoco es “dar la imagen dé”, o aparentar… Como el que cuelga fotos en redes sociales, solo para dar la imagen… Solo quería que reprodujeran mis videos en MTV…
Hoy podríamos decir en YouTube, en Instagram, en Reels…
No se trata solo de dar la imagen, ¡Se trata de ser! Y para eso le podemos pedir al Espíritu Santo: “¡enchúlame la máquina!”: Lava lo que está manchado, endereza lo que está extraviado.
Ojo, que mucho de eso lo hace a través de los Sacramentos, asi lo dice en el Evangelio:

“Sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengan, les son retenidos». (

Jn 20, 22-23)

Es el Espíritu Santo el que limpia, el que endereza, el que doblega… El que trabaja las fibras de nuestras almas… Normalmente con la confesión y la comunión, que son los que tenemos más disponibles.
El Espíritu Santo no se anda con cuentos… Pero nosotros: -decidirnos a no poner obstáculos, a dejarnos cambiar, a dejarnos arrasar, a dejarnos quemar por el incendio si hace falta…
A dejarnos sacudir por esos vientos huracanados que pueden despertar en nuestro interior. ¡Dejarle!
Nuestra Madre es esposa del Espíritu Santo. Ella sí que sabe. Ella nos puede ayudar.

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