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NO LLEVAR NADA PARA EVANGELIZAR

celibato. Paso
CON EL MISMO AMOR 

«Señor, lo primero que te quiero decir es que este ratico de oración no he tenido mucho tiempo para prepararlo; no he tenido tiempo para sentarme, escribir un guión, algunas ideas y por eso te voy a pedir que me ilumines de manera especial hoy. 

«Que me vayas guiando para hacer este ratico de oración que quiero hacer con el Evangelio de hoy 22 de septiembre, miércoles de la semana 25 del Tiempo Ordinario. Vamos a ver Señor qué me quieres decir y que nos quieres decir a todos en estos 10 minutos de oración». 

“En aquel tiempo habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades”

(Lc 9, 1). 

SANTA IMPACIENCIA

«Y se me ocurrió Señor, pensar que Tú tenías una santa impaciencia de poder llegar ya a todas partes. No esperas a marcharte en cuerpo y alma a los cielos para darles a los apóstoles ese destino misionero, esa misión evangelizadora a todas partes, a todos los pueblos. 

«No te aguantaste, por eso les das autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades, para que puedan ir a todas partes, a todos los pueblos. 

Tengo que decir que una de las razones por las que no he tenido tiempo esta tarde de sentarme a predicar la meditación de mañana (porque, pues claro, está meditación hay que grabarla por lo menos un día antes)  es porque esta tarde fui a atender a una familia que tiene una necesidad especial».

UNA NECESIDAD ESPECIAL

La mamá de esta familia tiene muchos años (creo que está llegando a los 100 años) y tiene Alzheimer. Pero no es tanto el tiempo y la dedicación que ella merece (más que merece, necesita) porque quien más merece atención y necesitas atención es una de las hermanas de esta familia que tiene Parkinson y la está pasando mal.

Las cuidaban dos, una enfermera y la empleada del hogar. Pero a una de ellas le detectaron cáncer y no ha podido volver; y la empleada viene por la mañana y se va por la noche y hay días en que no ha podido venir, entonces está solamente una de las hijas cuidando a su mamá y a su hermana.

Yo he ido y he pasado hoy a visitarlas y a llevarles al Santísimo, la comunión, hablar con ellas, estuve un rato largo ahí… 

A TODAS PARTES

«Señor ¿cuántas personas estarán esperando que llegue alguien con una voz de aliento, con tiempo por delante, no solamente entrar por salir? Pienso en los apóstoles, en esos Doce que iban a todas partes curando toda clase de demonios, para curar enfermedades. ¿Cómo llegarían a esos pueblos? y ¿cómo tendrían trabajo? ¡Inmediatamente, inmediatamente!».

Así como, gracias a Dios, tenemos todos los sacerdotes, cuando nos movemos un poquito,  aparece trabajo por montón, bendito sea Dios, gracias a Dios tenemos trabajo. 

«Gracias a Tí, Jesús, tenemos trabajo los sacerdotes. Te pido por esta familia, Señor y por todas las familias que necesitan ese cariño, esa atención espiritual y no la tienen y por eso se sienten más solos. Méteteles en el corazón, hazles ver que Tú estás ahí con ellos».

“Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos diciéndoles: No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, tampoco tengáis dos túnicas cada uno. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio”

(Lc 9, 2-4) 

¡PATOS AL AGUA!

Yo me pongo a pensar en los apóstoles: ¿qué vamos a comer, y cómo nos vamos a transportar, y cómo nos vamos a mover, y dónde vamos a llegar? 

El Señor dice: nada, a volar ¡patos al agua! Como aprenden a nadar los patos: la pata se tira al agua y los paticos tienen que seguirla y se tiran y no saben nadar. Nadie les ha enseñado y nada más tirarse al agua ya tienen que nadar porque si no se van a morir. Y aprenden a nadar tirándose al agua ¡patos al agua! 

Los apóstoles salen a evangelizar a los pueblos y a proclamar el Reino de Dios, a curar los enfermos, a los lugares donde ellos nunca esperaban llegar y no sabían que se iban a encontrar. No es que les avisaran de antemano: oiga, al pueblo que van a venir ya les tenemos aquí el hotelito, el airbnb, ya los van a recoger en el aeropuerto, tranquilo ya tenemos una comitiva que los va a recoger… ¡No!

Los apóstoles llegaban allí inmediatamente a atender a las almas. 

COMO LO HACÍAS TÚ

«Porque así lo hacías Tú también, Jesús. Cuando Tú llegabas a un pueblo, no te acomodabas primero; no decías, un momentico yo busco aquí el arriendo, miremos a ver dónde nos vamos a quedar, estoy muy cansado, denme un tiempito para hacer una siesta…

«Tú Jesús, llegabas a los pueblos, ya tenías a la gente esperándote en las vías, en los caminos; ni siquiera te esperaban en el propio pueblo, te salían al encuentro y ponían a los enfermos en las camillas, a los endemoniados». 

Yo quiero pensar que los endemoniados eran aquellos que necesitaban que se les perdonarán los pecados; que el Señor les diera la gracia, la gracia de ya no cargar con los males, con el mal moral y con los pecados en su alma. 

LIGEROS DE EQUIPAJE

«Pues eso mismo quieres, Señor, de los apóstoles y también de todos nosotros. Que vayamos ligeros de equipaje; pero ligeros de equipaje no porque no tengamos un carro en que movernos o un celular. ¡No! eso lógicamente lo necesitamos para movernos, para vivir, estamos en pleno siglo XXI y tenemos que vivir como en el siglo XXI. Pero lo importante es, sí tener el corazón libre para poder ir a atender a las almas. 

«Creo que eso, Señor, es lo principal, lo que más nos pides a los sacerdotes. Por eso nos has pedido el celibato y por eso nos has pedido que nos dediquemos a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, allí donde estén. Pero también, Señor, te quieres servir de muchos cristianos, muchos cristianos que están ahí pendientes de los demás, de los que más lo necesitan». 

MARTES CON MI VIEJO PROFESOR

Ahora me estoy leyendo un libro que me pasaron por ahí, se llama: “Martes con mi viejo profesor”.  Este es un profesor que se va a morir y tiene ELA.  Entonces un día hace el ejercicio de contar, aguantando la respiración, hasta cuántos números puede contar. Llega hasta el número 19. 

Y hay un antiguo alumno que se pone en contacto con él y que comienza a ir todos los martes a hablar con él y aprender de la sabiduría de alguien que se está muriendo y que tiene la sabiduría de saber cómo hay que vivir y cómo hay que aprovechar la vida (aquí puse una cintica porque me llamaron la atención dos párrafos).

DESPRENDIMIENTO DEL CORAZÓN

Uno dice:

«Bueno, para empezar, la cultura que tenemos no hace que las personas se sientan contentas consigo mismas. Estamos enseñando cosas equivocadas. Y uno ha de tener la fuerza suficiente para decir que si la cultura no funciona, no hay que tragársela. Uno tiene que crearse la suya. La mayoría de las personas no son capaces de hacerlo. Son más infelices que yo, aun en la situación en que me encuentro ahora». 

Esa idea es novedosa, uno tiene que crear la suya, que bueno crea una cultura del desprendimiento del corazón. Que bueno buscar una cultura de tener tiempo para las cosas importantes, que son las personas. 

Poder atender a las personas, poder escucharlas, poder animarlas, poder darles una luz, incluso las personas de nuestra familia, que tenemos ahí y quizá no nos damos cuenta que necesitan un momento para hablar, para desahogarse, para escuchar una palabra de aliento, una palabra de ánimo.

UN OBJETIVO Y UN SENTIDO

Y el otro párrafo es este:

«Son muchas las personas que van por ahí con una vida carente de sentido. Parece que están medio dormidos, aún cuando están ocupados haciendo cosas que les parecen importantes. Esto se debe a que persiguen cosas equivocadas. La manera en que puedes aportar un sentido a tu vida es dedicarte a amar a los demás, dedicarte a la comunidad que te rodea y dedicarte a crear algo que te proporcione un objetivo y un sentido” .

(“Martes con mi viejo profesor”, Mitch Albom).

EN DONDE TÚ ME QUIERES

«Mira, sin preparar Señor este ratito de oración y ya van el minuto 11:20… Vamos a terminar». 

Vamos a pedirle al Señor la disponibilidad de corazón, el desprendimiento de nuestro tiempo, de nuestro sofá, de nuestra comodidad, de nuestro tiempito para estar en el celular ¿Para qué? Para ir a donde el Señor nos quiere enviar. 

Que no es a otro pueblo, que no es otro continente; puede ser a la casa del lado o puede ser el primo que está allí que lo necesita, una tía o un hermano o un amigo. Vamos a tener ese tiempo, vamos a buscar ese tiempo y atender bien a las personas. 

 

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