JESÚS ES LA LUZ DEL MUNDO
Hoy me levanté con una canción en la cabeza. Es una canción de Juanes y no me la he podido sacar. Dice así -vamos a ver si me sale porque es todavía temprano:
“Hoy es un día normal, pero yo voy a hacerlo intenso
Hoy puede apagarse el sol, pero no la luz de mi alma…”
(Un día normal, Juanes)
Ese es el comienzo de la canción, y es muy bonito lo que dice. “Hoy es un día normal, pero yo voy a hacerlo intenso. Hoy puede apagarse el sol, pero no la luz de mi alma”.
Señor, fíjate cómo una canción de un artista moderno -Juanes, un paisa-, ayuda a hacer oración, ayuda a meterse en diálogo con el Señor. Y así también habla Dios.
LA VIDA ES PRECIOSA
Y qué coincidencia, en el Evangelio de san Juan de la misa de hoy, dice:
“Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas”
(Jn 12, 46).
El Evangelio es más largo, pero yo me quería quedar con esa frase: “Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas”.
Y para acabar de ajustar, ahora estoy leyendo un libro que se llama “Sólo el amor crea”. Leo diez minutos cada día y ya estoy que me lo termino; y fíjate lo que me encontré:
“En el fondo del alma humana habita una luz que, en medio de mil desesperaciones, en el fondo del corazón nos hace conscientes de una verdad: la vida es preciosa.
No se nace para la nada, una esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado” (Solo el amor crea, Fabio Rosini).
Al final de este mes celebraremos Pentecostés. Qué bueno también acudir al Espíritu Santo. “Señor, en este rato de oración, dialogar Contigo, Dios y Hombre verdadero, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, pero también dialogar con el Espíritu Santo, que es una Persona. Ven, oh, Espíritu Santo”.
LUZ Y OSCURIDAD
Y hoy podemos decir que, en este rato de oración, la protagonista es la luz; y la oscuridad la antagonista, la enemiga, el enemigo, la oscuridad. Y es muy difícil que en la vida del hombre haya una oscuridad absoluta.
Tú y yo estamos haciendo oración y nos vamos mirando con Jesús, nos vamos mirando en el rostro de Cristo, y vamos comprendiendo muchas cosas de nuestra vida.
Pienso, por ejemplo, en el día y en la noche. El día, pues es una cantidad de luz impresionante; y la noche, oscuridad; solamente la luz eléctrica permite ver algo, pero es una oscuridad tremenda, si no está la luna, es tremenda.
¿Y cómo llegan el día y la noche? ¿Cómo llega la luz del día y la oscuridad de la noche? Gradualmente, suavemente… Uno muchas veces está trabajando y de repente se levanta y ¡pum! Ve, ya está de noche. Claro, no se dio cuenta. La oscuridad llega suavemente, sutilmente.
“Jesús mío, ¿cómo está mi alma? ¿Hay luz o hay algo de tinieblas? Entra con tu luz, necesito luz. Irrumpe con el fuego de tu amor en mi alma y dame luz”.
“Pero, en esta oración, Jesús, ¿me doy cuenta cuando tengo luz en el alma? ¿Doy gracias?” …
AGRADECER CADA DIA
Quizás no. Quizás damos por descontado que todos los días sale el sol, y que todos los días haya luz, y que todos los días se caliente el clima -hoy amaneció un frío tremendo aquí en Bogotá.
Y damos por descontado eso, pero nos tenemos que dar cuenta y tenemos que darle gracias a Dios. “Gracias Dios mío, por la luz, por el sol, por el día”.
Me llegó también estos días un vídeo de la historia de un señor de ochenta y pico de años, que se pone muy malito, llega al hospital y necesita oxígeno. Y se recupera, pero cuándo va a salir de la clínica, va a pagar la factura, él pregunta: -¿Cuánto cuesta? Y entonces le dicen: —Son quinientos dólares (dije una cifra en dólares para que suene como más).
Entonces el señor, en ese momento se pone a llorar. Y la señora le dice:
—Señor, ¿qué le pasa? ¿No tiene dinero para pagar este servicio?
A lo que él responde: —No, tengo dinero de sobra porque Dios me ha permitido trabajar y tener dinero.
—Entonces, ¿por qué llora?
—Porque hasta ahora me doy cuenta lo que vale respirar…
Hasta los ochenta y pico de años, cuando necesitó ayuda de oxígeno para respirar, se dio cuenta lo que significaba respirar, tomar aire, inhalar y exhalar. Y se puso a llorar. En ese momento le agradeció a Dios. “Infinitamente, Señor, gracias por haberme permitido respirar durante ochenta años; y hasta ahora me doy cuenta lo que vale respirar”.
Pues que nosotros nos demos cuenta lo que vale la luz también. “Señor, nos fijamos en estas imágenes humanas, pero nos ayudan a hacer oración, a revisar cómo está nuestra alma”.
LO QUE AYER ERA NORMAL
Otra canción buenísima y que salió hace tres días, es una canción de Fonseca, creo que se titula >“Lo que ayer era normal”. La publicó hace tres días y ya ha tenido más de un millón trescientas mil vistas.
Es una canción que te llena de esperanza, te la recomiendo. Búscala en YouTube: Fonseca “Lo que ayer era normal”. Y en una parte dice:
“Esta lejanía duele cada día,
mira qué ironía esto que nos pasa, amor,
lo que ayer era normal
hoy es lo más grande de esta vida”.
(Lo que ayer era normal, Fonseca)
Es una canción que trata del momento por el que estamos pasando. La ciudad vacía, todo en silencio, y todos en las casas. Y sin poder ver a nuestros amigos, a nuestras amigas, a las personas que queremos. Pero él considera eso: lo que era normal, hoy es lo más grande de esta vida.
“Pues, Señor, la luz que Tú nos das, a nuestra alma por la Gracia, por los Sacramentos -la Comunión, la Eucaristía, la Confesión-; lo que ayer era normal, hoy es lo más grande de esta vida”.
LO MAS GRANDE DE ESTA VIDA
Lo hemos considerado en varias meditaciones durante este tiempo. Te recomiendo escuches la canción.
Como ves, mi oración este día es un poquito con canciones y con imágenes; y con vídeos que me han llegado. Porque eso ayuda a hacer oración; todo sirve para hacer oración, todo sirve para hablar con Dios.
“Señor, y además he considerado una cosa: muchas veces yo no veo la luz directamente, sino que veo lo que recibe la luz. Las cosas que reciben la luz son las cosas que yo veo; pero yo nunca me he puesto a mirar al sol de frente a frente. Y esa luz eres Tú.
Y hay veces veo las cosas con un poquito más de luz. O a veces siento que no veo bien, y es porque la ventana está un poco sucia, opaca, llena de polvo y tengo que limpiarla para poder ver mejor”.
“Señor quiero ver con tu luz, quiero aprender a ver con tu luz. Quiero ver las cosas como Tú las ves, con tus ojos ¡claro!, con la luz de Dios”.
Bueno, que nos sirva para rezar, así se habla con Dios, permitiéndole también al Señor que nos haga preguntas: ¿Cómo está tu alma? ¿Cómo está tu luz? ¿Necesitas luz? Yo soy esa luz; yo soy esa luz. Todo lo que procede de Ti, Jesús, es amable, es esperanzador.
DIOS ES LUZ
“Solo si te rechazamos nos alcanzan las tinieblas y la confusión. Tú eres la luz.” Y vamos así también tratando al Espíritu Santo.
Hemos considerado en este rato de oración eso que nos dice el Evangelio: “Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas”.
Y ¿dónde está esa luz? Dentro de mí, dentro de mi corazón, dentro de mi alma. Recuerda eso que decía san Agustín: “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba” (Las Confesiones de San Agustín).
Vamos a terminar acudiendo a la Virgen y pidiéndole que nos ayude y que interceda por nosotros para que Dios nos dé esa luz y que la encontremos dentro de nuestra alma.