En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos estaban sin tapa bocas y después comían sin lavarse las manos, ni mucho menos utilizaban el gel antibacterial y el alcohol.
Todo esto no es así, esto no es literalmente así, esto no es lo que ocurrió. Pero ya me los imagino… “Ya me los imagino a los escribas en este momento, Jesús, tratándote así.”
Y mirando a ver cómo se comportan los unos y los otros, y quedándose solamente con el gel antibacterial, o con el alcohol, o con el tapaboca.
Sigamos con el Evangelio… porque es verdad que hay que leer el Evangelio siempre en su conjunto.
LEERLO EN SU CONTEXTO
No se puede uno quedar solo con una parte de la escritura, para quedarse con una idea u otra, y manipular la verdad.
“La verdad de las palabras tuyas, Jesús, en el Evangelio”. Hay que leerla en su contexto.
Vamos a seguir…
“Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes; y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
– ¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores, y comen el pan con manos impuras?
Él les contestó:
– Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito”
(Mc 7, 3-6a).
“Y aquí va la clave de este rato de oración, de aquí es donde, Señor. Tú nos vas a hablar a cada uno de nosotros, no a los escribas que no utilizaban el gel antibacterial… No, Tu nos dices:”
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios, para aferraros a la tradición de los hombres”
(Mc 7, 6b-8).
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Jesús, nos vuelves a decir y a mostrar que lo único que te importa es: “el corazón”, ¡qué hay en el corazón!, ¡qué tenemos en el corazón!
LA PUREZA DEL CORAZÓN
Los fariseos se habían quedado en lo exterior, incluso habían aumentado los ritos, la importancia de los ritos y de las cosas exteriores, mientras descuidaban lo fundamental: “la limpieza del corazón”, de la cual todo lo externo era apenas una señal y un símbolo.
Para ellos lo importante es lo externo, las apariencias… ¡NO!
La verdadera pureza ha de comenzar por el corazón, porque también dicen las escrituras:
“Que de él proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los hurtos, los homicidios, lo adulterios, las codicias, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia, la insensatez”
(Mc 7, 21-23).
Las acciones del hombre provienen primero del corazón. Por eso la pureza debe estar primero en el corazón y luego exteriormente. Sí, ¡Claro!, se va a notar exteriormente la pureza… en la mirada, por ejemplo. ¿Se notará en una mirada un corazón puro? ¡Claro que sí!
La impureza no sólo se refiere al desorden de la sensualidad, aunque este desorden -es decir, la lujuria- que deja desde luego una huella profunda, ¿Cómo se saca de la cabeza, de la memoria, de la imaginación: una imagen o una mala conversación…?
DEBEMOS VER A DIOS EN TODO
Pero no solamente está el tema de la sensualidad o la castidad, sino también al deseo inmoderado de bienes materiales, o el mirar a los demás con malos ojos, con torcida intención, con envidia, con rencor, también a la inclinación egocéntrica de pensar en uno mismo, con olvido de los demás…
A perder la presencia de Dios en el trabajo, a buscar otros afanes en el trabajo… la pureza también está en esas intenciones, en esos deseos, en esos sueños y fantasías que impiden la presencia de Dios y un trabajo intenso…
Las obras externas quedan marcadas por lo que hay en el corazón.
“Señor, enséñanos a amar la pureza de corazón, que nos permitirá ver a Dios en todo: en nuestros afectos, en nuestros afanes, en nuestras intenciones y en nuestros trabajos”.
Ver al Señor en todo, tener esa mirada limpia, no porque nuestra mirada sea limpia por naturaleza, porque no es así, estamos manchados por el pecado, y nos arrastra y nos tira para abajo la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida. Pero tenemos la gracia de Cristo, podemos “mirar con Cristo”.
LO CORRECTO ES CORRECTO, AÚN CUANDO NADIE LO ESTÁ HACIENDO
Pero podemos decir: Bueno, está bien, voy a comenzar a vivir la pureza, ¡Y, ya verás! Pero, ¡Ojo, que aparece la soberbia y la vanidad!, que nos hace ver las cosas muchas veces como lícitas y recomendables, por el simple hecho de que es un común comportamiento de la sociedad, decimos: “esto lo hace todo el mundo”, “esto es normal”. ¡No, no es así!
El otro día leía en un grafiti que decía:
“Lo malo es malo, incluso si todo el mundo lo está haciendo;
Lo correcto es correcto, incluso cuando nadie lo está haciendo”.
¿Nos quedaremos solo evitando lo malo, lo que nos mancha? Esto es mucho, pero también es poco. ¡Es poquito! La lucha nuestra debe ser positiva. No una lucha del “No”: No mirar, no hacer, no escuchar, no conversar.
Porque así puede ser el tema de la lucha para vivir la virtud de la santa pureza, o de la castidad. No nos podemos quedar solamente en el “No”.
LAS VIRTUDES SON POSITIVAS
Porque las virtudes no pueden ser negativas, las virtudes “son positivas”. Y las virtudes son para que las vivan los enamorados.
Me acordaba de un bolero mexicano que dice así: “Tengo un amor que me llena de alegría…” Podría seguir cantando, pero ya se me acaba el tiempo.
Tengo un amor que me llena de alegría, tengo un amor que me hace vivir, no negativamente sino positivamente.
Me cautivó una cita del Papa Francisco en la Christus vivit, que nos recuerda lo siguiente:
“Ulises, para no rendirse al canto de las sirenas, que seducían a los marineros y los hacían estrellarse contra las rocas, se ató al árbol de la nave y tapó las orejas de sus compañeros de viaje.
En cambio, Orfeo, para contrastar el canto de las sirenas, hizo otra cosa: entonó una melodía más hermosa, que encantó a las sirenas. Esta es su gran tarea: responder a los estribillos paralizantes del consumismo cultural con opciones dinámicas y fuertes, con la investigación, el conocimiento y el compartir”.
(Christus vivit, Capitulo 7, Número 223. Papa Francisco)
UNA LUCHA POSITIVA
Esa es una lucha positiva, a Orfeo le tocó ir al inframundo a buscar a su amada, y tuvo que pasar por muchas pruebas, pero él tenía un arte, él tenía algo que era mucho más hermoso que la obscuridad, que las tinieblas, que la impureza, tenía algo en su corazón: “un amor puro”.
Y con ese amor puro; cantaba, vivía y gozaba, y disfrutaba de la vida, y disfrutaba de las cosas de este mundo. Viéndolas lícitamente, viéndolas con una mirada limpia. Así tiene que ser la lucha por la pureza.
Qué maravilla poder luchar siempre con un sentido positivo, optimista, lleno de esperanza, lleno de alegría. Si no la lucha es muy triste. No, la lucha tiene que ser alegre.
Y la lucha tiene que ser de un corazón joven, de un corazón que está dispuesto a vivir retos y aventuras maravillosas en este mundo.
Vamos a pedirle a la Virgen Santa María, Madre Purísima, -decimos en las letanías del rosario-, madre castísima, no queremos quedarnos solo con el uso del Gel Antibacterial. Vamos a descubrir y arrancar las impurezas de nuestro corazón evitado cuanto es malo, y purificando lo manchado de vileza con una vida limpia, con una vida pura y con una vida alegre.