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P. Juan Carlos

6 min

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QUERER TENER SIEMPRE LA RAZÓN

Seguir el camino del Señor implica tomar su Cruz de cada día e imitar sus pasos. Jesús es manso y humilde de corazón, nos invita a ser respetuosos con los demás, no imponer nuestra opinión por encima de todo.

El Evangelio que nos propone la Iglesia el día de hoy es un texto que hemos escuchado muchas veces:

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “el que quiera venir detrás de mí que renuncie a sí mismo, que cargue con su Cruz y me siga””.

Estas palabras las hemos meditado muchísimas veces y, realmente, tienen una profundidad que nos da para sacar propósitos y para intentar meternos, para intentar hacer ese buceo en esas profundidades de este mar.

“El que quiera venir detrás de mí que renuncie a sí mismo, que cargue con su Cruz y me siga.  Porque el que quiera salvar su vida la perderá y el que pierda su vida a causa de Mí, la encontrará”.

El Señor nos pone ese mismo ejemplo:

“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?”

(Mt 16, 24-26).

“Señor, que siempre estemos dispuestos a cargar con la Cruz.  Que no nos cansemos de cargar con la Cruz.  Que cuando nos cueste más acudamos a Ti, porque tu

“yugo es suave y ligero”

(Mt 11, 30).

Porque no es un peso que nos mata, sino que, al contrario, nos lleva cada vez más a esa claridad de que así te acompañamos en esos momentos difíciles de la Cruz”.

Creo que es importante que nos demos cuenta de que muchas veces también tenemos fórmulas personas que se van en contra de los demás.  A veces por divertirse o a veces por tontería humana.

El otro día me contaba un chico que había ido a una fiesta de “debut”.  Era de sus primeras fiestas aquí en Ecuador y que uno de los amigos con los que había ido se quedó dormido y le intentaban meter hielos en la boca.

A veces esto puede ser una tontería, pero se nos mete en la cabeza o se nos mete en la cabeza que debemos tener siempre la razón, la razón de las cosas que hacemos.

Hay que darse cuenta de que, a veces, la Cruz es entender en lugar de querer tener la razón.  Intentar entender a los demás, no imponerse, porque si no a veces nos vamos a imponer a la fuerza.

LA FONTAINE

la razón

Hay una frase que se le atribuye a La Fontaine que dice:

“La razón del más fuerte es siempre la mejor”.

Y por supuesto que es la razón del más fuerte siempre lo mejor, siempre es la razón que gana.   De hecho, cuenta el mismo La Fontaine en una pequeña fábula que:

“Un corderillo sediento bebía en el arroyuelo.  Llegó en esto un lobo en ayunas, buscando pendencias y atraído por el hambre.

–       ¿Cómo te atreves a enturbiarme el agua? -dijo malhumorado al corderillo-.  Castigaré tu temeridad.

–       No se irrite su Majestad -contestó el cordero- considere que estoy bebiendo en esta corriente veinte pasos más abajo y mal puedo enturbiarle el agua.

–       Me la enturbias, gritó el feroz animal; y me consta que el año pasado hablaste mal de mí.

–       ¿Cómo había de hablar mal, si no había nacido? No estoy destetado todavía.

–       Si no eras tú, sería tu hermano.

–       No tengo hermanos, señor.

–       Pues sería alguno de los tuyos, porque me tienen mala voluntad todos ustedes, sus pastores y sus perros.  Lo sé de buena tinta y tengo que vengarme.

Dicho esto, el lobo lo apresa, lo lleva al fondo de sus bosques y se lo come, sin más auto ni proceso”

(El lobo y el cordero, Jean de La Fontaine).  

Esta es una fábula que, efectivamente, nos enseña que el más fuerte tiene siempre la razón y, a veces, no nos damos cuenta, pero actuamos así.

En el matrimonio o con los hijos -tal vez no tan exagerado como el lobo feroz- pero sí que no nos esforzamos por comprender, sino que actuamos según lo que nos parece justo.

INTENTAR

Intentar atender a las otras personas, intentar entender la razón de los demás, porque eso nos lleva a saber llevar una Cruz.

Una Cruz que con facilidad podríamos decir: “no, esto se hace así y se acaba”.  Intentar tener esa sensibilidad que es la que Cristo nos pide.  Saber escoger además las batallas.

Hay cantidad de cosas que se tienen que dejar pasar, no pasa nada.  No es falta de fortaleza, hay cantidad de detalles que se hagan de una forma o de otra, dan realmente igual.

Hay que saber escoger las batallas: en qué vale la pena meternos a formar, en qué vale la pena hacer que las cosas funcionen mejor y en qué otras no.

Porque si estamos todo el rato corrigiendo, eso es molesto para los otros y eso no es llevar tu Cruz, porque la Cruz es aceptación de los demás también.

Hay, en el espíritu humano, muchas fuerzas que permanecen latentes hasta que la ocasión las despierta y las aviva.  Ser fuerte para tener el derecho a ser pacífico.  Que tengamos la fuerza que nos lleve a ser pacíficos, que escojamos ser pacíficos.

Qué importante es no dejarnos llevar, simplemente, por lo que más nos apetece o por lo que nos parece que es la razón; intentar comprender a los demás.

“Más que en “dar”, la caridad está en “comprender”. (…)”

(San Josemaría, Camino punto 463).

Más que en regalar cosas la caridad está en comprender a los demás.

la razón

Nuestros amigos nos ayudan a comprender maneras de ver la vida que son diferentes a la nuestra.  Enriquecen nuestro mundo interior y cuando la amistad es profunda, nos permiten experimentar las cosas de un modo distinto, un modo más profundo y todo es por comprender.

Dirá el mismo san Josemaría que:

“El amor a las almas, por Dios, nos hace querer a todos, comprender, disculpar, perdonar…

Debemos tener un amor que cubra la multitud de las deficiencias de las miserias humanas.  Debemos tener una caridad maravillosa, “veritatem facientes in caritate”, defendiendo la verdad, sin herir”

(San Josemaría, Forja punto 559).

Y este es nuestro trabajo.  A mí me parece -perdón la insistencia- pero que esto muchas veces es llevar la Cruz de Cristo, porque es ese yugo, es llevar realmente lo que le interesa.

CARGAR CON LA CRUZ

No son grandes mortificaciones, es saber aguantar un mal carácter, es saber pasar por alto la repetición de las mismas cosas, es saber ayudar dando una respuesta amable al cargante o al inoportuno.

Es muchas veces ese “que no me importe, ya lo resolveré después”.  Esta es una típica cosa que a mí personalmente me ayuda cuando hay algo que me molesta del carácter de alguien más.

En lugar de empezar a darle vueltas sobre cómo arreglar eso o cómo me molesta o qué desconsiderado o todas estas cosas que me ponen en situación un poco más negativa y con la cabeza un poco más hecho bombo, lo que suelo hacer es: “bueno, esto ya lo pensaré después, más adelante seguro encontraré el espacio para volverle a pensar”.

Se dilatan las cosas y cuando pasa un poco de tiempo ya te olvidas del asunto, ya no le das más vueltas, ya no le haces que sea como negativo, no le das bombo, no le estás rumiando esas cosas.

Evitar rumiar las cosas negativas nos hacen ser mejores personas.  Hay que venir detrás de Cristo, hay que renunciar a sí mismo a tener la razón.  Hay que ir detrás de Jesús que está siempre comprendiendo, abrazando, siempre teniendo misericordia de los demás.

Esa es la única forma de cargar con su Cruz y seguir a Jesús, esa es la única forma de entregar la vida, porque es a causa del amor de Cristo que hacemos todas estas cosas.

Intentar no tener siempre la razón, porque eso, aunque cueste un poco, aunque realmente sería súper bonito para todos decir: “siempre tengo la razón, soy un chévere”, en realidad eso es muy cargante para los demás.

Es muy difícil vivir con alguien que siempre tiene la razón y en ese sentido, si somos buenos cristianos, llevaremos la Cruz del Señor haciendo que los demás tengan la razón y que eso no nos importe tanto.

El Señor quiere que nos convirtamos en buenos hermanos de nuestros hermanos; que vivamos esta fraternidad.

La principal fraternidad es la que vivimos con nuestra familia, con las personas con las que vivimos; fraternidad que se encuentra en aceptarles como son y no querer tener siempre la razón.

Vamos a poner estas intenciones en manos de nuestra Madre la Virgen.


Citas Utilizadas

Dt 4, 32-40
Sal 76
Mt 11, 30. 16, 24-28
San Josemaría, Camino punto 463

San Josemaría, Forja punto 559

Reflexiones

 Señor, que siempre esté dispuesto a cargar con la Cruz.  Que no me canse de cargar con la Cruz.  Que cuando me cueste más acuda a Ti, porque tu “yugo es suave y ligero”.

Predicado por:

P. Juan Carlos

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