El 2 de diciembre de 1931, San Josemaría hizo una anotación en sus apuntes personales, notas que él tomaba sobre su vida interior, su vida espiritual. Y en ese caso, que también servía como un diario, una agenda; hacía referencia a unas clases que él impartía, y decía allí que tenía que hacerlo por necesidad económica.
Porque él era el que mantenía a su familia. Su padre José Escrivá, había muerto y entonces él tenía que ingeniárselas -en este caso-, dando clases para mantener a su madre, su hermana Carmen y su hermano Santiago.
SER SANTO
Y en esas anotaciones decía que no se sentía satisfecho solo con dar clases, sino que sentía la necesidad de mirar más allá. Decía: “de ser santo mientras las imparte”.
Y, sobre todo, sentía también el impulso de invitar a los demás a que también sean santos. Ya para ese entonces, san Josemaría había recibido esa luz de Dios, y había fundado el Opus Dei. Y con sus 29 años, san Josemaría sentía este impulso tan fuerte. Y entonces dice:
“Enseñar de todo, desde derecho hasta álgebra, porque si no, no se come. Esto que ha sido a veces la realidad de mi vida, no lo siento yo, no tengo para esto vocación. Ahora, enseñar una, dos, tres ramas del derecho a jóvenes que quieran aprender, y a quienes se puede encender, de paso, el fuego de Cristo, esto sí, esto lo siento yo. Para esto tengo vocación”.
Y quería aprovechar esta anécdota, estos apuntes íntimos de san Josemaría, para hacer nuestro rato de oración. Al ver esta preocupación -en ese entonces- un joven sacerdote de 29 años, de no únicamente dar unas clases…que eran necesarias para mantener a su familia. Sino para que ese fuego de Cristo, encienda a todas esas almas, en ese caso a esos jóvenes que tenía a su cargo dándoles clases de derecho.
UN FUEGO DEVORADOR
Y es que, en el Evangelio de hoy, el Señor nos dice unas palabras que son muy fuertes:
«He venido a prender fuego a la tierra y ¡Cuánto deseo que ya esté ardiendo!”
(Lc 12, 49)
En algunas temporadas del año, vemos sobre todo en el verano en el hemisferio norte, como algunos bosques se incendian, esos incendios forestales, -algunas veces por descuidos de las personas-, o por las fuertes temperaturas que alcanzan en esas zonas, y vemos las escenas del fuego devorador.
O, hace poco en esta isla en España, como la lava arrasaba todo, ¡todo un pueblo!
Por lo tanto, nos preguntamos Señor: ¿Cómo es que deseas que haya fuego en la tierra y que deseas que ya esté ardiendo? ¡Esto es muy duro!
Y justamente, las palabras de san Josemaría nos indican hacia dónde nos quiere dirigir el Señor. No es, desde luego, un fuego que destruye, sino al contrario, un fuego que nos haga nacer a una nueva vida. A lo mejor como esa leyenda del Fénix, esa ave que moría y de esas cenizas volvía a renacer.
Tú y yo, que vivimos en este mundo, que trabajamos, que estudiamos, que tenemos una familia, que tenemos amigos, vecinos, y seguramente muchos de ellos son cristianos, son católicos, y es algo por lo que tenemos que dar gracias.
UNA GRAN NACIÓN CRISTIANA
Estamos haciendo estos minutos de oración, en 10 minutos con Jesús América Latina, que podemos decir que es una gran nación cristiana. A la vez podemos encontrar a nuestro alrededor gente que esta como dormida en la fe y por supuesto gente que está muy activa.
Esto lo he experimentado en dos ocasiones.
– En la primera: cuando he tenido la oportunidad de poder atender, -otra vez- a gente joven de manera presencial, gente que quiere escuchar de Dios, que quiere aprender a hacer oración, que quiere también acercarse a los sacramentos. Y que han decidido acercarse de manera presencial y no únicamente por la virtualidad.
Y eso es sorprendente; ver gente que quiere vivir su fe, que ya no quiere ser espectador, sino que quiere estar en la calle, y a veces pasará por hacer un rato de oración, por pasar por el confesionario, ir a la santa Misa.
– Y también, nos encontramos Señor, con personas que podemos ir como “zombis”. Están muy de moda muchas series y películas sobre “zombis”, y es lo que nos puede pasar a veces, que estamos como apagados, a veces por la rutina o porque no estamos en gracia de Dios.
Piensa tú, que, si estás haciendo estos diez minutos de oración, es porque quieres estar cerca de Dios, o quieres que Dios esté metido en tu vida. Piensa que tú también puede ser ese instrumento, puedes ser ese apóstol, para que muchas personas despierten de este letargo en la fe, y también en la vida, y vuelvan a la vida con mayúscula.
EL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Y la otra anécdota que me llamaba la atención, que me alegraba, pues la he vivido el día de hoy. Volviendo de almorzar, pasando por un distrito en la ciudad de Lima. Estamos en el mes de octubre, y en Lima es un mes especial, porque se dedica este mes al “Señor de los Milagros”. Una imagen de un Cristo crucificado, que a lo mejor saldrá alguna meditación más adelante…
Y entonces, en todo el Perú hay una devoción muy fuerte. Y me llamó muchísimo la atención -para bien-, pasar por un distrito en el cual, había un banner de 6 u 8 metros de alto, color morado, porque es el color propio de esta imagen. Un banner morado, con una copia de este Cristo crucificado, diciendo:
“Este distrito agradece y pide bendiciones del Señor de los Milagros”
Y, de hecho, era un banner que lo había mandado a hacer la misma alcaldía de ese distrito, no lo habían hecho un grupo de fieles por ahí… no, era la alcaldía, el gobierno de ese distrito que lo había mandado a hacer, pidiendo que el Señor de los Milagros derrame bendiciones sobre los habitantes de ese distrito.
“Y me llamó la atención -para bien-, Señor, porque la gente sabe y tiene necesidad de Ti, sabe que tiene necesidad de Ti. Que necesitamos, Señor, de ese fuego que has venido a traer a la tierra.
VIVIR LA NUEVA VIDA
Y, que en verdad puede pasar esto, lo que dice a continuación; que haya división, que haya gente que no entienda a los cristianos. Yo diría Señor, que sobre todo miedo, miedo a abandonar esa vida, ese hombre viejo del que habla san Pablo, y vivir la nueva vida”.
Y, en verdad, los cristianos en muchos lugares están siendo perseguidos, se ataca constantemente a los cristianos, y a veces no dice nada la gente…
Hace poco leíamos está triste noticia, de este miembro del parlamento británico, un católico, que fue acuchillado, no sabemos los motivos, tal vez no ha sido por un tema de fe, pero qué duro saber que muere un cristiano…
O estos hermanos nuestros en Medio Oriente, o en otros países, que se les persigue por su fe, porque su modo de vivir contrasta con ese otro modo de vivir que no tiene ese fuego de Cristo.
EL FUEGO DE CRISTO
Pues, vamos a pedir al Señor, que derrame en nosotros esa gracia, esa gracia que hemos recibido en el bautismo. Que ese fuego nos ayude a estar despiertos, y nos ayude y nos lleve también a que ese fuego llegue a mas almas.
Piensa, por tanto, ahora en tu rato de oración, o si quieres continuar rezando, ¿A qué personas puedes ayudar a que despierten? En tu casa, en tu familia, en tu universidad, en tu colegio, en tu barrio, ahí donde trabajas… ¡Hablarles de Cristo!
Y a veces será hablarles de Cristo través del ejemplo, otras veces será con la doctrina, enseñándoles, explicándoles…
Acudamos, por último, a nuestra madre santísima que, gracias a su obediencia, gracias a su “Si”, pudo nacer, pudo hacerse hombre el Hijo de Dios, y nacer, y traer ese fuego a la tierra.