Icono del sitio Hablar con Jesús

LA CRUZ EN LO ALTO

Mirarlo a él
LA CRUZ ES AMOR

El pasado domingo meditamos sobre el camino para identificarnos con Jesucristo. «Tú mismo, Jesús, nos hiciste la invitación:»

“Si alguno quiere venir en pos de mí que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quién quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.”

(Mc 8, 34-35).

«Jesús, pero qué paradoja, porque la cruz es símbolo de muerte, en lugar de una señal de vida. Todavía de la cruz huimos como si fuera un patíbulo, cuando realmente es el trono de Tu gloria. Todavía los cristianos rechazamos la cruz y la identificamos con el dolor, en lugar de identificarla con Tu amor».

Por eso, “hoy, Señor, te decimos: Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.”

SEGÚN LA HISTORIA

Hoy la Iglesia conmemora el rescate de la Cruz del Señor, por obra del emperador Heraclio en su victoria sobre los persas.
Según la historia, por el siglo IV, la emperatriz santa Elena encontró el santo madero en que murió Cristo Redentor, allí en Jerusalén. Sin embargo, en el 614 la Cruz fue robada, tomada de Jerusalén por los persas como trofeo de guerra.

Más adelante, el emperador Heraclio la rescató, y el madero pudo volver a la Ciudad Santa, precisamente un 14 septiembre del año 628. Por eso hoy celebramos esta fiesta. Desde entonces la Iglesia celebra litúrgicamente esta festividad.

Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso un cortejo para acompañarla en solemne procesión, hasta el lugar del calvario, pero iba vestido con todos los lujos reales propios del emperador: la corona, el cetro. Rápidamente se dio cuenta de que no era capaz de avanzar, de dar ni un paso.

Entonces el arzobispo de Jerusalén, Zacarias le dijo: “Todo ese lujo de vestidos no están de acuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba por estas calles con la cruz.”

LA VERACRUZ

Y por eso es que el emperador se despoja de ese manto de lujo, de su corona de oro, y descalzo empieza a recorrer las calles del Viacrucis, y pudo seguir en la piadosa procesión.

“Y ahora que hago oración, Jesús, me preguntó: ¿Qué requisitos debo cumplir para llevar la Cruz?” Puedes tú seguir por tu lado haciendo este rato de oración.

Entonces, para evitar los robos del Santo Madero, se divide en varios pedazos y se reparten por Roma, por Constantinopla… En Jerusalén se queda un trozo grande, quizá el más grande, en un cofre de plata. Otro trozo se parte en pequeñas astillas para ser repartidas en diversas iglesias del mundo.

Esas iglesias fueron llamadas “La Veracruz”. Aquí en Bogotá hay una iglesia que se llama así: La Vera Cruz, donde hay una reliquia con la verdadera Cruz, con un trocito de la Cruz de Jesús.

Ahí sigue estando la cruz, en lo más alto. ¿Cómo podemos nosotros exaltar la cruz? “Señor ayúdame, ayúdanos a mirar el sufrimiento, el dolor, una enfermedad, un revés profesional, un disgusto familiar, o cualquier otra contingencia que podríamos llamar desfavorable, como una oportunidad para abrazarnos a la Cruz.”

ABRAZAR LA CRUZ

Decía san Josemaría: “el dolor no es dolor, cuando lo abrazamos en unión con Jesús. La Cruz no es algo de lo que hay que huir, sino algo que hay que recibir con amor. Y entonces la Cruz es de Cristo, la lleva a Él y por tanto no pesa.”

Buena manera, Señor, de ver todo lo que nos hable de la cruz, ¡para que no pese! Pensar: esta cruz no es mía, es la Cruz de Jesús.

Además, si cargamos no con nuestras cruces, sino con tu Cruz Señor, seremos corredentores. Nos sumaremos a tu misión redentora. Qué bueno poder cargar con la Santa Cruz.

Si tuviéramos la posibilidad de volver en el tiempo y estar presentes en el momento del calvario o en el momento del Viacrucis; y ser ese Cirineo que ayuda a Jesús a cargar la cruz. “Seguramente todos nos lanzaríamos a ayudarte, Señor”. Ahora lo podemos hacer, tenemos esa oportunidad.

ES NUESTRA SALVACIÓN

Dice un Padre de la Iglesia: “que la cruz es el instrumento de nuestra salvación.”. Comentaba: “Si el árbol a cuya sombra pecaron de desobediencia nuestros primeros padres fue causa de perdición, el árbol de la cruz es el origen de nuestra salvación eterna.”

“El origen de nuestra salvación eterna…” y lo sigue siendo, Jesús. Queremos identificar esa cruz, reconocerla y abrazarnos a ella y alzarla. Pero si la alzamos solos tropezaremos inmediatamente. “Por eso, Señor, la tenemos que cargar contigo, Tú estarás ahí para cargar la cruz, porque Tú no sueltas la cruz, Tu no la tiras, no la desprecias, nosotros sí, pero Tú no.

Podríamos Señor también preguntarte y ¿Cómo más podemos exaltar la cruz? ¿Cómo la podemos poner en lo alto? Y recordaba ese comentario que también hacía san Josemaría: “Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum” (Ioann. XII,32); cuando yo seré levantado en lo alto de la tierra, todo lo traeré a mí.

Y por eso no solamente podemos exaltar la Cruz cuando nos pasan cosas “malas” (entre comillas “malas”), sino también con nuestro trabajo.

UNIDOS A CRISTO

Comentaba el santo de lo ordinario, fundador del Opus Dei: “unidos a Cristo por la oración y la mortificación en nuestro trabajo diario, en las mil circunstancias humanas de nuestra vida sencilla de cristianos corrientes, obraremos esa maravilla de poner todas las cosas a los pies del Señor, levantado sobre la Cruz, dónde se ha dejado enclavar de tanto amor al mundo y a los hombres.”

Por eso el trabajo también es una ocasión estupenda para exaltar a la Santa Cruz. No solamente cuando estemos enfermos, o sufriendo o solos, sino en medio del trabajo. Allí nos espera el Señor también para que lo pongamos muy en alto, para que lo exaltemos.

Antes de acabar nuestra oración acudimos a la Virgen, nuestra señora santa María. “Jesús, pido a Tu Madre, a san José nuestro Padre y Señor, con la oración de la liturgia de la Iglesia: haz que su cruz me enamoré y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio.

Ayúdanos a poner la Santa Cruz en la entraña del mundo, en nuestra vida.

Salir de la versión móvil