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meditar con la escritura

Caminemos con Jesús

Vamos tú y yo caminando con Jesús. Una de esas caminatas usuales, normales pero son… ¡Son espectaculares! ¡Ir en compañía del Maestro, de Jesús! Siempre es agradable caminar junto a Jesús.   Aunque, hay que aceptarlo, es exigente; hay muchas cosas que hacer, muchos caminos que recorrer.

A veces no queda tiempo ni para comer.   Y hoy es uno de esos días en los que no hemos probado bocado ya desde hace un tiempo.

Se retuercen nuestras tripas, pero intentamos disimularlo…para que no se note. Así vamos cuando atravesamos unos sembrados. Es tanta el hambre que comenzamos a arrancar espigas al pasar para comérnoslas.

A mi me llama la atención algo: el hecho que todos nos hemos lanzado sobre las espigas, menos Jesús.

Ha pasado un poco desapercibido, pero yo me he dado cuenta y he pensado: “¡Con el hambre que debe de tener! Pero que elegancia la tuya Jesús de ofrecer hasta ese sacrificio sin que se note y sin que nosotros nos sintamos mal por habernos lanzado a saciar nuestra hambre”.

Man in the image of Christ reaching out his hand, dark background. Belief in god, christian faith

Jesús es siempre así: comprensivo con los demás, pero exigente consigo mismo. Al final, tarde o temprano nos acabamos dando cuenta de su comportamiento y quedamos todos edificados por su ejemplo. Un ejemplo siempre sereno, siempre animante…

En estas estaba yo pensando, cuando aparecen los eternos aguafiestas…

Entonces los fariseos le dijeron: «¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». 

A mi ya se me fue el hambre con la aparición de estos, con sus comentarios torcidos… Pero afino los oídos para escuchar la respuesta de labios de Jesús, porque siempre dice algo que nos deja a todos boquiabiertos…

El les respondió: «¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?” Y agregó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado».

(Marcos 2, 23-28)

Efectivamente, me he quedado boquiabierto como los fariseos que no saben qué decir.    Pero también me he quedado un poco inquieto… inquieto porque he sentido como dirigida a mi la pregunta y te animo a que la escuches también tú así:

«¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados a comer por el hambre…?”

Que poco leo…

No es que tuviera ese pasaje fresco en mi memoria… Me digo a mí mismo: ¡qué poco leo!

Pero saco el propósito de leer más, lógico que hablo aquí de leer las Escrituras o libros que me hablen de las Sagradas Escrituras y de Jesús; libros de lectura espiritual…

Se lo digo: “Jesús, me declaro ignorante, pero a partir de hoy hago el propósito de dedicar un tiempo, 15 minutos si te parece, a la lectura espiritual”.

Y escucho dirigido a mí aquel consejo de San Josemaría que me anima:

No dejes tu lección espiritual. —La lectura ha hecho muchos santos.

(Camino 116)

Yo quiero ser santo y por eso:   ¡No la voy a dejar!

La verdad es que ¡cuánto leemos para otras cosas!. Hasta comentarios en Chats… en las noches… Tanta gente, tú y yo a veces, leyendo por las noches, dándole al scroll hasta que el teléfono se te cae de las manos…

Don Quijote

Por ese camino vamos a terminar como el Quijote:

los ratos que estaba ocioso (…) se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio

(El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra)

“Yo no quiero perder el juicio, quiero conocerte más Señor” y quiero dedicar tiempo a la lectura que sí vale la pena.

¿Qué leía el Quijote? Novelas de caballería; el equivalente a Telenovelas o series de TV…¡Cuánto tiempo le dedicamos a eso y nos parece mucho el dedicarle tiempo a la lectura espiritual!

Pero bueno, el Quijote no existió.

Ahora el que sí existió y leía novelas de caballería era Iñigo de Loyola… Lo cuenta uno de sus biógrafos:

San Ignacio de Loyola

«Ignacio era muy aficionado a los llamados libros de caballerías, narraciones llenas de historias fabulosas e imaginarias. Cuando se sintió restablecido, pidió que le trajeran algunos de esos libros para entretenerse, pero no se halló en su casa ninguno; entonces le dieron para leer un libro llamado Vida de Cristo y otro que tenía por título Flos sanctorum (…).

Con la frecuente lectura de estas obras, empezó a sentir algún interés por las cosas que en ellas se trataban. A intervalos volvía su pensamiento a lo que había leído en tiempos pasados y entretenía su imaginación con el recuerdo de las vanidades que habitualmente retenían su atención durante su vida anterior.

Pero, entretanto, iba actuando también la misericordia divina, inspirando en su ánimo otros pensamientos, además de los que suscitaba en su mente lo que acababa de leer. En efecto, al leer la vida de Jesucristo o de los santos, a veces se ponía a pensar y se preguntaba a sí mismo: «¿Y si yo hiciera lo mismo que san Francisco o que santo Domingo?» Y, así, su mente estaba siempre activa. Estos pensamientos duraban mucho tiempo, hasta que, distraído por cualquier motivo, volvía a pensar, también por largo tiempo, en las cosas vanas y mundanas. Esta sucesión de pensamientos duró bastante tiempo.

(…) Hasta que un día se le abrieron los ojos del alma (…). Y así fue como empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios”.

(De los Hechos de san Ignacio recibidos por Luís Gonçalves de Cámara de labios del mismo santo, Cap. 1, 5-9: Acta Sanctorum Iulii 7, 1868, 647

¡Y así fue! Empezó a reflexionar seriamente en las cosas de Dios, San Ignacio de Loyola, fundador de la compañía de Jesús

La lectura ha hecho muchos santos.

Leer y pedir consejo sobre lo que podemos leer…Y con esta escena del Evangelio de hoy me doy perfecta cuenta de la importancia de la lectura: “sin ella no puedo entenderte Jesús, porque no entiendo tus respuestas, tus ejemplos, tus referencias, al menos en toda su profundidad. Y quiero entenderte Señor…”

San Jerónimo

Así lo dijo San Jerónimo:

 “Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.”

(Del prólogo al comentario sobre el libro del profeta Isaías, Nums. 1.2)

No te quiero ignorar Señor, te quiero conocer muy bien, también porque se ama lo que se conoce.

Madre mía, que no ignore a tu Hijo, que le conozca cada vez más.

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