JUAN BAUTISTA
Cuando nació Juan Bautista, a los ocho días le querían poner como nombre Zacarías, como se llamaba su padre. Pero la mamá intervino y dijo: “No, se va a llamar Juan”.
Pero los vecinos no se convencían porque nadie se llamaba Juan en la familia. Y entonces le preguntaron al papá, le preguntaron a Zacarías.
Y Zacarías, que se había quedado mudo, escribió en una tablilla: “Juan es su nombre”. Y Juan va a ser el precursor de la venida del Señor. El que prepara el camino de muchos para que se encuentren con Dios, es la vocación que había recibido y tuvo que ir contracorriente.
¡Cuánto tuvo que sufrir, cuánto sacrificio tuvo que hacer Juan Bautista! Tiene que enfrentarse a un pueblo incrédulo, ignorante y agresivo. Paralelamente a Jesús, él también fue perseguido y tiene un final trágico, cuando piden en un plato su cabeza. Y así muere siendo mártir Juan Bautista.
Juan Bautista era un hombre fuerte. Se prepara en el desierto comiendo langostas, convoca a la gente y les pide penitencia…
Estamos acabando el Adviento y el Adviento es un tiempo de penitencia. Aún quedan unos días más antes de la Navidad, que los podemos aprovechar muy bien para exigirnos más, para sacrificarnos más.
Vale la pena hacer penitencia para prepararnos mejor, para estar en forma para una fiesta tan importante como la Navidad. Vale la pena prepararse bien. Hay mucha gente que no está preparada para recibir a Jesús.
CON SERENIDAD Y ALEGRÍA
Nosotros estamos preparados para recibir a Jesús. Veremos a Jesús en el pesebre, pero Él quiere estar en nuestra interioridad. Hagamos el pesebre dentro de nosotros, y entonces quitemos los obstáculos que puedan haber para que el Señor esté a gusto.
Le podemos decir a Jesús: “Ven a mi casa esta Navidad”. Hay un sitio para Jesús en nuestra casa. Hay un sitio para Jesús dentro de nosotros. Hay pues mucha gente está expulsando a Dios. Primero lo expulsan de la propia vida con el pecado.
Cuando habitualmente se vive en pecado y no se sale de allí, luego lo expulsan de la casa del hogar, creando en el hogar un ambiente agresivo, de competencia, de pelea que hoy se ve pues en algunos hogares como hay estos inconvenientes.
Luego no se le permite a Dios que entren los trabajos como si fueran a estropearlo todo. Y Dios puede estar presente en los ambientes laborales, puede estar presente en el hogar, puede estar presente en un país, en una ciudad y las cosas irán mucho mejor con la presencia de Dios.
LLENARSE DE DIOS
Y hoy se le quiere expulsar de todos los sitios. Hay sitios donde hay persecución y no, no se le quiere. A Dios no se le incluye. Se le ignora y se vive como si no existiera Dios. ¡Qué pena!
Gente que podría ser mucho más feliz. Le dicen que no al que trae la felicidad. Ahora, como todos los años, cuando se está cerca de la Navidad, todo se desea la felicidad… pero la felicidad sin Dios no hay.
El ser humano se complica cuando no está Dios de por medio, porque la felicidad precisamente la trae Jesús.
El viene para que seamos felices, para que estemos unidos, para que nos comprendamos unos a otros. ¡Y qué importante es prepararse bien para recibir a Jesús!
Escuchemos entonces a Juan Bautista cuando nos dice que hagamos penitencia. Necesitamos la penitencia, la purificación de nuestra interioridad. Quitar los obstáculos que impidan que el Señor esté a gusto dentro de nosotros, para que nosotros podamos llevar a Dios por todos los sitios.
Cuando Jesús nos pide que llevemos la cruz, nos está diciendo que vamos a ser felices con la Cruz. Él quiere la felicidad y es la forma de ser libres. No hay que tenerle miedo a la Cruz.
La penitencia es como el entrenamiento de los atletas para ganar la competencia. Los atletas se tienen que levantar temprano. Tienen unas dietas de comida a veces muy duras, para poder estar en forma, para estar libre de grasas que las comidas pueden traer, tienen que hacer unos ejercicios que exigen esfuerzo tienen que cuidarse para estar sanos y fuertes para la competencia y están felices de hacer todo eso.
SABER RECIBIR A DIOS
En los entrenamientos la pasan en grande y luego son mucho más felices en la competencia.
Un buen cristiano es como un atleta que vive una disciplina, se levanta temprano, hace un rato de oración, sale a trabajar, cuida el orden y se esmera en el trabajo.
Ayuda a los demás a que trabajen bien. Se esfuerza para dar lo mejor de sí y así es feliz y hace felices a los demás. Y luego en su casa, en el hogar, pues es un vínculo de unidad, de paz, de alegría, de comprensión con todos sus seres queridos.
Ya está cerca la Navidad y el gran regalo de la Navidad es el Niño Jesús que viene para nosotros, para vivir con nosotros y llenarnos de amor. Por eso se dice siempre que no hay Navidad sin Jesús.
La Navidad es para adorar a Dios. Los villancicos son cantos de alegría por el nacimiento del Señor. La Navidad es una invitación a estar unidos, a querernos todos.
Acercarnos todos dando lo mejor de nosotros, acercarnos a toda la gente. Hay muchas almas que necesitan de nuestra compañía en el trabajo, en la casa y en tantos lugares. Hay mucha gente que está sola.
UNA FELIZ NAVIDAD
Y entonces solamente podremos decir ¡Feliz Navidad! cuando deseamos que Dios esté en los corazones de las personas. Y si nosotros tenemos a Dios dentro de nosotros, lo llevaremos a esas personas que necesitan de Dios.
En esas casas, esos hogares en las ciudades, en el mundo, hace falta que Dios esté. Hay que incluir a Dios en el mundo.
Llamemos al Señor para que esté en cada uno de nosotros, y que sepamos recibirnos bien. Recibirlo bien es prepararse bien, porque Él viene para ayudarnos a ser felices, a ser libres, a ser mejores personas y para que nosotros mismos podamos transformar el mundo, para que pueda existir lo que san Juan Pablo II decía una nueva civilización del amor.
Y san Josemaría también decía que nos contemos el cuento del amor. Eso es lo que tenemos que hacer para ser felices, no solamente en la Navidad, sino transformar toda una sociedad con el amor de Dios.
¡Que tengan todos una feliz Navidad en cada casa y en cada hogar! Con Jesús junto al nacimiento, estaremos unidos, mirando, pues, tantos nacimientos que hay en todo el mundo. Y ese ambiente de la Navidad que no sea simplemente un ambiente exterior que signifique que dentro de nosotros hemos puesto a Jesús.
Y está Jesús llevando nuestra vida y estamos transmitiendo esa paz, esa alegría que es muy importante ahora en la Navidad, y luego para todos los demás días.
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