Hoy día celebramos a dos grandes de Inglaterra, dos grandes de la Iglesia universal: san Juan Fischer y santo Tomás Moro. Dos grandes, dos valientes, dos hombres de inmensa cultura pero, sobre todo, de un amor al Señor y un cariño también por nosotros porque por eso fueron fuertes: por amor al Señor, por amor a nosotros. Por eso mártires, testigos de Cristo, de la verdad.
SAN JUAN FISHER Y SANTO TOMÁS MORO
Hoy día en la oración colecta o una oración dentro de la Santa Misa, justo antes de las lecturas, se reza lo siguiente: (lo rezamos ahora mismo porque estos son 10 minutos de oración)
“¡Oh Dios! que has hecho del martirio la expresión de la fe verdadera, concédenos por Tu bondad que, fortalecidos por la intercesión de los santos Juan Fisher y Tomás Moro, ratifiquemos con el testimonio de vida, la fe que profesamos de palabra. Se lo pedimos a Dios Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo”.
Por Jesús en el Espíritu Santo, le pedimos a Dios Padre.
Y admiramos la fortaleza, el martirio, la fe, del testimonio de la fe de Juan Fischer de Tomás Moro. Y le pedimos al Señor, quizás tú se lo pides para algunas cosas en concreto de hoy o de tu vida, yo de la mía:
“Señor, que yo viva mi fe en las obras y con las obras de testimonio de mi fe, de esta fe que tengo, que proclamo de palabra. Señor, ayúdame a que mis obras den testimonio de esta fe que tengo en el corazón, que tengo en la cabeza, que tengo en mi boca, en mis palabras.
Lo vemos en san Juan Fisher, en santo Tomás Moro, mártires, testigos. Y siendo así mártires, testigos, dan, dieron en su momento, siguen dando luz, son camino, marcan el camino para nosotros”.
AGRADECEMOS SU FORTALEZA
Y en la liturgia de la Iglesia, cuando se celebra, se da gracias a Dios por la fortaleza de los mártires. Es admirable la tranquilidad y la fortaleza de Juan Fisher subiendo a que le corten la cabeza. Es admirable también la serenidad, incluso el buen humor y el testimonio de fe de Tomás Moro subiendo a que le corten la cabeza.
Pero en la liturgia nosotros reconocemos esto, le decimos:
“Señor, es impresionante la fortaleza de los mártires, es impresionante cómo Tú, Señor, en la debilidad evidente llenas de fortaleza”.
Y esta fortaleza la vemos, es radiante, luminosa, en la vida de John Fisher, de Tomás Moro y también lo puede ser en la nuestra, la fortaleza de Dios.
Se lo pedimos al Señor, le hemos pedido recién:
“Señor que mis obras den testimonio, lleven a la práctica mi fe. Que mi vida esté llena de la luz de la fe”. Ahora le pedimos esto otro: “Señor, igual que a todos los mártires que han sido personas normales a las que Tú con Tu bondad, has llenado de fortaleza, se nota que la fortaleza viene de Ti, totalmente.
LA FORTALEZA VIENE DE TI
Y se nota cómo esa fortaleza llena a esas personas y son luz y son camino para otras, pero esa fortaleza viene de Ti”.
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PATRIS CORDE
Este año, como estamos en el año de san José, es bueno que esta fiesta litúrgica, esta alegría en la Iglesia, este agradecimiento a ellos dos: a Juan Fischer y a Tomás Moro lo vemos a través de san José. En esa carta “Patris corde”, el Papa habla de la fortaleza de José, cuando habla del corazón lleno de un padre en la acogida; de san José cómo acoge y para acoger hace falta fortaleza.
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LAUDATO SI
En otro documento, en una encíclica anterior, (en esa que quizá uno recuerda sólo por el lado de la ecología) en “Laudato si”, en el número 242, también el Papa se refiere, se fija en la fortaleza en José. Dice lo siguiente: (nos puede servir ahora para rezar, para contemplar)
“Junto con ella, en la familia Santa de Nazaret, se destaca la figura de San José. Él cuidó y defendió a María y a Jesús con su trabajo y su presencia generosa y los liberó de la violencia de los injustos llevándolos a Egipto.
En el Evangelio aparece como un hombre justo, trabajador, fuerte. Pero donde su figura emerge también una gran ternura que no es propia de los débiles sino de los verdaderamente fuertes, atentos a la realidad para amar y servir humildemente. Por eso fue declarado custodio de la Iglesia universal”.
TENER SINTONÍA CONTIGO
Es tan cierto esto, contemplamos una sintonía profunda en la serenidad, en la confianza en Dios, en la fe, en la vida real, práctica, en san José, en san Juan Fisher, en Tomás Moro.
Se la pedimos al Señor, se lo pides tú para alguna cosa en concreto o quizá en general para nuestra vida:
“Señor, yo quiero tener esta sintonía contigo, esta unión con las obras contigo, como san José, como Juan Fisher, como Tomás Moro”.
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SAN JUAN PABLO II RESALTA VIRTUDES DE SANTO TOMÁS MORO
Otro gran santo, san Juan Pablo II, mirando a Tomás Moro, se fija en la vida familiar de él. Quizá nos puede servir también hoy día para acudir a su intercesión. Dice lo siguiente san Juan Pablo II:
“Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. En su casa acogía yernos, nueras y nietos. Y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad o de la propia vocación.
La vida en familia permitía, además, largo tiempo para la oración común y la Lectio Divina, así como para sanas formas de recreo hogareño”.
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LO NOMBRA «PATRONO DE LOS GOBERNANTES Y POLÍTICOS»
Es una carta que escribía san Juan Pablo II declarando a Tomás Moro, “Patrono de los gobernantes y políticos” en el año 2000. Nosotros, también hoy día acudimos a él, a Tomás Moro especialmente, pidiéndole por las personas que se dedican a esta actividad tan importante.
Y pidiendo también a Tomás Moro, que ilumine a los que vendrán, a los políticos de las nuevas generaciones de personas que buscando el bien común, puedan ayudar a tanta gente. Le pedimos a Tomás Moro por los políticos actuales en nuestros países, en el mundo.
Pero también esto que destaca san Juan Pablo II, el ser marido cariñoso, de Tomás Moro, un papá bueno, atento, un buen amigo, con una casa que acoge.
VIDAS QUE DEJAN HUELLA
Esa parábola que hace algunos días (ya varios días) que aparecía en la misa, de cómo el Reino de los Cielos, dice el Señor, es esa como semilla de mostaza pequeñita y crece un arbusto, un arbolito acogedor en el que pueden venir a acogerse un montón de otros pajaritos.
Así fue la vida de santo Tomás Moro. Así fue también la vida de Juan Fisher, fue súper importante su acción para sacar adelante proyectos culturales de impulso por ejemplo de las universidades allá en Inglaterra. Y también para defender los derechos de Dios, de la Iglesia, de las personas comunes y corrientes ante un rey que se volvía egoísta, egocéntrico, loco incluso.
Vamos a acudir a estos santos: a san Juan Fischer, a santo Tomás Moro a través de san José.
Ahora le pedimos a Jesús: «Señor, que nosotros seamos leales, que seamos fuertes, con la fortaleza de Dios como san Juan Fisher, como santo Tomás Moro, como San José».