LOS SIGNOS
Hoy san Lucas nos trae el siguiente pasaje del Evangelio:
“En aquel tiempo decía Jesús a la gente: Cuando vean subir una nube por el poniente, enseguida dicen: «chaparrón tendremos» y así sucede. Cuando sopla del sur, dicen: «va a hacer bochorno» y lo hace.
¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿Cómo no saben interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no saben juzgar ustedes mismos lo que se debe hacer?
Cuando te dirijas al tribunal con el que te pone dificultades, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él mientras vas de camino, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue a la guardia, y el guardia te mete en la cárcel.
Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo”
(Lc 12,54-59).
El Señor aquí interpela a sus oyentes, a sus interlocutores. Muchos de ellos trabajaban en faenas agrícolas y sabían interpretar o predecir el tiempo. Lo necesitaban también por cuestiones de trabajo, el tiempo de las cosechas, de la siega, el tiempo de la siembra, de las lluvias, de los vientos etcétera.
Y aquellos que, conociendo esos signos tan bien, y que conocían los anunciados por los profetas sobre la venida del Mesías; y ahora, viéndolo, escuchando sus enseñanzas, viendo sus milagros, no quieren interpretar la venida del Señor ni sacar las consecuencias que de ello tenían.
BUENA VOLUNTAD Y RECTITUD DE INTENCIÓN
¿Cuál es la razón de eso? En general, se puede decir que, puede ser falta de buena voluntad, muchas veces falta de rectitud de intención. Nos pasa a ti y a mí muchas veces, por falta de buena voluntad y falta de rectitud de intención no vemos la realidad como el Señor nos las presenta y como las vería Él.
Por eso, aquellos, cierran su voluntad o cierran voluntariamente sus ojos a la luz del Evangelio. Pasa con nuestros contemporáneos también, no solamente hace dos mil años sigue pasando, esto se vuelva a producir en nuestros días revirtiendo algunas formas de ateísmo o simplemente ignorancia o no querer entrarle al tema…
MOVIDOS POR LA FE
Son muchas las cosas que les pasan a las personas, que nos ha pasado a nosotros o nos pueden pasar. Todos estamos aquí movidos por la fe pero nadie está confirmado en la gracia; sin embargo estamos guiados por el Espíritu Santo, todos.
El Espíritu Santo actúa en las almas de todos los cristianos y eso nos da cierta capacidad de discernir los acontecimientos, las exigencias, los deseos de la Voluntad de Dios, los signos verdaderos de su Presencia.
Porque la fe ilumina con luz nueva y se nos manifiesta el Plan Divino sobre esa vocación integral que tenemos a la llamada a la santidad por el bautismo y eso nos permite dirigir la mente, la voluntad, los sentimientos y las pasiones hacia soluciones plenamente humanas y cristianas.
SILENCIO, REFLEXIONAR Y REZAR
El Papa Francisco, una vez comentaba que para comprender esos signos de los tiempos, para discernir sobre ellos, era necesario tres cosas:
“Uno, hacer el silencio; otro reflexionar dentro de nosotros mismos, sin miedo, con libertad…
Hacer silencio, reflexionar dentro de nosotros y después rezar. Solo así podremos comprender los signos de los tiempos. Aquello que Jesús quiere decirnos.
Manteniendo siempre la distancia con los conformismos tranquilizadores, por supuesto firmes en la fe de Jesús, en la verdad del Evangelio que nunca pasa”
(Los tiempos cambian, Homilía Papa Francisco. 23 de Octubre, 2015).
Estos son tiempos permanentes, Jesucristo es el mismo ayer, hoy mañana y siempre, cosa que no cambia. Pero hay otras cosas que continuamente se están moviendo según los signos de los tiempos. Pero para manejarse con seguridad en todos ellos hace falta vivir en Cristo.
SEÑOR, VER CON TUS OJOS
Ver el mundo y las personas con los ojos del Señor. Revestirse de Jesucristo, como decía san Pablo. Nos recomendaba: ¿qué es aprender del Señor? ¿cómo dirigirnos a los demás?
Con palabras que den paz, que elevan, que den serenidad, que no producen herida, capaz de librar a los demás de la postración del pecado, aunque para ello sea necesario sacarlo de su falsa paz.
Al mismo tiempo, es aprender a trabajar como lo hizo Él, obedecer como lo hizo Él, amar su corazón sacratísimo y magnánimo. Es lo que han hecho los Santos, fueron discípulos suyos muy aventajados.
SAN JUAN PABLO II
Hoy estamos celebrando a san Juan Pablo II, el inicio de su pontificado, su fiesta. Un gran Papa, un gran santo.
Podemos ver, tanto en él como en todos los santos, en sus gestos, en su palabra, en su vida al mismo Jesús, el mismo Dios que se transparenta a través de la vida de los santos y especialmente con el que celebramos hoy, san Juan Pablo II.
Más allá de su personalidad, que tenía mucha, de su educación, el influjo del ambiente donde vivió, se crió, las vicisitudes del tiempo que vivió, Dios se transparentaba a través de él.
La experiencia de lo divino, que encontramos en diversos momentos de su vida, nos ha servido a todos para enriquecer nuestra fe, para purificarla, para elevarla.
Podemos seguir también su ejemplo en una afirmación suya:
“La Iglesia mira con incansable amor a Cristo, plenamente consciente de que solo en Él está la respuesta verdadera y definitiva al problema moral (y a todos los problemas).
Ese es el secreto, porque es el secreto de los santos y de ahí han sacado energía siempre nueva a lo largo de los siglos, ese ha sido su alimento. Pero para esto, se necesita tener la mirada fija en el Señor, Jesús”
(cf. Carta Encíclica Veritatis Splendor, Juan Pablo II. 1993).
HACERLOS VIDA
Hay un autor (concluyendo de esta enseñanza de Juan Pablo II) decía que: Algunos aspectos y sugerencias para hacer vida este deseo en cada uno de nosotros, es ver a las personas como las ve Dios; es decir, verlas del mejor modo posible, con su mejor ángulo, con benevolencia.
Nos recomendaba también: evitar juicios reductivos, ser magnánimos (en los juicios y en todo), fomentar la simpatía y el buen humor en cada ocasión, ser luz y no cruz para los demás, saber perdonar con facilidad, no guardar agravios con nadie, tener una memoria selectiva en ese sentido.
Y por supuesto acudir siempre a la Virgen, como acudimos en este rato de meditación, para que se haga realidad y eficaz en los propósitos que hagamos.
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