SER ALTAVOCES DE DIOS
Nos dice el Evangelio de san Juan en este jueves de la tercera semana de Pascua, que Jesús de repente se dirige a la gente y les dice: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el último día. Porque está escrito en el libro de los profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.” (Jn 6, 44-45).
Me encantan estas palabras porque, Señor, nos dejas con claridad que todos los que de alguna forma hemos recibido tus enseñanzas, vamos hacia ti. Ahora, el tema es que hay que recibir tus enseñanzas, Señor, y que muchas veces hay gente que no las recibe porque como que se han puesto unas protecciones, o porque no ha habido quien les predique, o porque han llegado a unas enseñanzas falsas, a unas enseñanzas como malogradas.
Me parece que es importante que la gente tenga esta sensibilidad y que tú y yo nos veamos también como estos altavoces de Dios, que escuchen a Jesús a través de estas palabras. Por eso cuando tú envías esto a un amigo tuyo, cuando tú comentas una de estas ideas a alguno de tus parientes, estás ayudando a esta difusión. Porque a veces puede entrarnos como una mala onda o como un pesimismo.
Huxley
Hay un escritor que se llamaba Huxley, que escribió un famoso libro que se llama “Un mundo feliz” ya hace mucho tiempo -en 1932. Se trata de una distopía en el que el autor va describiendo una sociedad dominada por la tecnología, el racionalismo, el hedonismo. Y en esa sociedad no hay guerra ni pobreza y todos parecen llevar una vida sana y feliz. Todos los valores tradicionales, como la fidelidad, el amor, la familia, el arte, la religión, han desaparecido, y la libertad de llevar una existencia individual no tiene sentido en esta sociedad perfecta.
El mundo entero vive de esta manera, pero quedan en el mundo unas pocas regiones llamadas reservas primitivas, donde las personas aún viven de acuerdo con los valores tradicionales. Existen familias, tienen religiones, se enferman y también sufren dolor.
Ahora, en el libro, debido a ciertas circunstancias, un joven de estas regiones primitivas acaba viviendo en este “mundo feliz” y pronto se convierte en una especie de atracción para la sociedad, como un animal exótico en un zoológico. Poco a poco este joven se va hartando de lo que está viviendo y empieza a odiar, a detestar ese mundo. Es que no puede creer que una sociedad así exista, ni sabe cómo integrarse en ella. Si quieres saber cómo termina esta historia, tienes que ir a leer el libro. No te voy a contar el final, pero ya te he dado como varias pistas para que lo leas. Es muy bueno.
AMAR AL MUNDO
Pero he querido mencionar este libro porque personalmente me reconozco un poco en este joven. Mejor dicho, entiendo cómo se siente. Porque después de todo, yo, que soy un católico practicante, un sacerdote que vive en un país occidental en el siglo XXI, a veces también me hace sentir como una criatura exótica, como alguien que todavía vive con una misión del mundo retrogrado, en el que una institución jerárquica, tradicionalmente gobernada por los cruzados, los inquisidores y los abusadores de niños, que afirman tener el monopolio de la verdad, le dice cómo debe vivir a la gente.
Y en algunos casos, la moral que se proclama, incluso, choca totalmente con la moral de la cultura occidental actual. No sé si te reconoces en esto que cuento, pero no es agradable vivir con esta identidad.
Una actitud distinta
Puedes adoptar actitudes distintas, puedes encerrarte en ti mismo, en que nadie me moleste. Yo escucho estos audios, yo vivo mi vida en interioridad o en la parroquia, o tengo estos amigos que sí que son medio religiosos, y no sé, formar ahí tu vida pequeña social e ignorar el mundo que te rodea.
Pero también puedes adoptar una actitud más bien de fuerza, de que vale la pena darle la vuelta a este mundo occidental que está de capa caída. Puedes llegar a la conclusión de que no tiene sentido seguir viviendo con algunas ideas que nos propone el mundo, y al contrario, hay que proponer ideas buenas, nuevas: que vivas como cristiano, lleno de optimismo en medio del mundo, para ser un testimonio vivo del mensaje eterno de Cristo, que demuestres con tu vida que la Iglesia en la tierra existe para unir el Cielo y la Tierra, con el objetivo ese de lograr la máxima felicidad del hombre; que con Cristo en tu corazón decidas amar apasionadamente al mundo.
Amar apasionadamente al mundo
San Josemaría hablaba de esta expresión: “amar apasionadamente al mundo” (Homilia 8 de octubre de 1967, Universidad de Navarra),
que me parece que va muy bien con estas palabras, porque si vamos a amar apasionadamente al mundo, vamos a buscar a toda esa gente que todavía no le conoce, que no le ha llegado el mensaje correcto, que ha estado escuchando otra cosa, no que ha escuchado el mensaje real de Jesús. Que tienen simplemente una caricatura que les han hecho los medios de comunicación o que han tenido por una mala experiencia, a veces en el colegio, a veces de parientes, pero que les ha alejado de Cristo porque no han escuchado. Porque los que escuchan la palabra de Dios realmente se acercan a Él.
Decía san León Magno que: “con Cristo sufren los mártires con coraje glorioso, con la fe los que renacen en el baño de la regeneración. Cuando se renuncia al diablo por creer en Dios, se pasa de lo antiguo a la renovación. Cuando se deposita la imagen del hombre terrestre para revestirla de forma celeste, se produce una especie de muerte y resurrección”.
EL PAN DE LA VIDA ETERNA
¡Es que esto es! Ir conociendo a Cristo, resucitar. Por eso, resucitamos muchas veces, porque a veces le perdemos durante el camino. Y tenemos que darnos cuenta que vale la pena recomenzar, hacer las cosas mejor, porque el que recibe a Cristo termina él mismo en el cuerpo resucitado.
¿Cómo podemos ser estos altavoces del Señor? Pues lo encontramos en el mismo Evangelio. Continúa: “Les aseguro que el que cree tiene vida eterna”. Y aquí viene la parte en la que me gustaría centrarme ahora: “Yo soy el pan de vida”. (Jn 5, 47-48).
El pan de Vida
Yo soy el pan de vida, de vida. Jesucristo, que crea cada vez más que Tú tienes vida eterna, que Tú eres el pan de vida.
Y sigue Jesús diciendo: “Sus padres en el desierto comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo; aquel que lo come no muere. Yo soy el pan bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá eternamente. El pan que yo les daré es mi carne para la vida del mundo”. (Jn 5, 49-51).
Señor Jesús, queremos ser tus altavoces. Queremos que sean cada vez más las personas que se acerquen a disfrutar de este pan, que se puedan salvar, porque ven en nuestra vida coherencia, porque nos tratan y después de tratarnos se dan cuenta que luchamos, que no nos creemos que tenemos toda la verdad, sino que conocemos a la Verdad, que eres Tú.
Que no pensamos que hacemos todo bien, sino que conocemos quién es el bien, Tú. Que no sabemos muchas veces cuál es el camino que tenemos que tomar en cada momento, pero sabemos quién es el Camino, Jesús, que eres Tú. Y que si estamos cerca de ti a través de la Santa Misa, de la comunión frecuente, podremos ir llevando a muchas más personas a ese encuentro contigo. Porque de nuestra vida verán ese esfuerzo por ser mejores, por luchar por la bondad que deberíamos tener siempre, que no nos dejamos llevar por la ira, que luchamos por ser cada vez más delicados.
Viktor Frankl
Decía Viktor Frankl que cuando no somos capaces de cambiar la situación a la que nos enfrentamos, somos desafiados a cambiarnos a nosotros mismos. Y eso es lo que nos queda hacer para cristianizar el mundo: cambiarnos a nosotros mismos, dar ese esfuerzo adicional para intentar portarnos mejor. Porque llevamos a Cristo a los demás con nuestra forma de ser – no con ideas buenas, sino siendo delicado, siendo acogedor, siendo amable. En cambio, espantamos a los demás de Dios siendo irracionales, o supercuadrados, o juzgadores, o agrios.
Señora, venimos a terminar este rato de oración aquí junto a ti para pedirte que nos ayudes a ser buenos cristianos, que podamos llevar a la gente a estar más con Jesús, que no espantemos a nadie, sino que ayudemos a que la gente vaya a Jesús.