Hoy, Jesús se enfada porque le prohibimos a los niños acercarse a Él, porque le prohibimos a los niños ser espontáneos con Jesús.
Seguro te he contado ya esta anécdota: En el colegio una profesora que, con un grupo de niñas muy pequeñas, muy pequeñitas, les dice varias veces: ¡en el oratorio silencio!
También les dice que en la puerta del oratorio hay un ángel que se llama: “el Ángel del Silencio”, que nos recuerda que debemos hacer silencio, y eso se lo dijo varias veces.
Yo no podía desautorizar a la profesora, lógicamente, y les dije que los iba a acompañar y entré con ellos el oratorio y efectivamente, Señor, lo hicieron con mucho silencio, con mucho recogimiento.
GRACIAS POR ESTAR AQUÍ
Pero, cuando ya estaban de rodillas, una niña empezó a decir en voz alta: ¡Jesús, gracias por estar aquí, estamos muy contentas y te queremos mucho!
Y en ese instante todas las compañeritas le dijeron: ¡Shhh! ¡Shhhh! ¡la callaron!
Yo me giré para mirar quien era, pero no la identifiqué, porque estaba más adelante, entonces se confundía un poco entre sus compañeras.
Y luego le pregunte a la profesora: ¿Quien fue la niña? Pero me dijo que tampoco sabía. Y hasta el día de hoy no sabemos quién fue esa niña.
Pero yo muchas veces recuerdo esto cuando entro al Oratorio, y te veo escondido en el Sagrario, te digo: “Jesús, gracias por estar aquí, estoy muy contento y te quiero mucho.”
Bueno el Evangelio de la Misa de hoy, de san Marcos:
“En aquel tiempo le acercaban a Jesús niños para que los tocara; pero los discípulos los regañaban. Al verlo Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis.» (Mc 10, 13-14)
¡No se lo impidáis! Jesús, ahí está tu indicación, tu mandato imperativo, tu sugerencia: No se lo impidáis a los niños, no se los podemos impedir.
Pienso en el Bautismo y en la Primera Comunión. El Bautismo, que bueno Señor, sentir el eco de tu alegría en cada Bautismo.
En cada niño o niña que se acerca al sacramento del Bautismo, acompañado por sus padres, por sus padrinos, la alegría de Jesús cuando se celebran esos Bautismos.
¡QUE ÉL DECIDA!
Qué bueno repetirles a los padres, que esa misma alegría experimenta Jesús en cada Bautismo. Pero dice el Evangelio, que los discípulos los regañaban, y que Jesús se enfadó.
Señor, puede haber personas que quieran robarte a los niños del Bautismo, de tus brazos en el Bautismo.
Hay gente que dice: ¡No, pero si es muy chiquito, no lo bautices todavía, espera que haga buen clima, piensa en la fiesta que vas a hacer con toda la familia…
También quienes dicen: que él decida si se bautiza más adelante o no, cuando sea mayor, pero tú cómo lo vas a obligar a bautizarse.
Bueno, pues entonces, que también decida si se alimenta del pecho de su mamá o si quiere un pernil asado o una compota, ya asi de chiquitico, ¡Que él decida! Y si no decide, pues entonces no lo alimentes.
¡Bautiza rápido a los niños y a las niñas! No privar a los niños de esa alegría y no privar a Jesús de esa alegría.
Señor, la Primera Comunión, o la Comunión, no solo la primera sino la comunión, con la primera no hay lío, porque los niños tienen una gran ilusión, los papás también.
LLEVAR A LOS HIJOS A MISA
El problema viene después, el problema viene para que los papas lleven a sus hijos a la Misa los domingos.
Dentro de poquito, daré una charla a los papás de las niñas que hacen la Primera Comunión.
¿Cómo hago Jesús? ¿Cómo hago? ¿Qué les digo? Para tratar de convencerlos, (convencer no es una palabra que me guste mucho), porque aquí no se trata de convencer a nadie.
Pero sí, de dar razones que convenzan a los papás, de llevar a sus hijos a la Misa los domingos.
Me acuerdo de un niño, cuando trabajaban en un colegio de chicos, que se acercó preocupado a decirme: -Oye Padre, estoy pensando en no hacer la Primera Comunión.
Y yo le dije: ¿Cómo asi? ¿Por qué? Si tú estabas tan ilusionado, ¿Qué pasó?
Entonces me dijo muy serio: – es que mis papás no van a Misa los domingos, yo para qué voy a hacer la Primera Comunión, si yo no puedo ir a recibir a Jesús los domingos. El niño estaba preocupado.
Señor, no le impidamos a los niños acercarse a Ti. Hay que ser creativos también, para que los niños puedan disfrutar de la Misa, esperar la Misa, ansiar la Misa los domingos.
PRIMERO ES LA MISA
Si en una casa, se vive con naturalidad la Misa los domingos, los niños la van a tomar como parte del plan del domingo.
Pero claro, si a los niños solamente les decimos que el domingo van a ir a jugar y que solamente va a haber juegos y juegos…
Me acuerdo una vez, celebrando la Misa, un niño dice en voz alta: ¡Yo no quiero ir Misa yo quiero ir a jugar!
Yo me reí y lo entendí perfectamente, o sea, estuve de su parte, no es que lo haya fulminado con mi mirada y haya fulminado a sus papás, los entendí perfectamente.
¿Qué quiere un niño a esa edad? ¡Pues jugar! Pero qué bueno que los papás vayan preparando a su hijo o a sus hijos, para que sepan que primero la Misa.
Que el domingo se va a vestir elegante, que su mamá lo va a peinar bien porque van para Misa y que tiene que estar recogido y en silencio. Que hay que llegar rápido para ponerse en un lugar preciso.
Señor, que no le impidamos a los niños acercarse a Ti, que los preparemos, que los acompañemos, que les demos ejemplo.
Para que ellos vean en nosotros, ese deseo de estar junto a Ti, de recibirte en la Comunión.
ACOMPAÑAR AL SEÑOR
Que vean a sus papas que se pones de rodillas, que hicieran los ojos, que rezan, que cuando termina la Misa esperan un momento, porque quieren acompañar al Señor.
Que están rezando y hacen la visita al Santísimo, y se levantan y miran a la Virgen con cariño, y le dicen al niño y a la niña: ¡Tírale un beso a María, tírale un beso a Jesús!
Acuérdate de hacer la genuflexión, de ponerte de rodillas cuando pases delante del Santísimo, todo eso los niños lo aprenden de chiquitos y eso no se les va a olvidar jamás.
Señor, terminamos este rato de oración acudiendo a la Virgen santísima, pensaba también: ¡No impidáis a los niños acercarse a la Virgen!
Te cuento una última anécdota: Estaba dando una plática a los niños, esto no fue en el colegio de niñas sino de niños.
Les enseñé la palabra exacta con la que Jesús llamaba a su padre: ¡Abba! Eso está en las escrituras.
Les hable un poco de la filiación divina, de tratar al Padre, de sabernos hijos delante de Dios.
NUESTRA MADRE DEL CIELO
Entonces les dije: A ver, ¿Cómo llamaba Jesús a su papa? Y todos los niños repetían: Abba, Abba
Terminó la plática y ya los niños se fueron y yo me quedé en el oratorio, sentadito o de rodillas, no sé.
Y si me acercó un niño y me dijo: Padre, te quiero preguntar una cosa; ¿Si Jesús llamaba Abba a su Padre, como llamaba a su madre?
Señor, ¡Yo no sabía! Y no podía ser deshonesto e inventarme: -Jesús llamaba a su mamá ¡Amá!… Amá se le llama a la mamá en mi tierra, en Antioquia; Amá venga para acá, Amá necesito esto…
No, yo no le dije nada al niño. Le dije: -No lo sé voy a preguntar y te averiguo y te digo, y lo averigüé, lo pregunté y en hebreo mamá se dice: Ima.
Así como padre se dice Abba, madre se dice: Ima.
No le impidamos a los niños tampoco tratar a la Virgen, ponerles una imagencita en su habitación, recordarles que es nuestra madre del Cielo, encomendarnos a ella.
Rezar las Avemarías, rezar las oraciones a la Virgen, el Ángelus al mediodía o el Regina Coeli cuando llega la Pascua.
Madre mía, acudimos a ti y contemplamos esa mirada tierna, cariñosa, que tienes especialmente hacia los niños pequeños.
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