Estamos en las primeras semanas, los primeros días incluso, del Tiempo Ordinario y el Evangelio de estos días nos va narrando los primeros pasajes de la vida pública de Jesús.
El pasaje de hoy en concreto, es hermoso, porque con una enorme sencillez, una virtud muy presente en los evangelios, como el telón de fondo de la vida de Jesús y de los apóstoles; con una profunda sencillez decíamos, nos cuenta san Marcos el origen de los apóstoles.
SUBIÓ AL MONTE
Fíjate cómo empieza el capítulo 3 de san Marcos:
´En aquel tiempo Jesús subió al monte llamó a los que quiso y se fueron con Él»
(Mc 3,13).
Tres frases, tres instancias, como tres puntos del mismo camino. Vamos a recorrerlos brevemente en estos 10 minutos de conversación con Jesús.
Jesús subió al monte en primer lugar; ya sabes que en la Biblia, en la Sagrada Escritura en general, en el monte ocurren los grandes acontecimientos.
De algún modo el monte, que es un lugar prominente, un sitio más elevado que el resto de donde suelen estar las ciudades, junto mares, lagos.
En el monte ocurren en los momentos de mayor revelación, porque se está más cerca de Dios y los grandes pasajes de la historia de la salvación han tenido su momento culmen en el monte.
Y
«Jesús sube al monte»
(Mc 3,13),
entonces, ya desde la entrada podemos imaginarnos a Jesús, que ahí iba a pasar algo importante, el monte de las bienaventuranzas por ejemplo, o el Monte Tabor donde tú Jesús te transfiguraste delante de esos tres que te acompañaban.
O te digo uno más, el mismo Calvario, vaya que es importante, la obra de nuestra redención se consumó ahí en la Cruz.
LLAMÓ A LOS QUE QUISO
En definitiva, el monte es importante y en este momento, ¿qué es aquello importante que se decide, que se define en el monte?
Vamos al segundo punto,
“«Llamó a los que quiso»
(Mc 3, 13).
Jesús en el monte, tu Señor allí preparas la llamada que vas a hacer aquellos que te tendrían que seguir. Llamó a los que quiso.
Es un modo curioso de afirmar esta voluntad de Dios, porque si tú Jesús, los llamaste porque te dio la gana, quiere decir que no había otro motivo, no porque eran los más inteligentes, los más fieles, los más piadosos, los más influyentes en la sociedad.
No, los llamó porque quiso, esa es la razón única y la más importante, la voluntad de Dios y también eso lógicamente, imagínate para los apóstoleses una afirmación muy fuerte, porque en el fondo es una afirmación muy humilde.
El Señor llamó a los que quiso, no hay otra razón ni motivo.
Fíjate que eso es propio del amor de Dios, totalmente gratuito, no hay una razón necesaria, así le ha parecido bien.
Yo te diría, tienes que convencerte y yo también, que esta lógica se repite en tu vida y en la mía. Jesús tiene para ti preparado un camino que ha pensado como fruto de su amor infinito y gratuito, porque le da la gana y es allí donde tenemos que encontrar la razón de nuestra existencia, como los apóstoles.
ELLOS SE FUERON CON ÉL
Jesús los llamó porque quiso y ellos correspondieron también, ese es el tercer punto, el tercer paso.
«Se fueron con Él»,
es cautivadora la sencillez de la afirmación, con la misma sencillez con la que Jesús llama, es la misma sencillez con la que ellos responden.
«Los llamó porque quiso y ellos se fueron con él»,
no hay razones necesarias para el amor de Dios, ni razones necesarias y nada más que decir para seguirlo.
Yo te pregunto, me lo pregunto a mí también, así es mi respuesta a Jesús, así de sencillo, así de humilde, es mi trato con Él, mi confianza, mi cercanía.
Porque cuidado con que, sin darnos cuenta a Dios lo empecemos a tratar de un modo muy complicado, muy complejo, como buscando segundas, terceras o hasta quintas intenciones…
¿Qué querrá Dios de mí?
No te olvides que Dios es sencillo, estas palabras del Evangelio son un fiel reflejo, de cómo hace Dios las cosas y cómo espera que sea nuestra respuesta.
Por eso volvamos a mirar a Jesús que reza subido en el monte,
¿Qué está haciendo ahí?
rezando por nosotros, Jesús sabía muy bien a quién iba a llamar, no es que estuviera algo así, como hemos vivido hace poco con las figuritas de los álbumes del mundial, verdad, los jugadores en las figuritas, no me imagino a Jesús dudando entre si elijo a este o al otro.
QUE SEPAMOS CORRESPONDER
Yo personalmente prefiero imaginarlo, imaginarte Señor pidiendo por cada uno de ellos, de hecho más adelante, recordarás lo que le dijo a Pedro:
«He rezado Pedro por ti para que tu fe no desfallezca»
(Lc 22,32).
Eso sería una referencia a esas noches de oración que pasaba el Señor pidiendo por sus apóstoles.
Y no lo hace distinto contigo y conmigo, por eso volvamos a mirar, a imaginarnos a Jesús, rezando, pidiendo por sus apóstoles, por su gente, por los suyos.
Y piensa que en esa oración perfectamente cabemos tú y yo.
Jesús que piensa en tí y en mí y que nos tiene algo preparado, y nos llama porque quiere, no mides esto, cuando a veces se nos meten falsas humildades,
Cuando quizá te ha pasado después de una gran caída, quizá no tanto, pero que nuestra soberbia se encarga de hacerla muy grande.
Después de una caída, decíamos, de una ofensa al Señor, tenemos la tentación de pensar que somos indignos, como si el Señor nos hubiera elegido por nuestras grandes perfecciones o talentos.
Nos hemos equivocado, Dios nos ama, Dios nos llama porque quiere, no porque no salga todo bien, no porque nunca nos equivoquemos, o seamos los mejores de la ciudad.
Imita en esto a los apóstoles, ellos no tenían nada en especial por lo cual engrandecerse.
Y miremos finalmente como no decirlo, a Nuestra Madre Santísima:
Glorifica mi alma al Señor porque ha mirado la humildad de su esclava..
Madre Nuestra, necesitamos aprender de ti, esa humildad para el trato con Jesús, porque es la única manera de ser generosos, de aceptar la llamada del Señor y de perseverar.
Sólo si nos fundamentamos en ese amor gratuito del Señor podremos responder con un corazón generoso y movidos por la gracia, como lo fue el corazón de Nuestra Madre.