APÓSTOL TRAIDOR
Estos días de Semana Santa, la Iglesia nos propone distintos pasajes y hoy nos anima a considerar a un personaje en concreto: Judas Iscariote.
Judas, uno de los doce que el Señor escogió entre la multitud de sus discípulos, uno que escuchó las palabras más sagradas que pronunció el mismo Jesús en distintas ocasiones…
El que estuvo presente en los milagros, el mismo que recibió el poder al igual que los otros apóstoles de expulsar a los demonios, quiere sobre todo sanar enfermedades…
El que vio hacer en sus manos milagros y que estuvo ilusionado con todas las cosas que Jesús dijo, especialmente al inicio.
¿POR QUÉ LE TRAICIONÓ?
Hay varias teorías sobre lo que le sucedió a Judas. Algunos dicen que tal vez traicionó a su Maestro porque tenía algo de envidia frente a otros de los discípulos. Otra teoría bastante difundida es que tenía esa avidez por el dinero (al menos así lo presenta san Juan).
Pero hay una línea adicional que justifica, más bien, esa deslealtad de Judas porque él se había desilusionado.
(Hay un artículo hoy en la web de www.10minconJesús.net, que profundiza sobre esto).
JUDAS ISCARIOTE, EL QUE ENTREGÓ A JESÚS
A mí me gustaría contarte un detallito al respecto. Todos los Evangelios hablan de Judas Iscariote, aunque de otros apóstoles podrían a veces no hablar con tal claridad.
A veces por ejemplo, Tomás o los hijos de Zebedeo o aparecen en cada uno de los Evangelios con nombres tal vez un poco retocados.
En cambio de Judas, siempre se reconoce como Judas Iscariote, el que le entregó.
¿QUÉ SIGNIFICA ISCARIOTE?
Ahora ¿qué significa Judas Iscariote? La palabra Iscariote, la explicación más común dice que significa hombre de Queriot, aludiendo a su pueblo de origen, que está situado cerca de Hebrón y que está mencionado un par de veces en las Sagradas Escrituras.
También Iscariote podría ser una variación del término “sicario”, de modo que se estaría más bien haciendo alusión a un guerrillero armado de puñal, que en latín se dice: “sica”.
O también podría ser la transcripción de una raíz hebreo-aramea que significa: iscariote: el que iba a entregarlo.
ZELOTES
A mi me gustaría que nos centremos en la segunda acepción, esa variación de la palabra “sicario” porque hay algunos autores que dicen que habría dos de los discípulos que eran zelotes.
Sabes que los zelotes son este movimiento extremista de oposición a los romanos, que vivían en los tiempos de Jesucristo. Normalmente se reconocen porque iban cargados de una daga y estaban listos para entrar en acción apenas apareciera el Mesías, para expulsar a los romanos.
De hecho, cuando un legado de Siria llama a hacer un censo, provoca una ola de indignación y de resistencia en toda Palestina. Estallaron revueltas en distintas partes y el grupo de los zelotes salió muy fortalecido.
Con lo cual algunos ven en Simón, el cananeo y en Judas Iscariote, a dos apóstoles que pertenecían a este grupo de los zelotes.
Si esto es así, la expectativa que tenían tanto Simón como Judas sobre Jesús, era la de un Mesías libertador de su patria, que expulsaría a los invasores y restauraría ese poder que estaba anunciado por los profetas.
Que haría de Jerusalén la ciudad que volvería a tener esa fuerza y ese prestigio delante de las naciones.
LA DESILUSIÓN
Eso es lo que estaba dicho en las profecías y entonces en el corazón de Judas lo que pudo haber pasado es que empezó a entrar la desilusión, porque se había quedado decepcionado al ver que Jesús no incluía en su programa la liberación política militar.
Es como si hubiera pasado de estar super ilusionado y contento de haber descubierto al Mesías, a una situación en la que estaba completamente decepcionado porque no sacaría a los romanos de Judea.
La decepción y la desilusión va causando mella, dice una autora que se llama Oraiana Fallaci, que no es que sea cristiana pero me parece que es atinada.
Sobre la decepción dice que:
“Nada duele, envenena y enferma más que la decepción, porque es un dolor que procede siempre de una esperanza que se desvanece, una derrota que nace siempre de una confianza traicionada de alguien o algo en lo que creíamos y, al sufrirla, te sientes engañado, burlado o humillado.
La víctima de una injusticia que no te esperabas, de un fracaso que no merecías, te sientes también ofendido, ridículo por lo que a veces buscas la venganza”.
LA DESILUSIÓN ENVENENA
No veo cómo puede justificarse la desilusión, pero cuando uno permite que en su corazón vaya entrando, entonces se va permitiendo uno al principio pensar mal de los otros: no es exactamente lo que buscaba, no me gusta como actúa.
La segunda parte de esa desilusión es empezar a hablar mal de los demás. Fíjate cómo encontramos en la Liturgia del día lunes, que Judas Iscariote habla mal de Jesús cuando ve a María Magdalena que rompe ese frasco de perfume y lo gasta completamente al servicio del Señor.
Él dice:
«Este perfume se pudo haber vendido por 300 denarios»
(Mt 26, 9).
Es un hombre que ya se permite hablar mal de Jesús, que es como un segundo paso y luego ya está el tercero que es el que vemos hoy en el Evangelio, que va a hablar directamente con los jefes de la sinagoga para vender a Jesús.
AL SEÑOR LE DUELEN LAS TRAICIONES
A veces se sabe de algún sacerdote o una persona que veíamos piadosa y empezamos, primero, a pensar mal de esas personas y después empezamos a hablar mal de estas personas y después a hacer cosas que sabemos que te duelen Señor”.
EL SEÑOR NO SE DEFIENDE
¡Qué contraste! Con ese Jesús que, frente a las acusaciones injustas del Viernes Santo, de Herodes, de Caifás, de Anás, de Pilatos, todos ellos hablan en contra de Ti y Tú estás callado Señor, no dices nada; ni para defenderte, ni para atacar.
«Como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores»
(Is 53, 7).
“Señor que aprendamos de Ti, que sepamos callarnos, que no pensemos mal de los demás, que no nos demos esa posibilidad, porque sino la tradición está a la vuelta de la esquina.
MANDAMIENTO DEL AMOR
“Tú nos has mandado con el mandamiento del amor, a amarnos los unos a los otros, que no permitamos que entre en nuestro corazón esa ira, ese desagrado, esa desilusión, esas esperanzas que se desvanecen”.
Que busquemos siempre ilusionarnos de nuevo, que justifiquemos a las demás personas, que tendamos siempre a ver los puntos positivos de cualquier situación en la que nos encontremos
QUE YO VEA CON TUS OJOS, SEÑOR
“Señor Jesús, ayúdanos a tener tu mismo mirar, que vea con tus ojos Cristo mío, Jesús de mi alma, que tenga ese mismo sentir. Que no permita que en mi corazón anide la desilusión; frente a mi pareja, frente a mis amigos, frente a mis hijos, frente a mis padres, frente a las personas que están a mi alrededor.
“Porque no quiero convertirme en otro Judas que te entregue Señor”.
Vamos a pedirle estas intenciones a nuestra Madre la Virgen, ella que vio tal vez cómo Judas iba bajando la guardia, iba poniéndose tibio y cada vez iba alejándose de su Hijo.
A ella le pedimos que no nos permita que nos suceda lo mismo a nosotros, que vayamos una y otra vez siempre a reilusionarnos con el amor de Cristo.