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P. Santiago

7 min

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INDULGENCIA

La indulgencia, don inestimable de la misericordia divina, es uno de los “signos” peculiares de los Años jubilares. ¿Qué es la indulgencia plenaria? La remisión ante Dios de la pena temporal correspondiente a los pecados ya perdonados, que se obtiene por mediación de la Iglesia.

AÑO DE JUBILEO

Hace pocos días di una plática, una clase en el colegio en el que trabajo a un grupo de niñas sobre el Año Jubilar, las indulgencias y la indulgencia plenaria.

Al final de la clase, una niña se me acercó y preocupada me dijo: —Padre, pero me parece un poquito injusto que, una persona que quizá no haya vivido bien la vida cristiana, una vida de virtud, una vida recta; pues no sé… en una oportunidad de éstas, como las indulgencias, reciba el perdón de todas sus penas, sus culpas y quedé como un recién bautizado. 

Yo le decía: —Efectivamente, así puede ser.

Bueno, Jesús, y aquí que estoy Contigo en esta oportunidad, grabando esta meditación, haciendo este ratico de oración en un Oratorio, o sea que se me facilita más la presencia real de Jesús en la Eucaristía. 

Señor, a esta niña no le falta razón. Hay muchas personas que se van a colar en el Cielo. ¡Hay mucho colado en el Cielo! 

Como cuando uno hace fila en el carro para girar por un cruce por donde solo pasa un carro. Y claro, la fila crece y varios aprovechan, buscan ahorrarse la fila, metiéndose a la fuerza al final. Y muchos lo consiguen. 

Este año, es un año de gracia. Y este año se va a colar mucha gente en el Cielo. Bueno, ¡así lo permite el Señor! Estamos en un Año Santo, en el año de gracia del Jubileo

Y bueno, Señor, te doy gracias que me has permitido vivir un nuevo Jubileo. Ya me han tocado dos más, con este es el tercero: el Jubileo del año 2000, el Gran Jubileo. 

El Jubileo del 2015 que fue el Jubileo de la Misericordia, Jubileo extraordinario que quiso el Papa Francisco por los 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II. 

Ahora me toca este Jubileo Ordinario del año 2025. Y el próximo ya anunciado por el Papa Francisco en el año 2033, que de pronto me toca. Quién sabe si me toque el del año 2050…. 

AÑO DE GRACIA

Bueno, Señor, lo que Tú tengas para bien, lo que Tu preveas está bien. Pero este es un año de gracia y nos ha tocado a nosotros. Tenemos que aprovecharlo. 

Mira lo que dice la Sagrada Escritura:

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. A poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año de gracia del Señor». 

Y esto último, es el año Jubilar.

«A proclamar el año de gracia del Señor».

Estamos en un año de gracias del Cielo. Llueven gracias del Cielo para nosotros los cristianos, para nosotros los hijos de Dios. 

Concretamente el regalo de este Año Jubilar, de este año de Gracia son las indulgencias, que es, Señor, un don inestimable de tu misericordia. Es un signo de este año de gracia, de este año Jubilar. 

Y para conseguir las indulgencias, puntualmente la indulgencia plenaria, ¿qué hay que hacer? Ustedes ya lo saben. Ya lo sabemos todos. 

Se requiere una acción especial, que en el caso del Jubileo de este año, es atravesar la Puerta Santa. 

En cada diócesis, en cada ciudad, hay unos templos que han sido designados, para poder ganar el Jubileo, ganar la indulgencia… ¿Y ya no más?, ¿sólo tengo que ir a pasar esa puerta y ya? No… 

Tiene que haber un arrepentimiento verdadero, excluyendo todo pecado, todo afecto al pecado. Y me debo purificar antes con el sacramento de la Penitencia. También recibir la comunión. Rezar por las intenciones del Papa. Y así podré conseguir ese tesoro de la Iglesia: la Indulgencia Plenaria. 

Los fieles pueden conseguir esa indulgencia en grupo o individualmente, visitando ese lugar jubilar. Y ojalá poder participar también en la Santa Misa, en la Adoración Eucarística o en una meditación. 

También aprovechar ese Templo Jubilar para rezar por el Santo Padre, un Padrenuestro, un Avemaría, y una Salve. Hacer allí también una profesión de fe. Invocar a la Madre Santísima, a nuestra Madre querida. Y así podremos recibir esa indulgencia. 

indulgencia

¿QUÉ ES?

¿Y qué es la Indulgencia? La definición que da el catecismo es:

“La remisión ante Dios de la pena temporal correspondiente a los pecados ya perdonados, que se obtiene por mediación de la Iglesia”. 

¿Cómo así? O sea, ¿una indulgencia no perdona los pecados? No. Porque el medio ordinario para recibir el perdón de Dios es el sacramento de la Penitencia. 

¿Y la indulgencia no ahorra la penitencia ni la confesión?… Y ¿qué ahorra?, ¿qué consigue la indulgencia? La remisión de la pena temporal, de cada pecado. 

Señor, estoy aquí en Tu presencia. Cada pecado conlleva una culpa y una pena. La culpa, que puede ser eterna o puede ser temporal, depende de la gravedad del pecado. 

Si es un pecado mortal, pues acarrea una culpa eterna. ¿Y la culpa eterna cual es? Pues es el infierno.

En cambio, si yo me confieso esa culpa se perdona en la Confesión, pero falta purificar, falta la expiación, porque el pecado entraña una doble consecuencia. 

La primera es precisamente la pena. La pena eterna o la pena temporal que con la confesión me ahorro la pena eterna…

La privación de la comunión con Dios para siempre. ¡Señor, líbrame del fuego del infierno!

Y, ¿qué otra consecuencia tiene el pecado? Perder la amistad con Dios. Y si uno no se arrepiente, puede tener esa pena eterna. Pero, si uno le pide perdón al Señor de los pecados, pues la pena eterna se remite, se perdona, pero subsiste la pena temporal.

La pena temporal, es el sufrimiento que comporta la purificación, el desorden que comporta el pecado en el alma, en el corazón, en la vida. 

Y eso es lo que ha de purgarse en esta vida. ¿Cómo así, Señor? ¿Se puede purgar también en la otra vida? ¡Claro! En el Purgatorio. Para que un fiel quede libre de los rastros del pecado, se ha de purificar. 

¿QUÉ CONCEDE?

Un ejemplo concreto para entender un poquito lo que es la pena temporal y comprender así, lo que alcanza la indulgencia plenaria. 

Imaginémonos una operación quirúrgica, un trasplante de corazón. Ese nuevo corazón, salva la vida del paciente. Pero después, ¿qué pasa? De la operación ya después de la operación, ya tranquilo, se puede ir a la casa, 

¿Puede hacer otra vez deporte común y corriente? Si esa persona tiene la necesidad de una total recuperación, es preciso que con tiempo y con dolores, sanar las heridas, entrenar ese corazón. 

Más o menos del mismo modo el pecador, que ha sido perdonado por sus culpas y se le ha perdonado la pena eterna, aunque está salvado, aunque ya no está liberado de la pena eterna merecida por sus pecados, tiene aún que restablecer por completo las consecuencias que ha dejado el pecado.

Tiene que purificar esas penas temporales merecidas por el pecado. 

¿Y qué concede la Indulgencia Plenaria? La remisión de toda pena temporal. Ya no tengo que purificar la pena temporal y quedo como un niño, cómo un recién bautizado…

Señor, si me confieso y comulgo. Si detesto con toda mi alma el pecado mortal y el venial deliberado. Si rezo por el Papa y estoy allí en el Templo Jubilar, rezo y hago una profesión de fe: ¿ya con eso puedo quedar otra vez, con el tiquete (si me muero ese día) directo al Cielo, a la vida eterna?

Por eso esta niña me decía: —Padre, no me parece justo…

Porque ella me imagino que pensaba que uno puede durar toda la vida luchando por ganarse el Cielo, tener una vida de virtud y tal, y que alguien en un momentico, en un día, en una jornada, pues ya se puede saltar el purgatorio y pueda llegar al Cielo, ¡incluso pueda estar más adelante que yo en el Cielo!

Pues si es así y es verdad, es un atajo muy grande que podemos tener en este momento, en este año de gracia. 

ESTADO DE GRACIA

Hoy el Evangelio trae esta pregunta:

«¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?» 

Señor, estamos en un año de gracia, en un año de perdón, un año especial de misericordia, y vamos a aprovecharlo. No queremos la pena eterna y tampoco queremos la pena temporal. ¡Queremos verte, Señor, y gozar para siempre del Cielo, de esa visión bienaventurada que tienes preparada para tus hijos! 

Pues Señor, ¡gracias por este año especial!

Vamos a aprovechar para confesarnos, preparar una buena confesión. Un amigo sacerdote que trabaja en una Iglesia Jubilar me decía que han aumentado considerablemente las confesiones y las vocaciones. 

Señor, gracias porque eso es una bendición que nos da nuestra Madre, la Iglesia, que nos das Tú, y vamos a aprovecharla. 

Vamos a pedirle a nuestra Madre, que nos invite a conservar también el estado de gracia. Porque claro, yo me puedo ganar una indulgencia y la remisión de la pena temporal y todo, pero de ahí en adelante, voy a luchar, aprovechar ese trato con el Señor, y ese estado de gracia en el alma, con un alma pura, un alma entregado, un alma enamorada de Dios.


Citas Utilizadas

Gn 11, 1-9

Sal 32

Mc 8, 34-9, 1

Reflexiones

Madre nuestra, ayúdanos a conservar el estado de gracia después de ganar la indulgencia y mejorar mi trato con el Señor.

Que mantenga la gracia en mi alma y esté más enamorada de Dios.

Predicado por:

P. Santiago

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COMENTARIOS

  1. Gracias, Padre, excelente explicación: clara y sencilla. Ojalá todos tengamos la oportunidad, no solo del perdón sino de saber aprovecharla y mantenernos fieles al Señor.

  2. Iris Contreras dice:

    Gracias, Padre, excelente explicación: clara y sencilla. Ojalá todos tengamos la oportunidad, no solo del perdón sino de saber aprovecharla y mantenernos fieles al Señor.

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