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IMPORTANCIA DE DIOS

IMPORTANCIA DE DIOS

“Cuando hacemos oración, vemos en el Evangelio Jesús, todo lo que nos quieres.  Nos revelas el amor del Padre, nos hablas cómo Él te ha enviado para salvarnos y cómo Tú eres capaz de dar la vida, de sufrir todo lo que sea necesario para salvarnos.  Somos bastante importantes para Ti.

Pues ahora yo, en este rato de oración, quiero decirte lo importante que eres para mí,  y lo voy a hacer a través de un cuento que no tiene título, (como ninguno de los cuentos que está recogido en ese libro de cuentos).  El libro sí tiene título, se llama:

El espejo en el espejo

del escritor alemán Michael Ende:

“La dama corrió hacia el lado la cortina negra de la ventanilla de su carroza y preguntó: 

– ¿Por qué no vas más deprisa?  ¡Sabes lo importante que es para mí llegar a tiempo a la fiesta! 

El cochero cojo se inclinó hacia ella desde el pescante y contestó: 

– Estamos atrapados en una caravana madame. No sé cómo, parece que me he dormido un poco. En cualquier caso, allí está esta gente que nos obstruye el paso.

La dama se asomó a la ventana. Efectivamente la carretera estaba atestada por un interminable desfile de gente. Había niños y ancianos, hombres y mujeres, todos con fabulosos y coloridos trajes de juglares, fantásticos sombreros cubriendo sus cabezas, grandes bultos a la espalda. Algunos cabalgaban sobre mulos, otros sobre grandes perros o avestruces. Entremedias traqueteaban también carros de dos ruedas, cargados hasta los topes con cajas y maletas o carros entoldados ocupados por familias. 

UNA CARAVANA

– ¿Quiénes sois? – preguntó la dama a un joven en traje de arlequín que caminaba junto a su carroza.  

Llevaba una vara a su espalda cuyo extremo contrario era sujetado por una muchacha de ojos almendros, vestida con ropajes chinos. En la vara colgaba todo tipo de enseres y había encima un pequeño mono aterido de frío. 

– ¿Sois un circo?

 – No sabemos quiénes somos – dijo el joven –  No somos un circo.  

– ¿De dónde venís?  – quiso saber la dama. 

–  De las montañas del cielo – contestó el joven -,  pero ya hace tiempo de aquello.

 – ¿Y qué hacíais allí? 

–  Eso era antes de que yo llegase al mundo. Yo he nacido por el camino. 

LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA

Entonces intervino en la conversación un anciano que llevaba al hombro un gran laúd o tiorba: 

– Allí representamos la función ininterrumpida, bella dama.  El niño ya no puede saberlo.  Era una función para el sol, la luna y las estrellas. Cada uno de nosotros estaba situado en la cumbre de un monte distinto y nos gritamos las palabras unos a otros. Se actuaba sin interrupción, pues esta función mantenía al mundo unido. Pero ahora, también la mayoría de nosotros lo ha olvidado. De aquello hace ya demasiado tiempo. 

– ¿Por qué dejasteis de representarla? 

– Ocurrió una gran desgracia, bella dama.  Un día nos percatamos de que nos faltaba una palabra.  Nadie nos la había robado ni tampoco la habíamos olvidado. Simplemente ya no estaba. Pero sin esa palabra no podíamos seguir actuando, porque todo se revelaba sin sentido. Era esa palabra mediante la cual todo está relacionado con todo. ¿Lo entiende bella dama? Desde entonces, estamos en camino para encontrarla de nuevo. 

– ¿Mediante la cual todo está relacionado con todo? preguntó sorprendida la dama.

UNIR EL MUNDO

– Sí – dijo el anciano y asintió con seriedad -,  seguro que usted también se habrá ya dado cuenta, bella dama, de que el mundo ya sólo se compone de fragmentos de los cuales ninguno tiene ya nada que ver con el otro. Esto es así desde que se nos extravió la palabra. Y lo peor es que los fragmentos continúan desmembrándose y cada vez quedan menos cosas que esten relacionadas entre sí. Si no volvemos a encontrar la palabra que vuelva a relacionarlo todo con todo,  entonces un día la tierra se desintegrará  por completo. 

– ¿Creéis realmente en poder encontrarla algún día?

DEJARNOS GUIAR

El anciano no contestó, sino que aceleró sus pasos y se adelantó. La muchacha de ojos almendrados que ahora caminaba junto a la ventanilla de la dama, aclaró tímida: 

– Escribimos la palabra sobre la superficie de la tierra con el largo camino que transitamos.  Por ello no permanecemos en ningún sitio.

– Ah – dijo la dama -,  ¿entonces siempre sabéis a dónde debéis ir?

– No, nos dejamos guiar. 

– ¿Y quién o qué os guía? 

– La palabra – contestó la muchacha y sonrió como si quisiese disculparse. 

La dama miró largo tiempo a la niña desde el lado, después preguntó en voz baja: 

– ¿Puedo acompañaros?

 La muchacha calló, sonrió y adelantó despacio a la carroza siguiendo detrás del muchacho. 

– ¡Alto! – gritó la dama a su cochero.

Este detuvo a los caballos, se volvió y preguntó:

– ¿De verdad se quiere ir con esos de ahí, madame? 

NECESITAMOS DE DIOS

La dama estaba sentada, callada y erguida en los asientos acolchados y miraba fijamente al frente.  Poco a poco todo el resto de la tropa adelantó a la detenida carroza.  Cuando pasó el último rezagado, la dama se apeó y siguió a la comitiva con la mirada hasta que ésta desapareció en la distancia.  Comenzó a llover un poco.

– ¡Demos la vuelta! – gritó al cochero mientras volvía a subir -,  volvemos he cambiado de idea. 

– ¡Gracias a Dios! – dijo el hombre cojo -, ya creía que usted se quería ir de verdad con esos. 

– No – contestó la dama ensimismada -,  yo no les sería de utilidad.  Pero tú y yo podemos atestiguar que existen y que los hemos visto. 

El cochero hizo virar a los caballos. 

-¿Puedo preguntar algo, madame? 

-¿Qué quieres? 

-¿Cree madame que encontrarán alguna vez esa palabra?

– Si la encuentran – contestó la dama -, entonces el mundo cambiará al instante ¿No crees?  Quién sabe, quizá algún día también seamos testigo de ello.  ¡Y ahora ponte en marcha!”. 

DIOS LE DA SENTIDO A NUESTRA VIDA

Ahí termina el cuento. Señor, inmediatamente yo pensé en Ti, porque ¡Tú eres la palabra! así te llama san Juan: Logos y Tú eres el que realmente le da sentido a todo. ¿Qué sería del mundo sin Ti? ¿Qué sería de mi vida sin Ti? Y no simplemente das sentido a todo, sino que es algo más profundo. Como dice san Pablo en la Carta a los Colosenses:

“Jesús es la imagen del Dios  invisible, primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y  sobre la tierra, las visibles y las invisibles. Él es antes que todas las cosas y todas subsisten en él. Dios  tuvo a bien que en él habitase toda la plenitud, y por él reconciliar todos los seres consigo”.

(Col 1, 15-20)

Son algunos fragmentos del Himno que se lee en el primer capítulo de los Colosenses, donde habla precisamente de: “cómo Tú, Señor, eres mucho más que el que da sentido, sino que Tú eres el fundamento de toda la realidad, todas las cosas fueron creadas por Ti y para Ti. Y todas encuentran consistencia y fundamento en Ti. Me da mucha alegría el conocerte, el tener fe.

LA FE HACE TODO MÁS HERMOSO

Hoy celebramos un aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a América. Y, más allá del encuentro de dos culturas, es la llegada de la fe a este gran y hermoso continente.  Todas las personas que aquí vivían, no te conocían Señor.  Y gracias a que llegaron estos hombres, pues te conocemos ahora.

Yo me alegro, soy hijo de la mezcla de estas dos grandes culturas que se encontraron, tengo fe y también tantas otras cosas buenas heredadas de sus pueblos prehispánicos. Tantas cosas buenas que se han quedado, que con la fe, se han hecho todavía más hermosas y otras tantas que, gracias a Dios ya no existen, como esos sacrificios humanos tan tremendos .

Pues hoy te doy gracias Jesús, porque te conozco porque, a través de esas personas, llegó la fe aquí a esta tierra. Y también te pido que me ayudes a valorar más la fe, que la conozca mejor, que la viva mejor, que también sepa transmitirla a los demás”.

Y acudimos a Nuestra Madre, la Virgen Santísima, que también en estas tierras se ha hecho presente de modos maravillosos, como bien conocemos todos.

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