El otro día me encontré con una fotografía de una manada de lobos, que van en fila india en la nieve.
Dicha foto fue hecha durante un documental llamado: Frozen Planet de la BBC, en el parque nacional Wood Buffalo, en Alberta.
Al pie de la foto explica, que los primeros tres que van en la manada son los lobos más viejos y son quienes dan el ritmo a toda la manada, porque si fuera al revés, serían dejados atrás.
Y en caso de una emboscada, se perderían. Detrás de estos tres lobos viejos siguen los cinco lobos más fuertes.
Después, en el centro, está el resto de los miembros de la manada, sobre todo los cachorros con sus madres.
Finalmente, detrás de todos va el “Lobo Alfa”, él ve a todos los de la manada y lo controla todo desde la parte trasera.
DA LA VIDA POR SUS OVEJAS
Desde allí decide la dirección que hay que tomar de manera que la manada de lobos se mueve según el ritmo de los ancianos y ayudándose el uno al otro, cuidándose el uno al otro, siempre bajo la mirada del “Lobo Alfa”.
Hoy, Jesús, quiero hablar contigo del Evangelio de esta semana, del capítulo 10 de san Juan.
En este capítulo nos hablas del Buen Pastor, el que cuida a las ovejas y da su vida por ellas.
Quise comenzar con la descripción de esta fotografía, en la que se aprecia cómo se cuidan los miembros de una manada de lobos.
Sí, de los lobos que por naturaleza se comen a las ovejas, pero que entre ellos se saben cuidar muy bien.
Y, es que hay algo en común entre muchos animales de la misma especie, que se cuidan entre ellos.
Quizás si le preguntáramos a un etólogo, que es el que estudia la conducta, el instinto y las relaciones de las diferentes especies de animales.
Él quizá nos diría que los lobos se saben cuidar mucho mejor entre ellos, que las ovejas entre ellas.
Yo al menos así me lo imagino, pues no parece que por naturaleza las ovejas sean muy capaces de defenderse entre ellas, como lo hacen los lobos.
UN PASTOR QUE NOS CUIDA
Pero quizá por eso las ovejas necesitan tanto de un buen pastor que las cuide.
En este sentido nosotros los seres humanos, pienso que somos más como las ovejas que como los lobos.
Pues a pesar de que de adultos podemos tener un alto nivel de autonomía, los seres humanos necesitamos que nos cuiden muchísimo siempre, pero sobre todo en la infancia y en la vejez.
Lo que yo te quiero proponer para tu diálogo con Jesús, es que llega una edad en la que, sin dejar de ser ovejas, porque siempre necesitaremos de los cuidados de alguien…
Pero sin dejar de ser ovejas, tú y yo, estamos llamados por Dios a ser “Pastores”, a ser de alguna manera también Lobos Alfa, Lobas Alfa.
Vocación
Estamos llamados por Dios, a través de lo que se suele llamar “una vocación”, Jesús nos llama a todos a ser como Él: “Buenos Pastores de unas ovejas”.
Es decir, que cuidemos de los demás como un pastor cuida a sus ovejas, o como un Lobo Alfa cuida a su manada.
A ti, yo no sé lo que te pida Dios específicamente, y siempre lo mejor para cada uno de nosotros, es lo que Dios nos, pide eso es lo mejor para nosotros.
Pero independientemente de lo que Dios nos pida en las circunstancias, lo que no hay duda es que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros.
Este plan, que se va manifestando a través de una llamada a una vocación concreta que Dios nos da.
JESÚS CAMINA CON NOSOTROS
Que, insisto, independientemente de cuál sea en concreto; todas las vocaciones tienen un común denominador: ¡qué cuidemos a los demás!
¡Todos estamos llamados a eso! Y no solo de un modo profesional, que para eso estudiamos y para eso trabajamos, y eso siempre será la primera condición.
Pero también de un modo vocacional, es decir, con pasión por todas y cada una de las personas que Dios nos pide cuidar en la vida. Eso es en el fondo lo que Dios quiere.
Te acuerdas del pasaje en el que Jesús, ya resucitado, después de haber almorzado un pescadito en las brasas, en la playa con sus Apóstoles, se lleva a Pedro para hablar a solas con él, por la playa.
Esa es una de las escenas que más me gustan, no solamente porque me gusta la playa y el pescado zarandeado a las brasas, sino sobre todo, por lo humano que es, que Jesús coma con ellos y camine con ellos.
Te imaginas, si fueras tú solo con Jesús caminando por la playa… ¿Qué le dirías? No solo te lo imagines, sino que sepas que este momento, este ratito con Jesús, es un poquito eso.
Evangelio
Somos tú y yo a solas con Jesús, caminando como Pedro por la playa, a solas con él, con Jesús.
Pero volvamos a esta escena del Evangelio de la que estamos hablando: -van Jesús y Pedro caminando por la playa, Jesús sabe que Pedro lo ha negado tres veces y por tres veces le hace una única pregunta:
Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.
(Jn 21, 17)
Y, esto que le dice Jesús a Pedro, nos lo dice a ti y a mí también: ¡tú tienes que cuidar a la gente!
En primer lugar, a mi gente, a la gente que está en la iglesia, a mi gente que es tu familia, que son tus hermanos, que son tus amigos, etcétera… ¡Tú tienes que cuidar de tu gente!
LA VOCACIÓN
Esto nos ayuda por una parte a quitarnos el prejuicio, el miedo que tenemos a la vocación, a la palabra “vocación”.
Sobre todo para ilusionarnos, y para darnos cuenta de que si queremos ser felices no hay mayor alegría que un bien compartido.
¡Todos estamos llamados a cuidar de los demás! A cuidar de las personas, no solo de un modo profesional con nuestro trabajo profesional.
Sino también y sobre todo: “de un modo vocacional”, es decir: hasta el final, con toda nuestra vida.
La gran mayoría de las personas, estarán llamadas a cuidar a su esposa y a sus hijos.
Pero muchos otros, también estarán llamados a entregar esa posibilidad concreta, pero no para hacer unos bichos raros, metidos en sí mismos, sino todo lo contrario.
Para que, en su corazón de cuidadores, ayuden a muchísimos cuidadores. Es decir: A ser cuidador de cuidadores, una especie de “Lobos Alfa”, los Lobos Alfa de la manada. Esa es nuestra reflexión de hoy.
San Pedro
Jesús, yo quiero responder a tu llamada con esas palabras de san Pedro, eso que Pedro le respondió a Jesús después de que le preguntó tres veces si lo amaba.
“Pedro le contestó: Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te quiero.”
(Jn 21, 17)
Y podemos también nosotros añadir: Señor, Tú sabes que te quiero, Tú sabes que quiero querer a tus ovejas, Tú sabes que yo quiero querer a esas personas a las que Tú me has ligado de por vida.
A las que yo me he comprometido a cuidar, porque Tú me lo has pedido y de las que yo me siento orgullosamente responsable y estoy dispuesto a dar mi vida por ellas, sean como sean las circunstancias.
Te lo pido Jesús, por intercesión de las personas que te cuidaron en esta tierra; María y José. ¡Qué bien lo hicieron!
José defendió a Jesús y a María como el jefe de una manada de lobos, él lo controlaba todo desde la parte trasera, desde donde podía advertir el peligro, decidir la dirección.
José ve a todos los de la manada, esa manada que se mueve según el ritmo de los ancianos, pero ayudándose el uno al otro y cuidándose el uno al otro.
Por eso, vayamos a José, que él nos ayude a ser como él: el mejor cuidador de la manada, a ser como su Hijo, Jesús; el Buen Pastor de las ovejas que el Señor nos ha encomendado.