Este tercer domingo de Adviento es un domingo muy especial. La Iglesia celebra el domingo tradicionalmente llamado Gaudete; o sea, el domingo de la alegría.
Las primeras palabras de la misa de hoy son precisamente estas:
«Alégrense, se los repito, alégrense»(Flp 4, 4-7).
Son palabras de una de las cartas de san Pablo que nos llama a la alegría.
«Alégrate (…). El Señor está cerca, el Señor está por venir.»
Estamos en el tercer domingo, queda un poquito más de una semana. El domingo tercero, hoy, el cuarto domingo, un par de días más y ya podremos celebrar la venida del Señor, la Navidad, el nacimiento de Jesús.
Queda poco tiempo, el Señor está cerca, alégrate. Vale la pena hoy, tercer domingo de Adviento, pensar en cómo podemos aprovechar esta última parte del Adviento.
Queda poco y por eso el Señor nos llama a la alegría, pero una alegría atenta, una alegría que está en preparación de algo grande, de la venida de Jesús. Nos dice san Pablo,
«Se los repito, alégrense, porque el Señor está cerca.»
Que nada te preocupe, en esa misma carta que la leeremos también en la segunda lectura de la misa, nos dice:
«alégrense, el Señor está cerca. Que nada les preocupe.»
No se preocupen. Sí, hay muchas cosas que nos pueden ocupar la cabeza, que nos pueden hacer pensar en esas cosas: dolores, contrariedades, cosas varias, pero que nada te preocupe, porque el Señor está contigo.
PERSEVERAR EN LA ORACIÓN
Y después nos llama san Pablo también a perseverar en la oración. ¿Cuál es la mejor forma de prepararse y de llenar el corazón de alegría? La oración. Reza.
Durante estos días de Adviento, estos pocos días que quedan (diez), reza; reza con devoción acercándote a Jesús.
Quizá en tu casa ya armaste el pesebre o el Belén, ya tienes en tu casa a Jesús, a María y a José. Quizá a Jesús todavía no lo pones porque lo vas a poner el 24, pero tienes ahí puestos a los pastores, a los reyes, quizá un burro, una oveja o varias ovejas, un buey, unos ángeles, una estrella…
Acércate al pesebre y dile al Señor que quieres preparar tu corazón para que sea un pesebre, un pesebre alegre, un pesebre limpio, un pesebre que está lleno del Señor, pero un pesebre donde está Jesús; un pesebre donde pueda nacer el Señor y donde pueda estar a gusto, cómodo.
No porque tiene comodidades materiales (porque en ningún pesebre habrá comodidades materiales), sino porque es un pesebre en el que hay mucha alegría y mucho amor.
Persevera en la oración. Anda al pesebre, anda al Belén, míralo. Anda al Sagrario también, cuando tengas la posibilidad. El mismo Jesús que nace en Belén está ahí realmente presente en el Sagrario.
MOTIVO DE ALEGRÍA
Eso es otro motivo de alegría. Es otro motivo para estar muy contento. Que Jesús se ha querido quedar con nosotros en el Sagrario. Podemos perseverar en la oración porque Él está ahí.
Jesús baja y está presente realmente en las especias del pan y del vino y ahí se nos hace fácil poder tratarlo, poder hablar con Él, poder estar alegres con el Señor porque es la única causa de nuestra alegría: que el Señor está con nosotros.
El Adviento, ya lo hemos meditado en distintas ocasiones durante estos días, es un tiempo de penitencia, de sacrificio, de recogimiento, pero todo eso es compatible con la alegría, porque es un tiempo de esperanza.
Estamos, sí, a veces haciendo penitencia, haciendo algún sacrificio, mirándonos hacia adentro, pero sabiendo que nuestra mirada está puesta en el fin, que es el nacimiento del Señor.
El fin del Adviento es un fin alegre, es una razón para estar contentos: Jesús viene al mundo para salvarnos, para redimirnos, para limpiarnos del pecado. Dios viene a salvarnos, está aquí con nosotros. Entonces, esperanza es lo que caracteriza el Adviento; esperanza.
Ahora, a fin de año, quizá necesitamos más esperanza todavía. Necesitamos que el Señor nos reafirme un poco, porque quizá notamos un poco el cansancio de todo este año.
En el hemisferio sur, sobre todo, el fin del año calendario coincide con el fin del año académico, el año escolar, el año de todo.
Todos los años terminan en diciembre, entonces estamos quizá un poco cansados, pero bueno, tenemos quizá angustia o ansiedad por algunas cosas.
ESPERANZA
No es fácil, pero el Señor nos anima a tener esperanza. “Yo voy a nacer”, te está diciendo Jesús. “Yo voy a nacer y voy a nacer en la tierra para redimir en Navidad, pero quiero nacer especialmente en tu corazón. Si tu corazón está bien dispuesto para que Yo pueda nacer ahí, entonces te voy a hacer muy feliz”.
Y de nuevo, esa es una gran razón para la esperanza, porque nosotros podemos ser muy, muy felices cuando le entregamos nuestro corazón al Señor, cuando lo dejamos entrar, cuando dejamos que Él reine.
Hay esperanza entonces, mucha esperanza.
Hace pocos días recordábamos la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre y quizá leíste o alguien te contó o reflexionaste sobre esa frase que le dice la Virgen a san Juan Diego:
“No estoy yo aquí que soy tu Madre”.
Otra razón de esperanza y, sobre todo, en medio del Adviento: “Yo estoy aquí, voy a dar a luz a Jesús, pero yo soy tu Madre también y te acompaño, te protejo, te llevo”.
Jesús y la Virgen nos dicen hoy lo mismo. “¿No estoy Yo aquí que soy tu Padre, no estoy yo aquí que soy tu Madre, no estoy yo aquí que soy tu Amigo, que soy tu Hermano, que te quiero tanto, tanto…?
No estoy Yo aquí, -Jesús. No estoy yo aquí, -María. Aquí estamos nosotros, no te preocupes. Alegría, esperanza. No teman, porque Yo estoy aquí, nos dice el Señor.
En este rato de oración recordamos esta presencia maravillosa del Señor y de su Madre en nuestra vida y nos llenamos de alegría. Dios está aquí, la Virgen está aquí, no estoy solo, nunca estoy solo.
HABLAR CON JESÚS
Piensa, quizá ahora en este rato de oración, cuéntale a Jesús esas cosas que te hacen sufrir. Quizá es un problema en el trabajo, en el colegio, en la universidad que te hace agobiarte y preocuparte un poco más de la cuenta.
Quizá es una pelea con un buen amigo, una buena amiga que debilitó ese vínculo y eso nos parte el corazón.
Quizá tienes una enfermedad, una enfermedad grave o conoces a alguien que está pasando por una enfermedad difícil, cuéntaselo a Jesús, dile que estás sufriendo por eso en este tiempo de penitencia, de sacrificio.
Quizá ha fallecido alguien cercano y te duele mucho el corazón, estás triste, estás sufriendo por esa pérdida.
Pueden ser miles de otras causas y en todas ellas nos dice Jesús: “Yo estoy aquí, no te preocupes, ten esperanza. Yo vine al mundo a redimirte, vine a salvarte porque te amo, te quiero”.
Y la Virgen nos va diciendo lo mismo: “No te preocupes, ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre?”
Tenemos muchas razones para estar a veces un poco triste, un poco cabizbajos, un poco deprimidos, pero tenemos muchas más razones para estar contentos.
«Estén contentos.
Nos dice la liturgia hoy.
Se los repito, estén alegres en el Señor, porque el Señor viene, porque el Señor está cerca.»
Acércate hoy y todos estos días que quedan del Adviento a Jesús en el pesebre, a Jesús en el Sagrario, a la Virgen santísima, cuéntale tus cosas y dile que quieres estar contento, que quieres estar contenta, que quieres llegar a la Navidad con esa alegría de saber que el Señor viene por nosotros.
Y que su Madre santísima va a estar siempre mostrándonos a Jesús, nos está mostrando al Niño para que lo tomemos en brazos, para que podamos rezar, para que podamos unirnos especialmente a Él en esta Navidad.