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MAESTRÍA EN CHANTAJE EMOCIONAL

espinas

“Y Jesús dijo a sus discípulos: “No piensen que vine para abolir la Ley o los profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento””.

Jesús, en este Evangelio que nos propone la Iglesia el día de hoy, es más enfático.

“Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley antes de que desaparezcan el Cielo y la tierra, hasta que todo se realice”.

Y luego nos da un ejemplo que es buenísimo, porque nos ayuda a poner la cabeza donde tiene que estar.  Dice:

“El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos.  En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos”

(Mt 5, 17-19).

Jesús, yo quiero ser de los que cumplen tus mandamientos, pero a veces me doy cuenta de que me da vagancia, pereza; o cuando va pasando demasiado el tiempo, me da como hartura: “De nuevo tengo que seguir cumpliendo esto y lo de más allá…”

Pero yo creo que no es algo que nos viene solo a nosotros.  Cuando el mes de marzo ya la gente está un poco más cansada, ya los niños se vuelven insoportables, en el colegio… especialmente los que ahora están en clases.

Y luego también la gente, las luvias… todo se carga como para hacernos que no vivamos los mandamientos, que no vivamos el amor al prójimo, que no estemos atentos a los demás, sino que nos venga una cierta modorra que nos lleva a estarnos quejando todo el tiempo.

EPIFANIO DE BÉNÉVENT

Pero se ve que esto pasaba en tiempos antiguos también.  Hay un escritor cristiano, obispo, que se llamaba Epifanio de Bénévent (siglos V-VI) que decía:

“… en efecto, en aquel tiempo el Señor ejerció todo su poder para que, en su persona, se cumplieran todos los misterios que la Ley anunciaba refiriéndose a Él.  Porque en su Pasión llevó a término todas las profecías.

Cuando, según la profecía del bienaventurado David (SI 68, 22), se le ofreció una esponja empapada en vinagre para calmar su sed, la aceptó diciendo: “Todo se ha cumplido”. Después, inclinando la cabeza, entregó el espíritu (Jn 19, 30).

Jesús no solo realizó personalmente lo que había dicho, sino que llegó a confiarnos sus mandatos para que los practicáramos, aunque a veces nos resulten un poco más pesados. Los antiguos no habían podido observar los mandamientos más elementales de la Ley (Hch 15, 10), a nosotros nos prescribió guardar los más difíciles gracias a la gracia y al poder que vienen de la Cruz”.

Entonces aquí tenemos los elementos: aunque nos resulte a veces pesado, tenemos algo más con lo que trabajar que es la gracia que nos viene de los sacramentos y de la Cruz.

Hay que intentar aprovecharla más,

“hay que intentar ser conscientes de que nos unimos más a Cristo cuando vamos a contrapelo”

(San Josemaría).

Una cosa que a veces nos cuesta un poco más, cuando las cosas no son exactamente como nos gustarían y hay que buscar las formas de estar más cerca de Jesús, aunque cueste, porque cuando nos encontramos con las cosas difíciles hay que abrazarlas.

LAS ESPINAS NO PINCHAN SI SE BESAN

Escuchaba el otro día: “Las espinas no pinchan si se besan.  Las espinas pinchan si se pisan”.  Si se pisa una espina me la clavo, pero si la beso, no pincha.  Los dolores de la vida son inevitables.  

Si se aceptan te hacen sufrir un poco, pero se llevan.  Pero si se pisan, si es que no los aceptamos, si damos coces contra el aguijón -como dice san Pablo- entonces las cosas se complican.

Si yo rechazo un dolor me pincha y me duele; en cambio, si lo acepto con buena voluntad, lo puedo llevar porque lo beso.

Darnos cuenta de que a veces hay que besar situaciones que se alargan, como una enfermedad o como que no nos sintamos especialmente bien o que tenemos una preocupación por alguien más, por una pariente enferma o que está sin trabajo o en nosotros mismos…

Hay tantas cosas que a veces nos pueden parecer que nos quitan la alegría, pero tal vez es porque no has besado esa espina.  Es porque

“tal vez no te has acercado a la Cruz de Cristo”

(Epifanio de Bénévent).

No la has identificado como algo que te puede acercar más a Él.

BENEDICTO XVI

Cierto es que vivimos en una sociedad un poco complicada y que esta

“mentalidad actual nos propone una libertad que está completamente desvinculada de los valores, de las reglas, de las normas. 

Nos invita a rechazar todo lo que suponga un límite a esos deseos momentáneos”

Y nos hace creer que, simplemente, accediendo a todas las cosas que el cuerpo pide, vamos a llegar a esa paz o a esa felicidad.

Se cambia el placer por la verdadera felicidad,

“pero este tipo de propuestas, en lugar de conducir a una verdadera libertad, llevan a la persona a ser esclava de sí misma, de sus deseos inmediatos, de los ídolos como el poder, el dinero, el placer desenfrenado, las seducciones del mundo y la hacen incapaz de seguir su innata vocación al amor”

(Benedicto XVI, mensaje para la XXV Jornada de la Juventud, 2010).

Estas palabras de Benedicto XVI nos pueden ayudar a ver cómo podemos dar besos a nuestras espinas en lugar de dejarnos llevar por esos sentimientos que están ahí, que a veces se presentan como una carga.  Besarlos y entregarlos al Señor, unirlos a la Cruz.

Porque no es que la vida cristiana sea una vida de sufrimientos y siempre negativa: “Aguanta todo lo que puedas en este mundo porque después vendrá el Cielo”. ¡No! No es exactamente eso, al contrario, es conocer a Cristo que nos ama, que nos quiere con misericordia.

Estar dispuestos a besar todas esas espinas que aparecen a lo largo del camino y sean esas espinas cosas que nos cuestan porque a veces son cuestiones de emociones.

 CHANTAJE EMOCIONAL

Me decía el otro día una señora, que tiene una maestría en chantaje emocional, porque le han tratado de engañar tantas veces, que ya se las sabe todas.

Huele a lo largo las “lágrimas de cocodrilo”.  Decía: “Ya sé cuando me están diciendo…”

Me imagino que habrá tenido algunas complicaciones en su vida, pero sí, inclusive sacando maestrías en chantajes emocionales o sacando maestrías también en vivir a veces con esa vibración de estar súper bien del cuerpo; a veces eso no.

A uno le toca llevar el cuerpo un poco más a rastras porque yo puedo decir: “Después del covid no he terminado completamente bien, tengo todavía algunas cosas”. Pero ninguna cosa que me quite la alegría y ¿por qué? Porque esto es una cosa interna, porque yo sé que así estoy más cerca de Jesús.

Y si puedo hacer algo, por supuesto, voy al médico o sigo los tratamientos, hago las cosas que me piden, aunque me resulten pesadas a veces.

Pero también, a la vez, no estoy perdiendo mi alegría ni mi cordura cuando me duele un poco más la espalda o estoy un poco más impedido para hacer todas las cosas que tal vez hacía antes.

Pero eso, cero líos. ¿Por qué? Porque es besar la espina.

SE NECESITA GENTE BUENA

“Señor Jesús, hoy hago el compromiso” y te invito, tú que estás escuchando también, que hagas el compromiso delante del Señor para besar las espinas, para que no nos venzan los chantajes emocionales; que no nos venzan las cosas que nos parecen pesadas en este mundo; que estemos dispuestos.

Se necesita gente buena para que haga las cosas mejor, para que no todo esté pagado o que todo el mundo me tiene que aplaudir las cosas que hago…

¡No! Es más bien el saber estar; el saber ayudar a los que lo necesitan con buena actitud, como lo haría muchas veces Jesús.

Jesús que es el primero en que debe estar de nosotros viendo que luchemos y que ofrezcamos esto y aquello.

Yo me imagino que en lo espiritual debe ser así, que nosotros no lo podemos ver porque solo tenemos vista para las cosas que tienen átomos, pero todas las cosas espirituales que no se ven, pero que están ahí.

Jesucristo debe estar viendo nuestras peleas: ¡no cedas, no cedas! O, al contrario, ¡métele más ganas, tú puedes, Yo estoy contigo!

El Señor es infinitamente misericordioso y no te cuento la Virgen María.  Ellos son los que nos tienen que animar un poco.

Pero déjate animar porque están cerca de ti.  No te cierres a lo sobrenatural, porque cuando te dejas ganar por la mentalidad actual, dejas de percibir lo sobrenatural.

Vamos a terminar este rato de oración no sin antes poner todas estas intenciones en manos de nuestra Madre la Virgen.

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