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P. Juan Carlos

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SPES NON CONFUNDIT

En la Bula Spes non confundit el Papa nos recuerda que “la esperanza no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos del amor divino”. 

Hace unas semanas el Papa escribió una bula de convocatoria al Jubileo Ordinario del año 2025. Se llama “Spes non confundit: La esperanza no defrauda”. 

Sobre este texto de la carta de san Pablo a los Romanos y es un documento bastante completo, te lo recomiendo. 

Yo he tocado algunas cosas, porque me parece interesante, Señor, para hablar Contigo durante este rato de oración, la esperanza de san Pablo, cuando se dirigía a Roma.

SER SALVADOS

Sabemos que hay, en un momento de su predicación, que deja el Oriente; ha estado en Grecia y en muchos sitios de Asia, y se dirige hacia Roma. 

Se encamina hacia el corazón del Imperio Romano con esa misión de anunciar el Evangelio. Claro, a sus ojos, Roma era más que una ciudad, era el centro del poder y de la cultura pagana. 

Y él sabía que allí encontraría muchos desafíos: la incomprensión, la hostilidad y quizás el martirio. Sin embargo, san Pablo estaba sostenido por una certeza mucho más fuerte que cualquier obstáculo. 

«Porque en esperanza fuimos salvados»,

lo dirá en esta misma Carta a los Romanos. Porque la esperanza de san Pablo no era una idea abstracta, ni una mera expectativa de bienestar, sino la convicción profundamente arraigada en la promesa de Cristo. 

San Pablo veía su vida y sus sufrimientos como un testimonio vivo de la resurrección.

EL AMOR DIVINO

La ‘Spes non Confundit’ nos recuerda el Papa, que la esperanza no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza, de que nada ni nadie podrá separarnos del amor divino. 

Y en los tiempos oscuros, en las cárceles, en las persecuciones, san Pablo repetiría internamente: «Porque en la esperanza fuimos salvados», dicho eso, como un himno que alimentaba su fe y sostenía su misión. 

Por eso, podríamos pensar nosotros, ¿qué nos enseña san Pablo cuando todo nuestro alrededor parece oscurecerse? ¿Cómo reaccionamos cuando vienen los problemas? 

“En la esperanza hemos sido salvados”, o sea, de que las cosas no sólo van a mejorar aquí, sino que nos preparan la vida eterna. Esa es la esperanza que no engaña ni defrauda.

Es que tenga una super gana de que se acaben mis problemas, tener mi esperanza puesta en que Dios me va a escuchar y va a arreglarlo todo. No.

Tenemos una esperanza en la Vida Eterna y que hemos sido salvados y que estas cosas que pasamos son las que nos abren el puerto para llegar al Cielo. 

Nos invita a mirar a Cristo, quien ha resucitado, y nos da su Espíritu para fortalecernos. 

ESPERANZA,

EN MOMENTOS DE PRUEBA

San Josemaría enseñaba que un cristiano sin esperanza, es como un contrasentido. Y que incluso en los momentos de prueba, tenemos que mirar con confianza a Dios. 

Y en esta época en la que podemos sentirnos como extranjeros en un mundo de valores distintos, vale la pena que invoquemos esta esperanza que nos une a Cristo, y repitamos como san Pablo lo hace,

Es que vivimos en una época en que la tecnología ha cambiado la forma en que vivimos y percibimos el tiempo. La inmediatez del internet, nos ha hecho que esperemos siempre respuestas rápidas. 

Pero eso a menudo, roba nuestra capacidad de esperar y de apreciar el proceso de crecimiento. Vivimos en un constante aquí y ahora, que ha sustituido la paciencia, con la prisa y la calma, con el nerviosismo. 

Y sin embargo, la esperanza cristiana es ante todo una escuela de paciencia. Por eso, san Pablo nos dice también en esa Carta a los Romanos:

«La tribulación produce la constancia. La constancia produce la virtud probada;

y la virtud probada, produce la esperanza». 

Hoy el mundo digital nos ofrece muchas conexiones, pero paradójicamente, también promueve una gran soledad. La prisa, ha suplantado al silencio y la distracción constante, da lugar a la insatisfacción y a la cerrazón del corazón. 

En la carta al “Spes non confundit”, la bula nos invita a ver cómo la paciencia cristiana es la hija de la esperanza; y al mismo tiempo sostiene nuestra esperanza. 

CONFIANZA EN DIOS

En esta era, donde la esperanza parece haberse convertido en una virtud rara, la fe nos llama a redescubrir la paciencia, en lugar de ser una carga, se convierte en el terreno donde el Espíritu Santo nutre nuestra vida interior, donde fortalezca nuestro carácter.

Y en lugar de dejarnos llevar por la prisa, la inmediatez, hagamos del tiempo, de ese tiempo de espera una oportunidad para confiar en el amor de Dios. 

Cuando se alargue un poco esa situación, un poco más difícil, que tengamos paciencia, que esperemos. Así como dice san Pablo.

Seremos testigos de esa gracia, y que no se deja vencer por la velocidad de la vida moderna, sino que encuentra en la paciencia esa señal de confianza en Dios. 

San Pablo, cuando llega a Roma, se va a encontrar con una situación bastante complicada. De hecho, va a estar mucho tiempo encarcelado, no con esa libertad.

Aunque terminan los Hechos de los Apóstoles diciendo que recibía en su casa a mucha gente con una libertad, con una guardia que les cuidaba, pero tenía algo de libertad ahí, pero sabemos que fue bastante complicado. 

En todo caso, hizo lo que el Señor le pedía. Y era un poco difícil estar en Roma, pero sabía que Dios le había pedido eso. Y por eso se queda ahí y se queda esperando el desenlace. 

LA INMEDIATEZ

Tú y yo también nos encontraremos muchas veces con lo mismo, sino que vivimos una época completamente distinta. Y esa prisa y esa inmediatez a veces hace que sintamos las cosas más difíciles. 

Por eso, pidámosle al Señor, la esperanza del Cielo. Porque al tenerla estamos más tranquilos. 

El Papa nos pide que durante este año Jubilar del 2025, seamos signos tangibles de ella, para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria. 

Y ahí va durante varios números, hablando sobre los presos, los privados de libertad, los migrantes, los enfermos, los que están en hospitales…

Los que no pueden, que sus sufrimientos sean aliviados, pero sí que podemos visitar o recibir afecto. Los que están pasando por situaciones de separación… 

La comunidad cristiana tiene que ser signo de esperanza para los ancianos que a menudo experimentan soledad y sentimientos de abandono…. Para los migrantes que abandonan su tierra en busca de una vida mejor para ellos o sus familias… 

Especialmente signos de esperanza para los que no tienen a nadie que se preocupe por ellos. 

Y solamente podremos serlo, cuando nosotros tenemos esa esperanza en el Cielo. El Señor nos ha puesto a nosotros aquí, para ser ese signo para los demás.

ESPERANZA,

AYUDAR A LOS DEMÁS

Vamos a acudir a nuestra Madre, que es esperanza nuestra, asiento de la sabiduría, esclava del Señor, para pedirle que nos ayude a retomar este ser signos de esperanza para los demás, luchando nosotros por tenerla en todas las cosas que vivimos. 

Recuerda que un poco de Cielo ayuda a resolver muchos problemas y la esperanza es justamente (no que se resuelvan los problemas aquí), sino que los problemas nos ayudan a alcanzar más Cielo.

Por eso tenemos esperanza, y somos signos de esperanza para los demás, acompañando a los que más lo necesitan.

Ponemos estas intenciones en manos de nuestra Madre, la Virgen, que le encanta que seamos gente de esperanza y signos de esperanza para los demás. Madre, ayúdanos a ayudar a los demás.


Citas Utilizadas

Tit 2, 1-8. 11-14

Sal 36

Lc 17, 7-10

Reflexiones

Madre nuestra, ayúdanos a saber dar palabras de esperanza y consuelo a los demás. A ser siempre esa amistad que está presente y que con  mucho cariño les apoya y ayuda.

 

Predicado por:

P. Juan Carlos

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