TE VAS A MORIR
Hoy leemos en la Primera Lectura de la misa unas palabras muy duras:
«Te vas a morir».
Así le dice el profeta Isaías, hijo de Amós, al rey Ezequías. >“Te vas a morir”. Si nos dice cualquier persona “te vas a morir”, podemos no hacerle caso, pues el que va a saber…
Pero si llega el profeta y de parte de Dios nos dice “te vas a morir” y ya pronto, tal día y de tal forma… Pues ahí sí es una verdad que Dios nos está diciendo a través del profeta.
Él es el que realmente tiene poder sobre la vida y sobre la muerte. Eso sí es angustioso. Todos sabemos que vamos a morir, pero no sabemos ni cuándo ni cómo.
Hace poco escuchaba a unos jóvenes que jugaban un juego, bueno, más que un juego, se preguntaban qué preferiría ser, si perro o gato… O qué preferirías, ¿no poderte subir más en tu vida a un carro o a un avión…?
Y empezaron a dar razones a favor o en contra. Esto o mejor lo otro. Y uno decía: —Qué preferirías saber, ¿cuando te vas a morir o saber de qué modo te vas a morir?
Y ahí pues decía: —No, mejor cuando… No, pues mejor cómo por esto y lo otro… Es que si sabes cómo, pues va a estar angustiado porque no sé… Pero si sabes cuándo, pues vas a desaprovechar la vida o vas a aprovecharla mejor, pues daban sus argumentos.
A mí no me gustaría saber ninguna de las dos. Vivir, pues, cada día como si fuera el último cara a Dios, cara a Ti, Señor, tratando de rendir los talentos que me has dado y estar en paz, con el alma y con la conciencia tranquila.
QUIÉN ES DIOS
Bueno, el profeta le dice al rey:
«Te vas a morir».
Y, ¿qué hizo el rey? Pues el rey se puso a rezar.
«—Y dijo: «Oró al Señor. ¡Ah, Señor! Recuerda que he caminado ante ti con sinceridad y corazón íntegro, y que he hecho lo que era recto a tus ojos. Y lloró.
Y Dios se compadeció de él y le dijo al profeta: —Ve y dile a Ezequías esto dice el Señor, el Dios de tu padre. David: —He escuchado tu plegaria y visto tus lágrimas, añadiré otros quince años a tu vida».
Y le promete otras cosas, pero lo deja vivir más tiempo.
Este pasaje del Antiguo Testamento, (sabemos que el Antiguo Testamento es Palabra de Dios) nos va enseñando poco a poco quién es Dios y quién es el hombre hasta llegar a la plenitud de la revelación que viene en Jesucristo.
Digamos que, el Antiguo Testamento es como entre sombras vamos viendo quién es Dios, quiénes somos nosotros.
Es una revelación todavía muy básica y que hay que saber interpretar con la ayuda de Dios. Y Jesús, que es la plenitud, pues ya nos da la clave para entenderlo.
Pero hay muchas verdades maravillosas que podemos ir entendiendo con estos pasajes. Y se me ocurrían tres ideas.
La primera, que nuestra vida no depende de nosotros. Jesús lo dice en el Evangelio:
«Nadie puede aumentar un centímetro su estatura o hacer blanco uno de sus cabellos o aumentar un día los días de su vida. Todo está en manos de Dios»
(Cf. Mt 6, 27).
EN LAS MANOS DE DIOS
Nuestra vida no depende de nosotros, aunque sí podemos hacer cosas para cuidarla, como tener buenos hábitos sanos, hacer ejercicio. Pero a fin de cuentas, nuestra vida está en manos de Dios.
Dice el Salmo que se reza en la Misa, que es también un pasaje del profeta Isaías:
«Tú, Señor, detuviste mi alma para que no pereciese. Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores, como un tejedor devanaba mi vida, y me cortaron la trama».
Yo pensaba que tenía un hilo infinito para seguir como tejiendo mi vida, pero pues el hilo es finito y me cortaron la trama.
La segunda idea es que nuestra vida depende de Dios. Estamos en manos de Dios.
De acuerdo al testimonio de una persona que secuestraron, que vivió su secuestro de una manera muy inteligente, valiente, con mucha fe y mucha confianza en Dios. Esta persona tenía mucha paz. Y los secuestradores se admiraban de la paz que tenía esta persona.
Todo esto está documentado en un libro que se llama “257 días”. Es buenísimo, es un caso real.
Los secuestradores se admiraban de la paz que tenía este hombre. Y un día le preguntaron: —Oye, ¿por qué tienes tanta paz? ¿no te da miedo que te matemos?
Y él decía: —Pues mi vida está en manos de Dios. O sea, mi vida no depende de ustedes. Yo no voy a vivir un día más o un día menos de los que Dios quiera. Y esto les impresionó a los secuestradores.
HACER SU VOLUNTAD
Y efectivamente, nuestra vida está en manos de Dios. Y Dios quiere darnos vida. Dios quiere que tengamos una vida feliz aquí en la tierra, con la relativa felicidad que se puede tener. Porque la vida es buena, es plena, es la felicidad completa, viene ya en la total presencia de Dios que tendremos en el Cielo.
Pero para eso, hemos de buscar estar cerca de Dios. Y es una cosa que nos enseña este pasaje:
«El rey oró y le dijo a Dios: —He hecho lo que era recto a tus ojos».
Hacer la voluntad de Dios es lo que nos abre las puertas de la vida eterna. Lo que también nos ayuda a tener una vida relativamente feliz aquí en la Tierra. Estar cerca de Dios, tener esa paz en el alma.
Jesús, queremos estar muy cerca de Ti. Queremos con tu ayuda hacer siempre la voluntad de Dios. Y cuando no lo hagamos, saber rectificar, pedirte perdón y ayuda para en el futuro, siempre hacer lo que te es agradable. Porque si abrimos nuestro corazón a Ti, entonces recibiremos esa salvación.
Hace poco leí un libro sobre la Eucaristía. Es un libro de Teología que habla de la Eucaristía y comienza analizando las palabras de la Consagración de donde vienen de la Última Cena, cuando Jesús dijo:
«Y tomen esto, es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Tomen, beban, esto es la sangre derramada para la salvación».
Y en algunas fórmulas dice: «Por muchos», para la salvación de muchos. Y explica el autor: “Sería un error identificar “pro multis”, o sea, “por muchos”, que es una expresión “sin excluir la totalidad”, no la incluye necesariamente.
Sería un error identificar los pro-multis con pro-ómnibus, que significa para todos. Y explica por todos, en sentido absoluto, objetivamente y definitivamente, sin distinguir entre redención objetiva y subjetiva; y sin afirmar la necesidad del encuentro con la persona de Cristo. Y de acoger con fe los dones de su sacrificio redentor(Ángel García Ibañez, 2021, La Eucaristía, don y misterio, 4ª Edición).
LA REDENCIÓN
Disculpa esta cita muy técnica, pero lo que quiere decir es efectivamente, que Dios nos da la salud, nos ofrece la salvación a todos. Su sacrificio es para todos. Pero no significa que todos la van a aprovechar.
Es necesario abrir el corazón para que su gracia llegue a nosotros. Eso es lo que diferencia entre la redención objetiva y subjetiva.
Objetivamente, para todos la sangre de Cristo basta para salvarnos, a todos. Pero hace falta que la recibamos, que abramos nuestro corazón, que creamos en Él.
¿Por qué viene la vida eterna? Viene de la felicidad total que nos promete Jesús una y otra vez en el Evangelio. Que Tú, Señor, nos prometes y por eso queremos vivir, no queremos morir.
Pero también nos damos cuenta que esta vida de aquí, por más indefinida que fuera, no nos haría felices, porque nuestro corazón ansía a Dios. Y ahí es donde tendremos la vida para siempre, la vida feliz, la vida, la vida eterna que no se puede describir.
Nos faltan palabras para expresarla. Las personas que se han acercado un poco más a esas experiencias de Dios, se quedan calladas y dicen que vale la pena.
San Pablo:
Ni ojo vio, ni oído oyó»
(1 Co 2, 9).
ACUDIMOS A LA VIRGEN
Pues acudimos a la Virgen, que ya está disfrutando de Dios con su alma y con su cuerpo, porque ella subió al Cielo en cuerpo y alma. Vamos a celebrar esa fiesta en menos de un mes, el 15 de agosto, la Asunción de la Virgen Madre Nuestra.
Vamos a tener una esperanza grande en esa vida que Dios nos ofrece, en esa vida que podemos con su gracia ir, ir mereciendo con nuestras buenas acciones, porque Él nos ayuda a actuar bien y a merecer.
Madre esperanza nuestra, ayúdanos a tener ese objetivo y a cada día estar más contentos porque nos acercamos a ese fin.