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P. Manuel

7 min

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LAS MISIONES DE GABRIEL

Antiguamente se celebraba hoy la fiesta de San Gabriel, arcángel. De sus dos embajadas podemos aprender a ser fieles a Dios.

LAS ANUNCIACIONES

Hoy 24 de marzo, antiguamente se celebraba en la Iglesia la fiesta de san Gabriel Arcángel, como una preparación de la solemnidad que vamos a celebrar mañana, que es la Anunciación del Señor, que tuvo lugar por el anuncio del ángel Gabriel a María Santísima.

Pensaba que nuestra meditación de hoy, en ésta conversación que cada uno tiene con el Señor, que el tema puede ser meditar esas apariciones en las que san Gabriel lleva a cabo esa misión que el Señor le ha encomendado, que es anunciar la encarnación del Hijo de Dios.

Y digo ‘anunciaciones’, porque no es una sola. Porque san Gabriel aparece dos veces de modo explícito, al menos en el Evangelio de san Lucas, en el primer capítulo.

La segunda vez es la Anunciación a María. Pero la primera vez es la Anunciación a Zacarías, el padre de Juan Bautista, anunciándole en concreto el nacimiento de Juan Bautista.

San Lucas, al escribir estas anunciaciones de san Gabriel a ambos personajes, a María y a Zacarías, hace un paralelo.

Y pienso que ese paralelo nos puede venir muy bien para meditar en algo que el Señor sí que nos puede transmitir.

LECCIONES DE LOS ÁNGELES

Es verdad que de san Gabriel, así como de todos los ángeles, no podemos aprender, porque los ángeles no son modelos de nosotros, de los seres humanos.

Los ángeles con un acto de elección, definieron libremente y para siempre, de una vez por todas, su opción por el bien o por el mal.

Nosotros, en cambio, tenemos que ir haciendo actos repetidos uno tras otro, con el cual vamos caminando por este sendero. Los ángeles dicen en un instante y así se definieron por el bien o por el mal.

Por eso, aunque el Ángel, siendo de otra especie, no puede ser para nosotros modelo. Sin embargo, estas apariciones de san Gabriel, estas anunciaciones del Arcángel, sí que nos pueden dar lecciones para nosotros, aprender y descubrir algo que quizá el Señor nos pueda querer decir.

Vamos a la primera. San Gabriel se le aparece a Zacarías cuando éste está en el templo. Zacarías era de una tribu sacerdotal, descendiente de Ido, y por tanto le tocaba de vez en cuando entrar al templo a ofrecer el sacrificio.

Zacarías estaba casado con Isabel, pero no tenían hijos y los dos eran hombres justos, personas muy cercanas a Dios. Pero sin embargo  Dios no les había dado hijos.

LA PRIMERA ANUNCIACIÓN

Y nos cuenta san Lucas que le tocó en suerte en el templo del Señor para ofrecer el incienso. Y en esto dice:

«Se le apareció un ángel del Señor de pie a la derecha del altar del incienso. Zacarías estaba solo. El pueblo estaba fuera del templo. Al verlo, Zacarías se turbó y se llenó de miedo.

Pero el ángel le dijo: —No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. E Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan». 

Entonces comienza a describir cómo será la vida de Juan…

«Será para ti gozo y alegría, y muchos alegrarán en su nacimiento, pues será grande ante el Señor. No beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre. Y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. 

Asimismo, le precederá con el espíritu y el poder de Elias, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes a la sabiduría de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo perfecto»

(Lc 1, 11-17).

LAS MISIONES DE GABRIEL

LA INCREDULIDAD DE ZACARÍAS

Y entonces, ante este anuncio maravilloso de lo que iba a hacer Dios con Zacarías y con Isabel, ese hijo que iba a ser el precursor del Mesías, y un Hijo santo que estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su Madre…

En fin, ante este anuncio maravilloso Zacarías, como que responde a una pregunta que nace de la incredulidad.

«Y dijo Zacarías al ángel:

—¿Cómo conoceré esto, pues yo soy viejo y mi mujer de avanzada?»

(Lc 1, 18).

Entonces Gadriel, que aunque es ángel y los ángeles no tienen pasiones, sin embargo se ve que se enoja un poco, le responde.

«Entonces responde:

—Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y darte esta buena noticia. 

Desde este momento te quedarás mudo y no podrás hablar hasta que se cumplan estas cosas. Porque no has creído en mis palabras que se cumplirán a su tiempo»

(Lc 1, 19-20).

Y efectivamente desaparece Gabriel y Zacarías se queda en el templo. Nadie entiende qué le pasó. Pero él no puede hablar. Y de ahí siguió la historia.

Al cabo de un tiempo Isabel concibió un hijo y le dio gracias a Dios. Y Zacarías se quedará mudo hasta el nacimiento de Juan. Ahí recobrará el habla.

Bueno, ¿qué es lo que quiere resaltar Lucas aquí? La incredulidad de Zacarías ante un anuncio magnífico de Dios. Y a la vez nos muestra ese Gabriel fuerte que era. Cumple su misión y a la vez muestra, podríamos decir, la fortaleza de Dios.

Eso significa su nombre: Gabriel, fortaleza de Dios.

EL ANUNCIO A UNA VIRGEN DE NAZARET

Nos vamos ahora a la Anunciación a María.

«En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret. 

Una virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David. Y el nombre de la Virgen era María.

Habiendo entrado donde ella estaba, le dijo: —Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo»

(Lc 1, 26-28).

Y nos dice san Lucas que ella se turbó al oír estas palabras y se preguntaba qué significaba tal salutación. Dios nos pone la primera diferencia con la anunciación a Zacarías.

María no se turba, ni se llena de miedo como Zacarías ante la presencia de un ángel. De alguna manera, la Virgen María está acostumbrada a lo sobrenatural.

LAS MISIONES DE GABRIEL

Y dice el texto que:

«Se turbó al oír estas palabras»

(Lc 1, 29).

No por la presencia del ángel, sino por las palabras del ángel. Y se preguntaba:

«¿Qué significaba tal saludo?».

¿De qué se sorprende María? De que la llamen a ella, que se consideraba la última del último pueblo perdido del Imperio Romano, que la llamen llena de gracia

¡Qué impresionante es la humildad de María!

«Y el Ángel le dijo:

—No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo. 

El Señor Dios le dará el trono de David, su padre. Reinará sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin»

(Lc 1, 30-33).

LA FE Y CONFIANZA DE MARÍA

Y ante este magnífico anuncio, mejor aún que el anuncio a Zacarías, María no responde con incredulidad. Hace una pregunta, no para pedir una prueba de que esto es posible, sino para saber cómo el Señor lo va a llevar a cabo, porque ella lo cree.

«María dijo: —¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón?»

(Lc 1, 34).

Qué impresionante. Y además, no solamente pregunta el cómo, sino da la razón, porque yo, que le he entregado mi vida a Dios. Yo que he decido ser virgen, a pesar de que esté desposada con José, no voy a cambiar esa resolución que he dado, porque la he dado ante el Señor y seré virgen toda mi vida.

Por lo tanto, si el Señor es el que te envía, dime tú como Él va a hacer para custodiar esa promesa que yo le he hecho.

«Y así el Ángel le responde: 

—El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el que nacerá será llamado Santo Hijo de Dios»

(Lc 1, 35).

Y entonces Gabriel le dice, le da la noticia de que también su prima Isabel, la mujer de Zacarías, está esperando un hijo.

«Ahí tienes a tu pariente Isabel, que ha concebido un hijo de su ancianidad y la que, llamada estéril, que está ya en el sexto mes.

Porque nada hay imposible para Dios»

(Lc 1, 36-37).

No era necesario que le dijera a María que, nada es imposible para Dios, porque ella ya lo sabía.

Y por eso viene la respuesta de la Virgen María:

«Dijo entonces la Virgen María: 

—He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra.

Y el ángel se retiró de su presencia»

(Lc 1, 38).

LAS MISIONES DE GABRIEL

NUNCA DUDAR DE DIOS

Mañana que es la fiesta de la Anunciación, profundizaremos en estas palabras de María. Pero ahora, podemos quedarnos aún con esta diferencia entre las dos anunciaciones y dirigirnos a Jesús y decirle: “Señor, te doy gracias porque también tú has mirado mi propia vida, como la de Zacarías, como la de María”.

“Tú nunca te olvidas de tus criaturas, de ninguna, ni de mi tampoco. Ayúdame a ser fiel. Ayúdame a responder como María, a no dudar nunca de Ti, de tu presencia aún en los momentos más oscuros y dolorosos de la vida”.

“Contigo, Señor, sé que nada hay imposible. Y Tú, con tu presencia, y con la ayuda de tus ángeles, entre ellos del Arcángel san Gabriel, harás que en mi vida saque el fruto que Tú quieres que salga”.


Citas Utilizadas

Sb 2, 1. 12-22

Sal 33

Jn 7, 1-2. 10. 25-30

Lc 1, 1-38

Reflexiones

Señor, que nunca dude de Ti. Que sepa ir de tu mano en todos los momentos de mi vida. Que viva en tu presencia y te sea siempre fiel.

Predicado por:

P. Manuel

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