Muchas veces me llegan al confesionario personas que han sufrido mucho a causa de los que, en principio, habían jurado amarles.
Especialmente se da en el matrimonio, en donde las dificultades, a veces la escasez económica, otras veces la diferencia de caracteres o el tiempo, van agrietando un amor que se juró para siempre.
Cuando uno no pone remedios para reactivarlo, a veces da la impresión de que el culpable de todas las cosas es esa persona que había jurado estar ahí para ayudarte a hacer que las cosas sean más fáciles.
Quería empezar así esta meditación, porque el Evangelio de hoy es un Evangelio que tal vez lo hemos interpretado de otra forma. Dice:
“Yo les digo que no hagan frente al que les hace mal; al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra: al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que le acompañes un kilómetro, camina con él dos.
Da al que te pide y no le vuelvas la espalda y al que te quiere pedir algo prestado, tampoco.
Ustedes oyeron que se les dijo: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo, pero Yo les digo: amen a sus enemigos y rueguen por sus perseguidores”
(Mt 5, 38-44).
Tenemos este ambiente en el que nos desenvolvemos que, a veces, se vuelve hostil; a veces esas personas con las que deberíamos llevarnos bien se van convirtiendo, poco a poco, en extraños y después pueden llegar a ser hasta enemigos.
¿CÓMO ME COMPORTO?
Vemos que son enemigos de lo que buscamos: de esa felicidad, de que las cosas se desarrollen bien, vemos que se interponen entre la felicidad y nosotros.
Me parece que es una excelente forma de pensar y estas palabras del Señor, ¿cómo me comporto? La bofetada en la derecha, si es que ya te han golpeado la otra mejilla, es un poco difícil ponerla…
También cuando es algo injusto que se queden con algo o que no ayuden tanto en la casa o que se quejen…
Hay tantas cosas que nos pueden hacer ver a esa persona como enemigos y no hablo solo de los esposos, a veces es en la convivencia diaria con los hermanos o con otras personas que deberían estar más cerca.
No vamos a plantear que son directamente enemigos, pero a veces nos comportamos como si lo fueran.
Es un poco triste que, si vamos nosotros, que escuchamos estos minutos de oración todos los días y que estamos cerca de Dios e intentamos reconocerle en el rostro del que sufre, a veces nos olvidamos de que también está en el rostro del que vemos como enemigo, porque pese a que iba a ser el más cercano, se ha ido alejando.
Repito, no solo esposos y esposas, sino muchas veces son hermanos o son hasta los mismos padres.
“Señor Jesús, que nos cambie el corazón. Que intentemos tratar bien hasta a estos enemigos”.
“Amarás al prójimo”.
MOMENTOS DE FLAQUEZA
“Señor, queremos amar al prójimo y, sobre todo, amar a los que están más cerca de nosotros que a veces les confundimos con el enemigo, porque nos dan más iras, porque a veces perdemos la cordura o porque a veces llevamos como un cuaderno con todas las faltas, las injusticias, las cosas negativas que han cometido y nos parece que es un deber de justicia recordárselas.
Perdón Señor porque Tú no hacías esto con tus elegidos, con tus apóstoles, pese a que ellos no se portaban muchas veces bien.
No les sacabas en cara, sino que en los momentos más oportunos le animabas a que sean mejores.
Señor, te pido perdón por todas esas veces que especialmente, con los que vivo yo me he puesto molesto o he pensado mal, “no le voy a volver a prestar el carro o siempre me devuelve sin gasolina…””
Tonterías que uno puede tener en la cabeza y que son, en definitiva, momentos de flaqueza en donde dejamos entrar al enemigo.
Hay que identificar al verdadero enemigo, porque la mayoría de las veces, cuando ocurre una crisis, las parejas o la gente que vive junta empieza a verse el uno al otro como el problema o la causa de la tormenta.
La realidad es que el verdadero enemigo es satanás. Satanás quiere separarte de tu cónyuge o de la persona con la que vives, porque odia todo lo que funciona bien y él hará todo lo que pueda para dividirles.
“Jesús conocía sus pensamientos y les dijo: “Todo reino dividido contra sí mismo quedará desolado y toda ciudad o familia dividida contra sí misma no se mantendrá en pie””
(Mt 12, 15).
Esto es a veces lo que nos pasa y las cosas en casa empiezan a funcionar mal porque no hemos tomado decisiones oportunas.
QUE DIOS GUÍE TUS PASOS
Incluso, si tu esposo o tu esposa o la persona con la que vives ha tomado decisiones equivocadas que tengan un impacto negativo en ti mismo o en la relación, acuérdate de que satanás le encantará ver cómo te alejas, cómo huyes de esa relación.
Por lo tanto, pídele a Dios que sea Él quien dirija, guíe tus pasos, que permita que Él sea el que tenga en manos el matrimonio, la relación, la amistad. Lo que haga falta.
Vamos al verdadero enemigo que es satanás.
Hace poco una familia me contaba que él había decidido dejar el hogar por diferentes cosas y se fue, se divorciaron.
No empezó ninguna otra relación, pero se alejó bastante de esa familia y después de un tiempo, porque tenía que ir a ver a sus hijos, empezaron a conversar y se dieron otra oportunidad.
Volvió él con un poco de miedo porque había salido muy lastimado de esa relación y empezaron a convivir de nuevo y después de unos meses se dio cuenta de que todavía no estaba funcionando, entonces volvió a irse.
Pese a que ya habían de nuevo hecho las promesas matrimoniales, todo estaba en principio solucionado, las cosas no fueron por el buen camino, entonces se volvió a ir.
Volvieron las conversaciones; al principio un poco más tirantes y después un poco más conciliadoras y, efectivamente, una tercera vuelta.
Tercera vuelta ya con los hijos un poco mayores. Y la tercera fue la vencida. Entonces ya empezó a funcionar un poco mejor. Empezaron a convivir de una forma más amigable.
Al principio con miedo las dos partes y después ya con mucha más tolerancia el uno al otro y estas cosas empezaron a funcionar mejor y a fluir.
SE PUEDE COMPONER
“Señor Jesús, que nosotros nos demos cuenta de que a veces las cosas las hemos hecho mal y que siempre se pueden retomar y que a veces da la sensación de que es imperdonable o que esto es algo demasiado”.
Pero si es que realmente te has comprometido delante de Dios y realmente las cosas tienen algún tipo de solución, porque Dios está de por medio, se puede componer; ¡por supuesto que se puede componer!
No estoy hablando de cuando hay violencia o cuando hay drogas o adicciones, pero no dejemos que satanás nos haga que encontremos enemigos en todas partes; enemigos especialmente entre los que supuestamente deberíamos amar.
“Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores”
dice Jesús con claridad en el Evangelio y nosotros tenemos que aprender a rezar también por estos -por así decir- enemigos y perseguidores que a veces nos salen cerca, porque hemos sido nosotros los tontos que les hemos dejado convertir en eso: perseguidores o enemigos.
Darles la vuelta, vamos a perdonar, vamos a amar, vamos a darles la oportunidad de recomenzar esa relación que está un poco deteriorada, esa forma de verle a esa persona que a veces es con ira.
Todos estos detalles se pueden cambiar, por supuesto. ¿Y dónde comienza todo? Con una buena confesión, con una vida interior sana, con un esfuerzo por poner todas estas intenciones en manos de Jesús, en manos de la Virgen María porque ellos son los que nos van a ayudar.
PURGATORIO
Este fin de semana pasado escuché un libro sobre el Purgatorio y realmente, la cantidad de cosas que uno puede hacer para ganarse el Purgatorio es bastante amplia.
Pero una de las cosas que más Purgatorio -según ese libro- producía, era justamente esa: hacer sentir mal a los demás, especialmente a los más queridos. En eso, a veces, hay personas que son expertas.
Vamos a saltarnos el Purgatorio. San Josemaría nos animaba a saltarnos a la torera; o sea, aunque sea de último ratito digamos, pero vale la pena que nos esforcemos en eso.
Cuánta debilidad podría subsanarse cuando tienes la meta en el Cielo, porque este detalle molesto, chocante o extraño lo pasaría por alto si es que pongo la mente en el Cielo, si es que pongo mis afanes allá.
En cambio, cuando busco la justicia o cuando busco que las cosas se hagan a mi modo, entonces es cuando salen más bien los problemas y definimos nuevos enemigos.
“Señor, te pedimos estas intenciones y vamos a ponerlas en manos de tu Madre, la Virgen María. <
Ella seguro que nos ayuda también a luchar por no tener enemigos y, si alguna vez aparecen y son las personas que antes más amábamos, que se vuelvan a convertir en nuestros verdaderos amores”.