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IGLESIA PERSEGUIDA

San Pedro

Hoy celebramos una solemnidad más en este mes de junio que ha estado lleno de solemnidades.  Es un mes cargado de fiestas y la solemnidad de hoy es la de san Pedro y san Pablo, apóstoles.
Hoy celebramos su fiesta y celebramos, concretamente, el martirio de san Pedro y san Pablo.
La misa de hoy comienza así

“Estos son los que mientras estuvieron en la tierra, con su sangre plantaron la Iglesia, bebieron el cáliz del Señor y lograron ser amigos de Dios”

(Antífona de entrada).

“Yo quería Jesús comenzar este rato de oración dando gracias, porque Tú has permitido que yo viva en un país donde no hay persecución religiosa.  Donde los cristianos podemos vivir libremente; podemos profesar nuestra fe libremente”.
¡Qué tristeza esas noticias actuales! Uno pensaría que esas noticias son de los primeros siglos del cristianismo, pero son actuales.  Cristianos perseguidos que mueren mártires por profesar la fe; que tienen que esconderse para celebrar la liturgia… es increíble, en pleno siglo XXI.
Pero no se nos puede olvidar que así nació la Iglesia.  La Iglesia nació entre persecución, entre dolores, entre angustias, entre cárceles… así le tocó vivir a san Pedro y a san Pablo.

El Evangelio, por ejemplo, de san Juan nos conserva las palabras que Pedro escuchó de labios de nuestro Señor:

“En verdad te digo, cuando eras más joven te ceñías tú mismo e ibas a donde querías, pero cuando envejezcas extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”

(Jn 21, 18).

“Y lo que Tú le querías decir Jesús a san Pedro, era el género de muerte que iba a padecer: que iba a morir mártir”.
San Pedro no sabía cómo iba a ser aquello, pero murió mártir: extendió sus brazos como nuestro Señor.  Y san Pablo también tuvo que padecer mucho por la fe.
A Ananías el Señor le hizo ver:

“… este es mi instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel.  Yo le mostraré lo que habrá de sufrir a causa de mi nombre”

(Hch 9, 15-16).

PEDIRLE AL SEÑOR POR LA PAZ EN LA IGLESIA

La misión de san Pablo no solo fue: “usted va a viajar por todas partes en barco, caminando y va a ser el apóstol de las gentes y va a escribir cartas y esa será su misión…” ¡No! San Pablo también está llamado al sufrimiento y a la persecución.
San Pedro y san Pablo, a quienes llamamos columnas de la Iglesia universal.  Allí se sostiene la Iglesia universal, en san Pedro y en san Pablo.
Es llamativo llegar ahí a la Basílica de San Pedro en Roma y ver delante de la fachada esas esculturas enormes (no quería decir enormes porque tampoco son colosales).  Son esculturas de gran tamaño que están ahí en toda la fachada.  A un lado, san Pedro y al otro lado, san Pablo.
“Señor, la Iglesia sufre actualmente”.  Nosotros tenemos que rezar mucho por la Iglesia, porque es partícipe de la Cruz -así como fue la Iglesia en la época de san Pedro y san Pablo; actualmente, también.
Tenemos que pedirle al Señor que nos conceda la paz en la Iglesia.
Una de las lecturas de la misa de hoy, nos recuerda también la primera persecución que se desató en Jerusalén contra la Iglesia poco después del día de Pentecostés.
“Uno pensaría Señor: ya llegó el Espíritu Santo, ahora sí la Iglesia se va a difundir por todas partes…” y rápidamente empieza la persecución.
El rey Herodes prendió a algunos de la Iglesia para maltratarlos.  Dio muerte por la espada a Santiago, hermano de Juan y, al ver que era grato a los judíos, decidió prender también a Pedro.
Así fue la persecución, una cosa sistemática. Y “Señor, si a Ti te persiguieron ¿cómo no iban a perseguir a los apóstoles? ¿Cómo no van a perseguir también a la Iglesia?”
La Iglesia comenzó a sufrir desde sus inicios una serie de sufrimientos… “Y Tú Señor también habías predicho eso”:

“No es el siervo más que su Señor.  Si a Mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”

(Jn 15, 20).

RESISTIR


Si alguna vez sufrimos algún tipo de persecución, que sepamos sufrirla en nombre de nuestro Señor.  Quizá Él no permita que nunca suframos persecución.
Aquí en Colombia es una maravilla, algunas veces salgo con sotana o con clergyman y la gente me saluda, me pide su bendición.
Yo me acuerdo en la época de universitario, cuando iba a la universidad con alguno de los sacerdotes de la universidad, cuando se detenía en un semáforo la gente pasaba por enfrente se persignaban.
A mí nunca me ha pasado como sacerdote, que vaya caminando y que la gente se vaya persignando… me piden la bendición.
Muchos venezolanos, es muy bonito, no saludan: “Padre buenos días”, sino “Padre, bendición”.  Siempre les digo que no pierdan esa costumbre, que es muy bonita.
“Durante los primeros siglos Señor, me atrevo a hablar así, el demonio pretendió destruir la fe de los cristianos con la violencia, con el martirio”.
¿Cuáles serán las armas que el demonio quiere utilizar en este momento? En algunos países: la violencia, el martirio, pero también la astucia.  También tratar de engañar a los hombres, intentarnos separar -por ejemplo- del Papa, de los obispos y de la doctrina de la Iglesia.
Eso es una artimaña del demonio, que nos intenta separar de la Iglesia.
Rezar para que podamos resistir, para que la barca de Pedro nunca perezca, nunca se hunda.  Por los católicos que se ven oprimidos en el ejercicio del culto, que no pueden propagar la fe, que se les discrimina por ser católicos en su vida profesional.
“Eso puede suceder también en estos países Señor, donde se impone una determinada ideología o corriente ideológica…”
Hay que resistir y hay que rezar y pedirle a nuestro Señor que nos sostenga.
Hoy encomendamos esta intención a san Pedro y a san Pablo, que sigan siendo esas columnas, que intercedan por nosotros.
Hacemos nuestros esos deseos, pedimos por la Iglesia entera; los mismos deseos de san Pedro y san Pablo.
Acudimos también a la intercesión de la que es Madre de la Iglesia, Reina de la paz.  El Señor escucha siempre complacido sus súplicas y su oración.

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