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JUEVES SANTO

Comenzamos hoy el Triduo Pascual con una gran fiesta: la institución de la Eucaristía con la que Jesús lleva a su plenitud su amor por nosotros.

Hoy es Jueves Santo, comienza el Triduo Pascual. Hoy es una fiesta, es una gran fiesta. Así comienza este triduo, que terminará también con una fiesta y no cualquier fiesta, sino la fiesta más importante de nuestra fe: Tu Resurrección, Señor.

Vamos a celebrar Tu resurrección el próximo domingo y hoy celebramos también, porque nuestra fe está llena de alegría, de fiesta; porque Dios es felicidad, Dios es alegría, Dios es la vida, la belleza y el gozo.

Bueno, hay que pasar por la cruz. Pues sí. Es necesario borrar nuestros pecados, para que nosotros pudiéramos participar de tu vida bienaventurada, Señor. Todo esto es por amor. Comienza el Triduo Pascual con una fiesta y termina con una fiesta.

¿Por qué es fiesta hoy? Es una gran fiesta, porque Tú, Señor, estás muy contento; estás muy contento el Jueves Santo en la Última Cena. Así nos lo dice el evangelio de Lucas:

“Cuando llegó la hora, se puso a la mesa y los apóstoles con él. Y les dijo: Ardientemente he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de padecer.

(Lc 22, 14).

He tenido un gran deseo… En latín, se dice: Desiderio desideravi hoc pascha manducare vobiscum, con gran deseo. Desiderio desideravi, he deseado, con un gran deseo comer esta Pascua con ustedes.

Son las ansias del amor. Porque Tu amor, Señor, por nosotros es el amor de Dios, es un amor infinito. Pero que se ha hecho Hombre, se ha encarnado. Y que se ha como metido en ese embudo y no he podido salir, no ha podido llegar al extremo. Pero ahora va a llegar al extremo.

JESÚS SE ENTREGÓ POR AMOR

En la Última Cena, Tú puedes amarnos, Señor, como nos has querido amar desde el principio. Se cumplen tus ansias de amor. Como cuando uno se casa, uno tiene su novia, la quiere mucho y quiere entregarse a ella, quiere unirse a ella totalmente; pero, tiene que esperar al matrimonio.

Ya que se casa puede realizar ese amor, llevar ese amor hacia el hasta el final, durante toda su vida. Será toda una vida a través de la cual se expresa ese pertenecerse mutuamente el uno al otro y darse totalmente, crecer, ser fecundos, cuidarse, acompañarse y perdonarse, etcétera.

Pues Tú, Señor, así nos amas. Tú eres el esposo, la Iglesia es la esposa y en la Última Cena, pues llevas a la plenitud ese amor. Porque entregas, te entregas totalmente, entregas tu cuerpo de un modo sacramental.

Todavía no has muerto en la cruz, pero ya haces presente ese amor que te llevará a entregarte totalmente en la cruz. Lo haces presente, porque eres un impotente y estás en la eternidad y puedes hacer ese cambio de la sustancia del pan, para que se convierta en tu cuerpo que es ofrecido.

Tienes poder para cambiar la sustancia de ese vino, que se convierta en tu sangre, que es derramada para borrar nuestros pecados y ya lo haces presente en ese momento, en La Última Cena. Lo más bonito es que lo instituyes, para que se conserve a lo largo de los siglos, para que nos alcance a nosotros.

Por eso nosotros también estamos muy contentos el día de hoy. De alguna manera, ya se está haciendo presente la inquietud, la angustia de la cruz. Pero, antes de eso, Tú nos ayudas a interpretar que hay amor detrás de eso. Interpretar que hay salvación detrás de eso y nos das paz…Tú mismo tienes esa paz que compartas a tus apóstoles.

INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA

abundancia

Leemos también, en el evangelio de san Juan, cómo introduce esta Última Cena, todos esos gestos que Tú haces, Señor durante La Última Cena, las palabras que nos dices, la oración que haces a Tu Padre, lavarle los pies a los apóstoles. El animarlos a amar:

“Un mandamiento nuevo les doy: ámense como yo los he amado.” (cfr. Jn 13, 34).

Bueno, pues san Juan introduce todo este evento de La Última Cena con las siguientes palabras:

“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo…” (Jn 13, 1).

Los amó hasta el extremo… Esa es la realidad es el amor. Ese es el amor que se hace presente en este día, en esta fiesta de la institución de la Eucaristía.

En la que nos muestras la verdad de Tu amor por nosotros y la instituyes, para que llegue hasta el último día a través de los siglos. Para que nosotros también nos alimentemos sacramentalmente de Tu cuerpo y Tu sangre, y tengamos vida sobrenatural y la vida de la gracia en nosotros.

También celebramos el mandamiento nuevo. Esto es muy importante también, porque Dios es amor. Tú, Señor, eres el amor sustancial y nos explicas que, en todo lo que va a suceder después, lo importante es el amor.

Vendrá la cruz, la pasión, vendrán momentos de mucha oscuridad, de mucha insolencia, de mucha falta de respeto. Las burlas que se dieron durante Tu Pasión, las humillaciones, todo ese odio irracional, diabólico.

El Demonio, se hace presente, nos tienta y nos lleva a rechazarte de un modo demasiado irrespetuoso. Tú, Señor, callas y cargas con nuestros pecados de esa manera. Las cargas y los borras, los destruyes y todo eso, porque nos amas.

EL AMOR

perdonar

O sea, que nos das también el criterio para interpretar la realidad y para valorar las cosas. Como si nos dijeras: Miren, van a venir momentos muy difíciles, muy oscuros, muy duros… Pero, lo importante es el amor. No se olviden de lo más importante, amar a los demás. Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.

¿Y cómo nos has amado Tú, Señor? En la misma Última Cena, les lavas los pies a los apóstoles, es un acto de servicio, olvidarte de tu gran dignidad, para servir a los demás. Nos has amado entregándote, entregando Tu cuerpo, entregando Tu sangre.

Luego, durante la Pasión, nos muestras también, el perdón, la comprensión. Tenemos mucho que aprender y mucho que amar. Te pedimos que nos fortalezcas, que nos ilumines, que nos muestres por dónde tenemos que ir. Cada uno tiene un camino personal que recorrer para crecer en amor.

Tenemos una gran maestra, Nuestra Madre, la Virgen, que está junto a la cruz de Jesús. Tu Madre también estuviste presente seguramente en esa Última Cena y estabas feliz también ese día viendo cómo se instituía este gran sacramento, que nos alimentaría durante toda la historia.

Madre Nuestra, ayúdanos también ha aprender esa lección importante del amor que Tu Hijo nos quiere enseñar.


Citas Utilizadas

Is 6, 1-3.6. 8-9

Sal 88

Ap 1, 5-8

Lc 4, 16-21

Reflexiones

Señor, te pedimos que nos fortalezcas, que nos ilumines y que nos muestres el camino que tenemos que recorrer para crecer en el amor.

Predicado por:

P. Juan Pablo

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