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P. Felipe

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LA MILAGROSA

María logró lo imposible, que Jesús adelantara su hora y convirtiera el agua en vino. La Virgen puede lograr que Jesús haga muchos milagros en nuestra vida, si acudimos a Ella con confianza

En medio de la ciudad de París, en una calle llamada la Rue du Bac, hay un convento de las hijas de la Caridad, una congregación religiosa en la que se encuentra la Capilla de la Medalla Milagrosa.
Ahí tuvieron lugar algunas apariciones de la Virgen, cuya historia me parece, nos puede ayudar a comenzar estos 10 minutos de oración, en este día 27 de noviembre, en el que celebramos la fiesta de la Medalla Milagrosa.
A mediados del siglo XIX, una joven religiosa que vivía en ese convento llamada Catalina Labouré, fue testigo de varias apariciones de la Virgen.

MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA

Entre otras cosas, Nuestra Señora le pidió que se hicieran unas medallas con su imagen, tal como ella la había visto:
Por un lado, aparecería la Inmaculada Concepción, de pie sobre el mundo y pisando una serpiente, adornado con varias gemas de las cuales irradiaban rayos hacia todos lados.
Alrededor de su imagen con los rayos, un marco en el que están inscritas las palabras: «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti»

medalla milagrosa,
Por el otro lado; un círculo de doce estrellas, con una gran letra “M” bajo una cruz, y el Sagrado Corazón de Jesús, rodeado de espinas. Y el Inmaculado Corazón de María, atravesado por una espada.
Quizá tú y yo hemos visto muchas veces esta imagen, esta imagen tan bonita y a la que se le atribuyen tantos milagros.
La devoción a esta medalla fue creciendo rápidamente, el hecho que más dio impulso a esta devoción, fue una epidemia de cólera que tuvo lugar en la ciudad de París, en esa época.
Esa enfermedad causó la muerte de más de 20,000 personas, y justo en ese contexto, se comenzaron a distribuir estas medallas, a las cuales se les atribuyeron numerosas curaciones y salvaciones de la peste.
Muchas personas se convirtieron gracias a estos Milagros y fue por esa razón que se bautizó la medalla como: “Milagrosa”.
Nuestra madre, santa María es tan buena, es tan madre, que siempre se preocupa de sus hijos.

CONVIERTE EL AGUA EN VINO

Ella es la que consigue los milagros, entre las lecturas que se pueden escoger para la fiesta de la Virgen, tenemos un Evangelio muy común, es el de las Bodas de Caná.
En donde Jesús por intercesión de su madre convierte el agua en vino.
Este milagro tan material, es un signo de los milagros que consigue la Virgen constantemente en nuestras vidas.
Ella logra que Jesús tome el agua de nuestras vidas, un agua sin sabor, sin color, y la transforme en un vino buenísimo, en el mejor de los vinos.
Ella intercede por nosotros, insiste y logra lo imposible, logra los grandes milagros.
Hoy, podemos acudir a nuestra madre santísima, poniendo a sus pies todas nuestras intenciones.
Sobre todo, considerando que hoy es la fiesta de la Medalla Milagrosa, y que tantos milagros puede conseguir ella, del Señor.
Le podemos pedir muchas cosas, ella no se enoja porque seamos pedigüeños, sino que se conmueve al ver nuestra confianza.
Además, al presentarse como “la milagrosa”, ella misma nos está animando a pedirle cosas.
Y no solo cosas pequeñas, las cosas del día a día, que son las más importantes quizás, pero también podemos pedirle grandes cosas, para que pueda mostrar su poder de intercesión ante el Señor.
Podemos decirle con esa canción o esa invocación tan antigua: “¡Muestra que eres Madre!”.
Muestra que eres madre, a través de esos milagros, concediéndonos esas cosas que te pedimos.

LA OMNIPOTENCIA SUPLICANTE

Porque ella es, como la llaman muchos santos: “la omnipotencia suplicante”. O sea, la que puede de todo pidiéndoselo a su Hijo.
El beato Álvaro del Portillo, por ejemplo, nos animaba a acudir a ella con ese título: “la omnipotencia suplicante”. Decía que Jesús no le puede negar nada a su madre.
Y citaba precisamente este pasaje del Evangelio que comentábamos hace un ratito, el de las bodas de Caná.
Jesús parece que se resiste un poco al principio, y le dice su madre que no ha llegado su hora. Ella no duda de que su Hijo le va a conceder todo lo que le pide.
Y aunque Jesús le había dicho que no, ella va y les dice a los servidores: hagan lo que Él les diga.
Al ratito, Jesús se dirige a los servidores, y les empieza a dar instrucciones para hacer el milagro.
Llenen estas tinajas de agua, convierte el agua en vino, y les dice: llévenle el vino al maestro de ceremonias, el maestro de ceremonias lo toma y dice que es el mejor de los vinos.
Asi de poderosa es la intercesión de María, nuestra madre, y esta es la enseñanza que nos quiere dejar el Evangelio de las bodas de Caná.
Como decía el beato Álvaro: María nos sigue diciendo a nosotros, que hagamos lo que Él nos diga, porque así hará muchos milagros.
Primero acudimos a ella, a nuestra intercesora, nuestra abogada, para que ella haga el “trabajo sucio”.

NOS HARÁ LOS MILAGROS QUE NECESITAMOS

Luego, si hacemos lo que Él nos dice, Él hará los milagros que necesitamos, porque su madre se los pidió, porque su madre intercedió por nosotros, sus hijos.
Ahora, nosotros podemos pensar en todo lo que podemos pedirle a la Virgen, en todo lo que podemos depositar en sus manos, para que ella le presente esas peticiones al Señor.
De modo que pueda concedernos estos favores y hacer muchos milagros para nosotros, por ejemplo; en este fin de año podemos pedirle por el Papa Francisco y sus intenciones.
Muy especialmente, por una que nos ha repetido muchas veces y que menciona continuamente: la paz en Tierra Santa, en Ucrania, en Senegal y en tantos otros lugares en que viven en guerra, donde hay hermanos que destruyen a otros hermanos.
También podemos pedirle por la paz en nuestros países, cada uno por el suyo y por todos los demás, por todo el mundo, para que ella se muestre como reina de la paz.
Que reine en todos nuestros corazones, en todas las casas, entre todas las personas, para que ella esté siempre muy presente.

MEDALLA MILAGROSA
Para que nuestra madre la Virgen, logre esa reconciliación, logre ese gran milagro, es un milagro enorme, pero es un milagro posible.
Podemos también pedir por todos los difuntos, ahora que se acabó el mes de noviembre, un mes dedicado especialmente a pedir por ellos.
Y podemos intentar dar un empujón a esta petición, y podemos mencionar en este rato de oración a todos nuestros parientes y conocidos difuntos.
Quizá muchos de ellos ya están disfrutando de la presencia de Dios en el paraíso,
pero otros quizás aún, están en el purgatorio y necesitan un último empujón para poder llegar a disfrutar de Jesús, de tu presencia Jesús que nos escuchas en estos 10 minutos de oración.

LA ÚNICA Y VERDADERA FELICIDAD

Por último, podemos pensar en todas esas personas que necesitan de nuestras oraciones, por todos los que nos piden a nosotros que recemos por ellos, por los que están enfermos, solos o abandonados.
O pedir también por los que sufren en su cuerpo y en su alma, por las familias que están separadas por distintas razones, para que ella logre el milagro de volver a reunirlos, volver a juntarlos.
Muy especialmente por los que están alejados de Dios y necesitan un empujón para descubrir que solo en Él encontrarán la única y verdadera felicidad.
También le podemos pedir por los que en este fin de año están con problemas y dificultades, por los que están rindiendo exámenes, por los que van a terminar algún proyecto, por los que necesitan un empujón de nuestra oración.
Como te decíamos antes madre: ¡demuéstranos que eres madre! Tú que eres la “omnipotencia suplicante”, consigue esos milagros tan grandes que te pedimos.
Le decimos también al Señor, que queremos que se haga su voluntad no la nuestra, Pero, quizá podemos insistirle con María, como en Caná de Galilea, como en esas bodas de Caná, que ella nos convenza a Jesús, de que nos consiga lo que necesitamos.
Terminamos estos 10 minutos de oración, acudiendo otra vez a nuestra madre que tanto nos quiere, para pedirle que nos haga el más importante de todos los milagros:
Que haga que Jesús convierta el agua de nuestro egoísmo, de nuestra soberbia, de nuestros pecados, en el vino maravilloso de su gracia, de sus virtudes, de la santidad.
Madre nuestra, pídele a Jesús que nos convierta, que nos haga santos, que nos haga cada vez más parecidos a Él y a ti.
Santa María, dispensadora de todas las gracias y omnipotencia suplicante, ruega por nosotros.

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Citas Utilizadas

Dan 1, 1-6.8-20
Dan 3
Lc 21, 1-4

Reflexiones

Gracias Señor, por darnos a tu madre, por darnos una madre que siempre intercede por nosotros, gracias por todos esos milagros que hemos recibido en nuestra vida.

Predicado por:

P. Felipe

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