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MÁS DICHOSOS TODAVÍA

JUAN EL BAUTISTA, UN HERMANO MAYOR
DICHOSA LA MUJER QUE LLEVÓ A JESÚS EN SU SENO

El Evangelio de la misa de hoy es muy cortito y pienso que, de todas maneras, como siempre tan profunda la Palabra de Dios, podemos sacar varias enseñanzas. Además es como muy fresco, muy vivo, lo que se nos relata.

Resulta que una mujer entusiasmada como estaba por escucharte, Jesús, por verte, gritó un piropo. Te dijo como una alabanza, una cosa linda:

“Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron”

(Lc 11, 27).

Te está diciendo a Vos, Jesús, feliz la persona que te tuvo más cerca. Te está diciendo, Jesús, que Vos a donde estás, haces felices a los que te rodean; está diciendo ¡qué alegría que existas!

Y también es un piropo para la Virgen que te trajo al mundo y por eso es feliz, bienaventurada, dichosa…

LAS JACULATORIAS SON PIROPOS PARA JESÚS Y MARÍA

Quizá lo primero que podemos sacar de este Evangelio, es que también nosotros podemos decirle piropos a Jesús o a María. En concreto, esas que se suelen llamar jaculatorias, como una flecha lanzada al Cielo -de ahí viene la palabra jacula que es flecha en latín.

Y decirle al Señor como oraciones cortas de alabanza, de petición. “Jesús, manso y humilde de corazón, que mi corazón sea semejante al Tuyo”; “¡Madre mía!”; “Jesús, ¡te quiero!”; “Dulce Corazón de Jesús, que yo siempre te ame más y más”.

Jaculatorias que nos las podemos inventar, que podemos encontrar buscando un poquito en el internet o donde sea; o en libros; que podemos sacar de la Sagrada Escritura:

“Señor mío y Dios mío”,

como te dice Tomás.

A la Virgen también:

“Ave María Purísima, sin pecado concebida”;

“Bendita Tú entre todas las mujeres”

y así.

JESÚS SIEMPRE ESCUCHA ESOS PIROPOS

Y es algo que como en el Evangelio, Jesús no pasa de largo, sino que se detiene. O sea, me imagino ahora la situación de una persona famosa rodeada de una multitud y le gritarán distintas cosas y es difícil que conteste ¿no? Porque por la propia voz de la muchedumbre…

Y Jesús no deja de contestar a este piropo, no le es indiferente y, por eso, qué bueno que le digamos estas jaculatorias.

Y lo que contestaste en esa ocasión Señor fue:

“Dichosos todavía más los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”

(Lc 11, 28).

LA ALEGRÍA DE PONER EN PRÁCTICA LA PALABRA DEL SEÑOR

Y al decir aquel elogio, aquellas palabras buenas, nos pones delante una realidad muy profunda, pienso. Es que todos -no solo Tu Madre que tuvo esa dicha singularísima de tenerte en su seno, de criarte, de ser Tu mamá-, todos podemos tener una dicha todavía más grande si escuchamos Tu palabra y la ponemos en práctica.

Y esto nos lleva a asombrarnos: ¡Mira qué cerca de mí puede estar Jesús!
Si escucho Su palabra y la pongo en práctica, Cristo está conmigo de una manera que me va a hacer más feliz que si te tuviera Señor, en brazos cuando eras un bebé o si te tuviera a mi lado así como estuvieron en Tu casa José y María.

JESÚS PRESENTE CERCA EN LA EUCARISTÍA

Esto me recuerda a unas palabras de Santa Teresa de Jesús, cuando alguien suspiraba: «Ay, si yo hubiera vivido en el tiempo del Señor…» Y ella decía que qué más le daba, si ahora lo tenían a Jesús verdaderamente presente en la Eucaristía.

Era tal su conciencia de Tu cercanía Señor, en el Santísimo Sacramento que, como que no extrañaba nada tenerte así como tenemos a las personas que están a nuestro lado.

Y podemos pensar: si yo tengo esa dicha tan grande de escuchar Tu palabra y ponerla por obra, si tengo una verdadera alegría porque creo que Vos estas conmigo. Y Vos estás conmigo Señor, cuando hacemos estos 10 minutos de oración, cuando escucho Tu palabra en el Evangelio, procuro tratarte ahí, procuro escuchar qué me decís hoy, procuro ponerlo por obra.

UNIÓN CON DIOS EN EL CIELO, PERO TAMBIÉN EN LA TIERRA

Y eso puede ser una gran fuente de alegría y de unión. En el Cielo tendremos esa unión total con Vos. El Cielo será la dicha de estar con quien amamos, con Dios, con los demás bienaventurados.

Pero ya en la tierra debe ser que podemos tener una unión muy grande con Vos Jesús, porque cuando escuchamos Tu palabra -porque ahí estás Vos- y cuando la ponemos en práctica, que es adherirnos a Vos, es unirnos de una manera muy especial; hacerte presente en nosotros.

La Virgen no solo fue la que te concibió en su seno y te tuvo en la panza nueve meses y te dio de mamar.  Y después te vería crecer como una mamá feliz, encantada de ver a su hijo en la cuna o que empezaba a hablar o que caminaba.

Pero la Virgen tuvo, sobre todo -y por eso es también un piropo a ella lo que Vos decís Señor-, tuvo la alegría de adherirse con todo su corazón a la palabra, a la voluntad de Dios para ella, a los mandatos del Señor, a la palabra que se hizo Carne, siendo la primera discípula.

Y por eso qué bueno que la tengamos de modelo y que le pidamos a ella que nos ayude a tener esta dicha de escuchar la palabra de Dios, ponerla por obra y sentir ahí a Jesús cercano. Que estamos con Vos de una manera muy especial, haciéndote presente en nuestra vida.

ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS NOS AYUDA A OBRAR BIEN

Pienso que también se aplican Tus palabras, Señor: “Dichoso el que escucha la Palabra de Dios y la pone por obra”, a las circunstancias en que pensamos cuál es la voluntad de Dios. Nos planteamos las cosas en la presencia del Señor y procuramos convertir esas sugerencias que nos hace Dios para decidir, para hacer una cosa u otra, las convertimos en hechos, de palabra a una inspiración.

Aunque no sea la palabra revelada, esas mociones del Espíritu Santo, cosas chiquitas que nos va mostrando y seguramente eso también nos trae la dicha, la felicidad, porque también es eso, estar con Vos

Y Vos, Jesús, fuiste el primero que iba guiado por el Espíritu Santo, cuando al menos todavía no estaba escrito el Nuevo Testamento. Y cuando Vos predicabas estas cosas Señor, que solo tenían el Antiguo Testamento y quizá te referías con la Palabra de Dios a un sentido también más amplio de su voluntad.

Vamos a procurar que este Evangelio de hoy nos ayude a ponerlo en práctica. Por una parte, quizá esto de decirle hoy más jaculatorias al Señor, a Su Madre, a la Sagrada Familia y estar atentos a Su palabra para convertirla en obras, para llevarla a los hechos y alcanzar esa alegría que nos das Vos, Señor, cuando estás a nuestro lado.

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