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SENTIDO DE ETERNIDAD

Juan Cruz

El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús hablando de san Juan Bautista. Dice:

«Elías ya vino y no lo reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron»

(Mt 17, 12).

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre los grandes personajes que, a lo largo de la historia de la salvación, han sido llamados a una vida de entrega más radical, como el profeta Elías, al que todo el mundo como temía que tenía de referente.

Y a estos elegidos, por así decir, Dios les ha llamado a una entrega como más radical. Y a enfrentarse también a grandes pruebas, como Elías, como Juan el Bautista y como el santo que también nos acordamos hoy, que es san Juan de la Cruz.

SAN JUAN BAUTISTA

Partamos entonces de san Juan Bautista, que fue el precursor, un hombre de carácter fuerte, dispuesto a vivir y a morir por la verdad.

Él siente ese llamado fuerte de ir a predicar y se retira al desierto desde donde empieza a levantar su voz, a decir que el Reino de los Cielos está cerca y a llamar a la conversión.

Por su fuerza a la hora de señalar los problemas y los pecados, será encerrado por Herodes que vivía con la esposa de su hermano y que san Juan, al señalar ese pecado, fue encarcelado y luego murió mártir.

Ese martirio en la cárcel también es un recordatorio de que la fidelidad a Dios puede llevar pruebas un poco más extremas.

Como precursor de Cristo, la vida de san Juan Bautista fue un testimonio de esa transitoriedad de las cosas terrenales, de la urgencia para preparar el corazón para el Reino de Dios.

Por eso Jesús lo elogió diciendo que

«entre los nacidos de mujer no ha surgido nadie mayor que Juan el Bautista»

(Mt 11, 11).

Este reconocimiento yo creo que nos da esa clareza de su misión, de su disposición para sacrificarse por lo eterno, por lo que vendrá después. Su vida nos inspira a vivir con valentía y radicalidad, buscando agradar a Dios antes que a los hombres.

SAN JUAN DE LA CRUZ

Como decía el santo que hemos celebrado el día de hoy, san Juan de la Cruz, al que igual que san Juan Bautista fue llamado a enfrentar pruebas un poco más fuertes.

No fue el precursor de Jesucristo, no tenía un rol tan grande en toda la historia de la salvación. Sin embargo, fue un místico y doctor de la Iglesia y su vida estuvo marcada también por la persecución, por la incomprensión y el sufrimiento, pero también por una fe inquebrantable en la presencia de Dios en medio de las pruebas.

En una época de persecuciones fue encarcelado y en ese encarcelamiento en Toledo escribió algunas de las poesías más profundas de la espiritualidad cristiana, como el Cántico Espiritual, ese poema que expresa su amor apasionado por Dios.

Dice en una de esas estrofas:

“Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos son los pecadores; los ángeles son míos y la Madre de Dios y todas las cosas son mías…

Pues ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto y todo es para ti”

(San Juan de la Cruz).

Porque Dios es el que reina.

ABRAZAR LA CRUZ

San Josemaría enseñó que la Cruz es el trono desde el que Cristo reina y san Juan de la cruz vivió esta verdad abrazando la Cruz como el camino hacia la unión con Dios y como una llamada a dirigir esa mirada hacia la eternidad más allá de los sufrimientos temporales.

Se ve que el sufrimiento a veces llega uno detrás de otro o reunidito o de una forma como si se llamaran unos a otros.

Hoy me llamó por teléfono una señora que me contaba que le habían encontrado a su hija mayor un problema de salud grave, a su hija del medio otro tipo de problemáticas de salud menos grave, pero también inesperado. Y, por último, la última, se había pasado de tragos.

O sea, tres cosas inmediatas en una semana. Eran como tres dolores muy fuertes y ella no estaba preparada. “¿Por qué Dios me trata así?” Es que efectivamente a veces el dolor nos enseña que la Cruz es el trono desde que Cristo reina aquí en la tierra.

A veces ese dolor o esas contradicciones nos enseñan que la vida es pasajera.

CONFIANZA

¿Y por qué la vida nuestra no es tan fácil? Aquí los primeros que tendrían que haber “levantando la mano”, decir: “oye, mi vida no es nada fácil”, son justamente san Juan de la Cruz, Elías o el mismo san Juan Bautista.

¿Por qué Dios a veces trata de esta manera a los que ama? Porque así a través muchas veces del dolor o a veces a través de estas pruebas confirmamos nuestro amor.

¿Cuándo se confirma el amor? Cuando se prueba; ¿cuándo se ve si el hierro tiene buena calidad? Cuando se pone al fuego; ¿cuándo se ve que un amor es realmente de fondo un amor? Cuando se tiene que demostrar ante el dolor, ante la contradicción y sigue funcionando el amor.

Eso es lo que tenemos que intentar luchar en nuestra vida también. Recuerda que esto es lo que los santos también han vivido en toda la historia de la Iglesia que está llena de hombres y mujeres que también, como san Juan de la Cruz, han vivido una radicalidad evangélica que nos enseñan a no poner la confianza en lo inmediato, en lo temporal, en esta tierra.

ALGUNOS SANTOS

Si te acordarás de santa Teresa de Ávila, que también era compañera en la reforma carmelita de san Juan de la Cruz, enfrentó unas incomprensiones terribles y luchó por la renovación de la vida religiosa.

Su confianza en Dios y su amor por la oración son un modelo de esperanza. O no más allá, san Ignacio de Loyola, que tras una conversión radical dedicó su vida a la gloria de Dios, enseñándonos a buscar siempre la voluntad divina.

O más cercana a nosotros, santa Edith Stein, se llamaba Teresa Benedicta de la Cruz en su nombre de religiosa, que también culminó su vida con el martirio en Auschwitz. Nos recuerda cómo la fe ilumina incluso en los momentos más oscuros.

En un mundo en el que vivimos que a menudo se exalta lo inmediato, lo superficial, que estamos acostumbrados a las recompensas rápidas, el ejemplo de estos santos nos recuerda que estamos llamados a mirar hacia la eternidad, como han enseñado varios santos en sus vidas.

TESTIMONIO DE LA GRANDEZA DE DIOS

No olvides que eres el portador de un Dios que quiere servirse de ti. Y al enfrentar dificultades, estamos invitados a verlas como oportunidades para crecer en santidad, para demostrar con hechos nuestra confianza en Dios, para demostrarle al Señor que le queremos y le seguimos, pese a que en la vida tal vez no nos vaya como nos gustaría o que suceden cosas que nos pueden llegar a quitar la paz.

San Juan Bautista y san Juan de la Cruz son luces en la historia de la Iglesia que nos guían hacia la verdad eterna. Siguiendo su ejemplo, pidamos nosotros también la gracia de vivir con una perspectiva de eternidad.

Un poco de Cielo en nuestra cabeza. Pensar que en el Cielo vamos a gozarla y que ese cielo empieza aquí en la tierra cuando estamos viendo las cosas con perspectiva de eternidad. Sabiendo llevar nuestras cruces con fe y esperanza, sabiendo que todo pasa, Dios no se muda; o sea, Dios no cambia -como decía santa Teresa.

Que nuestra vida, al igual que la de estos santos, sea un testimonio de la grandeza de Dios y un llamado a buscar lo que nunca perece.

ADVIENTO

Seguimos avanzando en este Adviento que terminará con el advenimiento, con la llegada de Cristo.

Pero recuerda que este Adviento tiene dos vertientes: una es prepararnos para la venida de Jesús, como para su cumpleaños, para recordar el nacimiento de Cristo en Belén, pero también para prepararnos para su siguiente venida, para su vida escatológica, al final de los tiempos.

Como cristianos debemos tener claro que esa es una parte importantísima de la historia de cada uno: el final de los tiempos.

Cuando nos encontremos con Él cara a cara, cuando nos pregunte si tuvimos realmente fe en Él, si confiamos realmente en Él, si pusimos todas las contradicciones y todas las cosas buenas siempre en su presencia, porque sabemos que Él es el dueño de la historia. Él es el Rey del universo.

Y la Reina, nuestra Reina es la Virgen María. A ella acudimos al terminar hoy este rato de oración para pedirle que nos ayude a tener ese sentido de eternidad.

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