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ESTAMOS EN GUERRA

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¡Estamos en guerra! “Señor, pasaba por acá a hablar con vos 10 minutos, dame 10 minuticos Señor para hablar con vos.

Y, hoy, quiero hablar de la guerra y lo quiero hacer Jesús contándote dos fragmentos escritos que cayeron hoy en mis manos: el primero, es de un tal Erich Maria Remarque, está en un libro que se titula “Sin novedad en el frente”.

Fíjate Señor, lo que escribe este joven:

«Soy joven, tengo 20 años, pero no conozco de la vida más que la desesperación, el miedo, la muerte y el tránsito de una existencia llena de la más absurda superficialidad a un abismo de dolor.

Veo a los pueblos lanzarse unos contra otros y matarse sin rechistar, ignorantes, enloquecidos, dóciles, inocentes.

Veo a los más ilustres cerebros del mundo inventar armas y frases para hacer posible todo eso durante más tiempo y con más refinamiento…

El desasosiego se convertía en irremediable herida y la masacre de las trincheras se transformaba en masacre de las conciencias”.

Este es un fragmento de este libro “Sin novedad en el frente”, un joven que es testigo de la Guerra Mundial, de la II Guerra Mundial.

Pero también ha caído en mis manos un fragmento de una carta de un tal Saulo de Tarso, más conocido como San Pablo, “no sé Señor si te suena”.

Es una carta que le escribe a unos compadres que se llaman, bueno que vivían en un pueblo que se llama Éfeso; a los de Éfeso escribe lo siguiente:

“Poneos las armas de Dios para poder afrontar las asechanzas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos del aire”

(Ef 6, 10-12)

¡Caray, caray! “Yo no sé cuál fragmento Señor te ha impresionado más” y a ti que me estás escuchando, no sé.

“Padre, pero ¿existe el maligno y sus poderes? ¿Es verdad que atacan al hombre?” ¿Que sí qué? clarísimo, el demonio y todos sus secuaces no paran, no se detienen, pero “take it easy”, tenemos a nuestro lado al mejor general de todos los ejércitos celestiales.

Carta de San Pablo

Voy a seguir con la carta de San Pablo, que además aparece hoy en la Primera Lectura de la Santa Misa, sigue San Pablo en esa carta a los de Éfeso en el capítulo 6:

“Por eso” (y estas son unas sugerencias que nos da San Pablo ahora y que nos sirven a nosotros para hacer este rato de oración contigo Jesús)

“Por eso, tomad las armas de Dios para poder resistir en el día malo y manteneros firmes después de haber superado todas las pruebas. Estad firmes, ceñid la cintura con la verdad y revestid la coraza de la justicia; calzad los pies con la prontitud para el Evangelio de la paz.

Embrazad el escudo de la fe donde se apagarán las flechas incendiarias del maligno, poneos el casco de la salvación y empuñad la espada del espíritu que es la palabra de Dios” (Ef 6, 13-17)

San Pablo en esta carta nos dibuja cuáles son esas armas con las que contamos nosotros los cristianos en este siglo XXI también para combatir en esa guerra, “Señor, que me parece más brutal y más salvaje que una guerra aquí en este mundo.

Señor, me quiero permitir detenerme en esas sugerencias que hace San Pablo: “ceñid la cintura con la verdad”. ¿Qué me querría decir San Pablo con esto?

Yo lo quiero interpretar así: que cada uno acepte que es un pecador y acepte cuáles son sus pecados, eso se llama humildad; bueno, como lo dice San Pablo: “verdad, ceñid la cintura con la verdad”.

Señor sí, soy un pecador, soy un pecador, soy un perezoso o soy un envidioso, no importa, acepto la verdad, ceñid la cintura con la verdad, bueno, para empezar con ese traje con el que nos vamos a enfrentar a la guerra.

Dice San Pablo, sigue: “con la coraza de la justicia”. “Señor, yo quiero pedirte que aquí en este mundo no seamos aprovechados, ni aventajados nunca, pero nunca nos aprovechemos del más débil, así quiero entender esa coraza de la justicia”.

“Tercero”, dice San Pablo, “los pies con la prontitud para el Evangelio de la paz, esa palabra es clave: Paz”, sí Señor, en medio de la guerra.

Y se me viene a la cabeza la oración de San Francisco de Asís: “Señor, hazme un instrumento de tu paz, donde haya odio, siembre yo amor; donde haya injuria, perdón; si hay duda, fe; donde haya desaliento, esperanza; si hay oscuridad, Tu luz; donde haya tristeza, alegría”.

Plan de acción

Bueno, pero sobretodo la primera parte: “Señor hazme un instrumento de Tu paz” y dice San Pablo: “Calzad los pies con la prontitud para el Evangelio de la paz”.

Después habla de un escudo, de un tal escudo de la fe, embrazar el escudo de la fe. “Señor, ahí sí que te necesitamos porque la fe es un don tuyo. Señor, dame la fe, auméntame la fe” y encontré también en la epístola de los hebreos en el capítulo 11 una definición de fe que dice así:

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”

(Hb 11:1).

Una definición además con alto contenido metafísico. Pero una vez escuché también la siguiente definición que también me gustó: “tener fe no es creer que Dios existe, sino saber que Dios me ama”.

“Pues Señor, ahora te pido que para esta guerra en la que estoy, en la que estamos todos, nos permitas embrazad, poner en el brazo, el escudo de esa fe; danos esa fe, además danos esa fe de saber que Tú nos amas, que Tú me amas” y, finalmente.

dice San Pablo: “la espada del espíritu que es la palabra de Dios” y una espada, el soldado la tiene siempre lista y cuando necesita entrar en batalla, inmediatamente, la saca de la vaina y empieza a pelear, a defenderse, a atacar y dice San Pablo:

“la espada del Espíritu que es la palabra de Dios”,¿cómo Señor he entendido yo esto? El que conoce la palabra de Dios siempre tiene una respuesta a todas las cuestiones.

Ahora podría yo decir: pero las cuestiones científicas también, bueno, dejémoslo así a todas las cuestiones morales de la vida.

Sirve de espada, siempre lista para blandir cuando sea necesario en esa guerra de paz, en la que estamos en esta vida.

Señor, ¿qué necesito hacer? ¿cómo me defiendo en esta situación?

En esta circunstancia acudir al Evangelio, ahí el Señor nos da a todos una respuesta.

Pues Señor, se me acaba el tiempo, se nos acaba el tiempo, en esta cita que tenemos a diario contigo de 10 minuticos. No puedo terminar sin acudir a mi Madre Santísima, a la Santísima Virgen María.

Decía el Papa Pío V en 1571: “Dame un ejército que rece el rosario y conquistaré el mundo” y así fue como el ejército cristiano derrotó a los turcos el 7 de octubre de 1571 en la Batalla de Lepanto, por eso el mes de octubre es el mes del Santo Rosario.

Estamos terminando este mes, no importa, seguid rezando el rosario con mucha piedad, con mucha devoción sabiendo que es un arma poderosa que la Virgen, ella misma, nos ha pedido rezar para vencer en todas las batallas, incluso se lo pidió también a esos pastorcitos de Fátima.

Pues vamos a seguir rezando el rosario con mucha piedad, con mucha piedad, con mucha devoción y a pedirle a la Virgen que nos ayude a mantenernos firmes en esta guerra.

En esta batalla, para ganarnos la vida eterna, el premio eterno de gozar para siempre, para siempre, para siempre, de la presencia de Dios nuestro Señor.

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