Si hay algún niño escuchando esta meditación, ponle cuidado a esta historia de un burrito que se llamaba Pablito, ya lo siento por mis amigos de 10 min con Jesús que se llaman Pablito, no se sientan ofendidos porque haya un burrito que se llame así, no pasa nada, yo tengo un hermano que se llama Pablo.
Bueno, la historia del burrito es la siguiente: un día se salió del potrero en el que estaba y se perdió y su dueño Alfonso salió a buscarlo y estuvo varias horas buscándolo y no lo encontró.
Al día siguiente volvió a salir y tampoco lo encontró, se quedó muy triste porque dijo ya se perdió el burrito, pero a los quince días, dijo voy a volver a salir, me voy a ir un poco más lejos, hacia las fincas vecinas, a ver si de pronto lo encuentro y por allá escuchó el rebuzno de Pablito y lo vio por allá metido dentro de un potrero de una finca vecina.
Entonces pues llamó al mayordomo de esa finca le dijo: oiga es que ese burrito que está ahí es en mio y el señor le dijo pero y bueno pero yo como sé que usted es el dueño de ese burro, porque cualquier persona puede venir a decirme: oiga ese es mi burro, yo como sé que ese es su burro.
Pues Alfonso lo que le dijo: fue pues ese burrito se llama Pablito, yo lo voy a llamar y entonces lo llamó le digo “Pablito” y en ese momento el burro se giró paró las orejas y empezó a correr a acercarse a Alfonso y así recuperó a su burrito. Pablito el burrito.
ESCUCHAR AL BUEN PASTOR
Hoy en el evangelio no se nos habla de burritos, pero sí de ovejas, de hecho llevamos tres días escuchando de ovejas, el domingo pasado el domingo del Buen Pastor; el Buen Pastor da la vida por sus ovejas, el lunes, ayer: Soy la puerta de las ovejas y hoy la atención, la novedad, está en Escuchar la voz del Buen Pastor.
Si somos ovejas, si somos buenas ovejas escuchamos al Buen Pastor “escuchar” ese es el tema de este ratico de oración, escuchar.
Dice el Evangelio:
“Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen y yo les doy la vida eterna, no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno”.
(Jn 10, 27-28)
QUIERO ESCUCHARTE SEÑOR
Jesús yo no quiero que nadie me arrebate de Ti y por eso te pido que me ayudes a escuchar, a escucharte, esa es mi petición del día de hoy yo quiero escuchar.
Y ya no me imagino a los burritos o a Pablito, sino a las ovejas, imagínate, imaginémonos un aprisco de ovejas, muchas ovejas, ¿Cómo hará el Pastor para separar sus ovejas? para llamar a sus ovejas, para decir estas son mis ovejas.
Como la historia de Alfonso que va y llama a su burrito, pues muy sencillo simplemente abre sus labios y las llama por sus nombres.
Dice Jesús hoy,
“mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen”
ellas me conocen, ellas me siguen.
Tan sencillo como eso, Señor llama a tus ovejas, habla a tus ovejas, dile algo a tus ovejas, llámame por mi nombre, llámame por mi apelativo cariñoso, llámame Señor, llámame, háblame, yo quiero escucharte.
Y Jesús nos habla a menudo, el asunto está en escucharlo, ahí está la dificultad. No nos podemos quedar esperando que Dios nos llame como Abraham o como a Samuel con una voz del cielo.
10 MIN CON JESÚS
“10 min con Jesús” llevamos ya casi 6 años, todos los días hay una meditación de 10 minuticos, 10 minuticos con Jesús y te voy a decir algo, no sé si alguna vez te lo he dicho, creo que no, pero lo más difícil de la oración y de estos 10 minutos con Jesús es el peligro de no escuchar a Jesús, de escuchar al sacerdote en cuestión, de cualquier país de América Latina.
Pero el ejercicio que tenemos que hacer es escuchar a Jesús, cuando Jesús habla en lo interior, en el interior del corazón, en el interior de nuestra alma.
Seguro Señor que Tú siempre nos escuchas, de lo que no estamos seguros es si nosotros te escuchamos y para qué escucharte, me adelanto algo que puede ser también el propósito de esta meditación.
Te pido Señor que nos ayudes a tener una actitud de paciencia también, para recibir tu voz, tus palabras pero también tus emociones, tus inspiraciones, lo que Tú nos quieras decir en la oración.
Porque cuando el Pastor habla con una emoción, habla con una inspiración, habla con un propósito.
Yo no me imagino al Pastor diciendo a sus ovejas: “Oigan mis amores es que ahí viene el lobo” ¿Verdad?.
El Pastor si viene un lobo, tiene una manera de decir: “Ahí viene un lobo” y las alerta y les habla fuerte y les habla claro.
IDENTIFICARME CONTIGO
Pues Señor que Tú cuando nos hables también nos transmitas esas emociones, tus inspiraciones, tus sentimientos para que nos podamos identificar. Eso le dice a Pablo a los filipenses:
“llegar a tener los mismos sentimientos de Cristo”.
Eso lo podemos hacer en la oración, bueno Jesús y ¿Cómo sé yo que te escucho a Ti? cómo saber si realmente aquello que me parece percibir es exactamente lo que Tú me estás diciendo.
El Catecismo de la Iglesia habla de movimiento que se agita en el corazón, está bien, bueno mi corazón se agita, mi corazón no late, vibra, como dicen por ahí el jingle o el eslogan de una emisora aquí en Bogotá.
¿Cómo sé que lo que hay en el corazón es de Dios? porque también Señor, puede ser la voz divina, puede ser Tu voz, pero también puede provenir de mi interior, de mi corazón confuso, de mi mente confusa, de miserias o del mundo o incluso del enemigo, del demonio.
ESTAMOS ESCUCHANDO A DIOS CUANDO…
Y hay ciertas luces que indican que realmente estamos escuchando a Dios; la primera, cuando la respuesta parece decantarse en la dirección de la humildad, si esa voz que escuchamos nos invita a ser más humildes, ¡Bingo! eso es de Dios.
Segundo, cuando la respuesta parece decantarse en el amor al prójimo, cuando tenemos la ilusión, el propósito y la intención de querer más, de amar más al prójimo.
Y tercero, cuando la respuesta parece decantarse en la dirección del propio renunciamiento, me quiero negar a mí mismo, quiero desaparecer, quiero evitar la vanidad, la soberbia.
Si lo que me parece que Dios me contesta toma cualquiera de estos tres caminos, es posible que me esté hablando, que me esté diciendo algo que es para mí, no para las ovejas en general, sino para mí, me está hablando ya a mí como ovejita particular.
Bueno Señor y cómo sé que eso que escuchó no es del mundo, las respuestas falsas que podrían venir, provenir del mundo, del demonio, o de la carne herida no tienen ninguna empatía con la Cruz.
Porque la Cruz es desconocida para el mundo, ni con la humildad, el diablo no sabe qué es la humildad, ni con el amor al prójimo y a Dios, porque eso me aleja del riesgo amarme desordenadamente, lo que el demonio quiere, lo que el egoísmo quiere, lo que la sociedad quiere, es que estemos pendientes es de nosotros mismos y ahí no está la Cruz, ahí no está el prójimo, ahí no está Dios.
La otra pista para verificar si escuchamos se trata también el consuelo, ¡Qué maravilla! si Jesús habla una sola palabra viene el corazón grande con su gran paz.
ORACIÓN
Pues Jesús ayúdame a escucharte, yo que todos los días hago este ratico de oración, estos diez minuticos y después me quedo algo, que me llama la atención, me lo quedo, en la cabeza, en el corazón, le voy dando vueltas, lo voy rumiando, lo voy meditando, lo voy reflexionando, eso es oración.
Jesús ayúdame a escucharte, yo que todos los días hago este ratico de oración, estos diez minuticos y después me quedo algo, que me llama la atención, me lo quedo, en la cabeza, en el corazón, le voy dando vueltas, lo voy rumiando, lo voy meditando, lo voy reflexionando, eso es oración.
Pues al hablar con Vos, Jesús, que me termine sucediendo lo que comenté ahorita y también lo que le pasa a los niños, que a fuerza de oír hablar a sus papás y de balbucear vocablos con ellos, pues aprenden a hablar.
Aprender a hacerlo como lo hacen los papás, pues Señor yo quiero a fuerza de estar Contigo y hablar Contigo, de escucharte, a fuerza de rumiar tus palabras, tus acciones, tus sentimientos, acabaré hablando, actuando y pensando como Tú lo haces, Jesús.
SI ESCUCHAMOS A DIOS SE RESUELVE LA VIDA
Que capte con frecuencia las comunicaciones Tuyas y el susurro leve de Tu voz, leve, discreta, porque así Señor te vas comunicando con nosotros.
Que no desaprovechemos ninguna de esas luces.
Quiero terminar con la imagen, que vi una vez en un afiche, me pareció muy bonita, el afiche dice así:
“Si Dios nos escucha se resuelve un problema, pero si escuchamos a Dios se resuelve la vida entera”
Simpático, bueno acudimos a tu Madre Santa María, Nuestra Madre, maestra de oración, vamos a pedirle a ella que sepamos escuchar a Jesús en la oración, qué maravilla es pensar en ese misterio de la Anunciación, la Virgen estaba en oración y así escucha a Dios.
Señor, pero que no solamente te escuchamos en la oración, sino también el largo del día, que nos puedas hablar en cualquier momento, “Habla Señor que tu siervo escucha” y que muchas veces nos llames como a Pablito, cuando estemos por ahí perdidos, que nos llames fuerte, por nuestro nombre para que con mucha alegría volvamos a Tí.