Recuerdo haber visto hace algún tiempo, la reproducción de un mapa antiguo, trataba del siglo XVI, en esos mapas antiguos donde se comenzaban a cartografiar los nuevos descubrimientos geográficos.
Siguiendo una tradición más antigua; en los rincones, en los extremos de ese mapa, se solía poner una inscripción en latín que decía: “Hic sunt dracones”.
AQUÍ HABRÁ DRAGONES
Esto significa, traducido al español: “Aquí encontrarás dragones”, aquí habrá dragones.
Y aparecían siempre unas imágenes de unos monstruos marinos, porque se pensaba que efectivamente en los confines del mundo, ese mundo no explorado y por tanto en los mares también difíciles, inhóspitos, se encontraría uno dragones.
Los dragones que son monstruos marinos y que de alguna manera también nos llevarían, a perder por un lado la paz, por otro lado, estar totalmente al margen de las situaciones del mundo.
Me venía a la mente esto, porque hoy que estamos celebrando la fiesta de santa Teresa de Jesús, esta grande santa española, también del siglo XVI.
Pienso que podemos hacer una relación, por un lado, en nuestras vidas siempre encontraremos dragones.
Tú, Señor, permites que encontremos obstáculos, dificultades, problemas, inclusive encontraremos dolores, las penas, las angustias…
Pero al mismo tiempo debemos encontrar contigo, siempre la paz. Esa paz solamente la puedes dar Tu, Señor.
Hay una muy famosa poesía de santa Teresa de Jesús, que seguramente habrás escuchado en muchas ocasiones, o la habrás leído, que es una poesía que dice, iniciando así:
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Continua la poesía… y pensaba que puede ser una buena oportunidad para hacer nuestra oración, esta mañana, esa poesía de santa Teresa.
CONFIANZA EN DIOS
Porque nos ayuda a tener esa confianza en Dios, en la serenidad frente a las dificultades de la vida.
También nos ofrece una clave de espiritualidad muy práctica, que es: “Centrar nuestra vida en Dios”.
Él es el único que permanece, todo lo demás pasa, todo lo demás pues va y viene. Inicia esta poesía:
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Santa Teresa nos invita a no dejarnos perturbar por las dificultades del mundo, porque todo es transitorio; los obstáculos, los problemas, las penas, las angustias… Este verso refleja la confianza que debemos tener en Dios, no en el poder de las cosas, de los acontecimientos, cuando las vemos desde la óptica de la fe.
Aunque las circunstancias puedan ser difíciles, un alma que confía en Dios, está siempre en paz.
Queremos pedirte Señor, que nos des esa paz, cuando solamente confiamos en Ti. Continúa la poesía diciendo:
Dios no se muda;
Qué significa que encontraste, con lo terreno, la fugacidad de lo material, de lo sensible, solo Tú, Señor, eres la única constante, solo Tú permaneces.
Este verso nos recuerda, que mientras todo cambia, Tu, Señor, permaneces fiel y tu amor por cada uno de nosotros es inmutable.
TÚ NUNCA NOS FALLAS
Nos invita a poner nuestra esperanza siempre en Ti, Señor, que nunca nos fallas a diferencia de las realidades cambiantes de este mundo.
El siguiente verso dice:
La paciencia todo lo alcanza.
¡Qué importante es la paciencia! Porque es una virtud esencial en la vida cristiana.
Santa Teresa que lo tenía muy experimentado en su vida personal, nos hace ver que, con paciencia y perseverancia, todo lo que el Señor quiere para nosotros, se cumplirá, lo bueno será lo que se cumplirá.
La paciencia es por tanto una clave para alcanzar la santidad a la que estamos llamados tú y yo.
El siguiente verso dice:
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Solo Dios basta.
Famosísimo este verso, que seguro lo has escuchado en muchas ocasiones. Y en esta frase se resume el mensaje de toda la poesía.
Fíjate como, si tenemos a Dios, tenemos todo lo que necesitamos. Ninguna carencia material, emocional o física, puede compararse con la plenitud de tener a Dios en el corazón.
CULTIVAR LA CONFIANZA
Pienso así, que podemos entonces extraer tres propósitos para nuestra vida cristiana, basados en este poema.
Decíamos, en primer lugar: ¡Vivir en la confianza plena de Dios! Vamos a hacer el propósito de cultivar una confianza profunda en Ti, Señor.
Especialmente en los momentos de dificultades, de penas, de angustias, de contradicciones, incertidumbres, de cualquier tipo.
Reconocer que todo lo que ocurre, es parte de un plan divino y aunque no lo entendamos del todo, Tú, Señor, siempre permaneces fiel, porque fiel eres con nosotros, y de esa manera siempre estaremos contigo.
Un segundo propósito que podemos entre sacar, es como efectivamente ante las dificultades, hemos de practicar la paciencia y la perseverancia.
Vamos a hacer el compromiso de ejercitar la paciencia en la vida ordinaria, aceptando las dificultades, las situaciones que no nos gustan, los defectos del prójimo.
La paciencia nos enseña a confiar en los tiempos de Dios y también en aceptar, tanto los acontecimientos, como las personas tal y como son.
Y finalmente, buscar “la simplicidad en Dios”. ¿Por qué? Porque santa Teresa nos enseña, a que, si confiamos en Dios, toda nuestra vida se simplifica.
No estaremos, como se dice: “con telarañas en la mente”, vamos a hacer un esfuerzo consciente de buscar a Dios, como nuestro único refugio, como centro.
Quién a Dios tiene, nada le falta.
Nos invita santa Teresa, a desprendernos del apego a las cosas materiales, a las expectativas meramente humanas, para recordar que solo Tú, Señor, puedes llenar completamente nuestros corazones.
SIMPLIFICAR NUESTRA VIDA
Este poema precioso de santa Teresa, es una invitación a simplificar nuestra vida, una vida espiritual plena, llena de Dios, confiando completamente en su voluntad, en la providencia divina.
Al mismo tiempo, nos invita a practicar la paciencia y reconocer que al final:
¡Solo Dios basta!
Queremos, Señor, solamente basarnos en Ti, como santa Teresa, que tuvo muchas dificultades en su vida.
Pero ella, estando perfectamente unida a Ti, supo sobrellevar todos los retos, las dificultades, inclusive las calumnias y las persecuciones de las que fue objeto, porque solamente confiaba en Ti, fomentando también la paciencia.
Queremos pedirte, Señor, esta paciencia, para siempre sobrellevar las cosas que no nos gustan, que se nos hacen difíciles o incomprensibles, también en el trato con los defectos de los demás.
Se lo pedimos a la Virgen santísima, nuestra madre, ella que vivió siempre junto a Jesús y que María nos enseña a vivir una plena actitud de confianza, de abandono.
No podemos imaginarnos a María, por ejemplo: impaciente, a una María gritona, a una María que siempre está reclamando al prójimo…
Por el contrario, siempre le decimos:
Dulce Madre, no te alejes
Tu vista de mí, no apartes
María es dulce para nosotros, porque ella solamente tiene un pensamiento en su corazón, que es amar a su Hijo, amarnos a nosotros, cumplir la voluntad de Dios.
Se lo pedimos a nuestra madre santísima, para que, junto con santa Teresa de Jesús, la gran Teresa, nos ayuden a estar completamente confiados en el Señor, y por tanto también: ¡Vivir con alegría la paciencia en nuestra vida cotidiana!
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