ACEPTAR LA VOLUNTAD DE DIOS
Estos días pasados, que no he salido en ninguna de las meditaciones, había anunciado que estaba con covid. Se me complicó después con neumonía y he pasado realmente unos días un poco complejos, pero súper ricos.
“Señor, hoy que regreso -todavía sin la voz completa- a predicar, quería darte las gracias, porque este mes completo que me he pasado un poco retirado, la mayoría en cama, con oxígeno… ha sido un mes también de darme cuenta de que lo fundamental no son las cosas que haces, sino lo que permites que Dios haga en ti.”
Las cosas tienen un valor muchísimo más fuerte, cuando eres consciente de que no por tus habilidades, tus destrezas o por tu trabajo las cosas salen adelante, sino más bien por aceptar lo que Dios tiene para ti.
“Gracias Señor, por darme este regalo, que ha sido un regalo un poco fuerte, distinto, nunca lo había vivido así en mi vida con esta fuerza, digamos, pero que ha sido un regalo maravilloso.”
Porque yo me doy cuenta que lo único que sirve en esta vida es cumplir la voluntad del Señor y estar dispuestos a pasar por cualquier cosa… Por cualquier cosa, por enfermedades, por dolores, por sufrimientos y no hacer grande -como alharaca- de estas cosas, sino darse cuenta que ahí también estás Tú, Señor.
Y que si te ofrecemos y estamos dispuestos a pasar por esas incomprensiones, por esos momentos un poco más negativos, pues siempre uno sale con mucha más fuerza. Grátias tibi, Deus, grátias tibi…
FIESTA DEL NOMBRE DE JESÚS
Hoy celebramos la fiesta del Nombre de Jesús. Es muy bonito, justo que haya tenido que volver en esta fecha, porque en la vida corriente al llamar a una persona por su nombre, siempre se indica como familiaridad.
Suele suponer de hecho, un paso decisivo en una amistad, el que dos personas se empiecen, sin esfuerzo y sin embarazo, a llamarse mutuamente por sus nombres, por los nombres de pila.
De hecho, cuando alguien se enamora, todas las experiencias se hacen más agudas y las cosas pequeñas también significan más para nosotros. Hay un nombre propio en el mundo que, de alguna forma, arroja un hechizo sobre nuestros ojos y oídos: cuando lo vemos escrito en una página de un libro, cuando lo oímos en una conversación; su simple encuentro nos estremece.
Este sentido de amor personal fue el que las personas como san Bernardo y como cantidad de santos, a lo largo de la historia, dieron justamente al nombre de Jesús.
“También para nosotros, Jesús, Tú lo eres todo. Por eso queremos tratarte con confianza y decirte a Ti siempre Jesús.”
San Josemaría, recordarás, nos aconsejaba:
“Pierde el miedo llamar al Señor por su nombre -Jesús- y a decirle que le quieres.”
(Camino, n. 303).
“Señor Jesús, hoy te repetimos: Te queremos o queremos quererte más, queremos estar más pendientes de Ti, Señor, que eres realmente lo único importante.”
Que vayamos adquiriendo esa familiaridad de llamar a Jesús por su nombre, porque a un amigo le llamamos por su nombre.
¿Cómo no vamos a llamar a nuestro mejor amigo por el suyo? Él se llama Jesús. Así lo había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno, según nos cuenta san Lucas.
JESÚS NUESTRO SALVADOR
Dios mismo fijó su nombre por medio del Ángel. Con el nombre se daba su misión, porque Jesús significa Salvador y con Él llega también la salvación, la seguridad, la verdad, la paz.
“Es el nombre superior a todo nombre, dice San Pablo, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno.”
(Flp 2, 10).
¡Con cuánto respeto y con cuánta confianza a la vez podemos repetir nosotros también!
De modo especial, ahora, puedes decirlo en esta oración: “-Jesús, te necesito más. Jesús, que yo querría ser mejor. Jesús, que yo quisiera abrazar más rápido tu santa voluntad.”
Y una cosa que a todos nos sirve: aceptar las cosas como nos llegan. No rebelarnos, como les contaba algo de lo que he aprendido durante estos días.
No rebelarse, sino hacer las cosas que uno tiene a mano, buscar un buen médico, seguir las instrucciones, tomar las medicinas, utilizar el oxígeno, hacer las terapias respiratorias, utilizar el nebulizador… he aprendido un montón de cosas que antes no tenía mucha idea de cómo funcionaban.
Pero sí, bueno, esto, es lo que toca y nos gustaría hacer las cosas distintas, tal vez, pero son cómo llegan…
JESÚS NOS ESPERA EN LA VIDA ORDINARIA
Esa misma familiaridad que nos da el Nombre de Jesús, que es como muy cercano, pero a la vez es muy poderoso, pasa también en las obras…
En tu día a día parece que todo es normal, que todo es lo común, es lo usual, es lo regular, no tiene nada de particular, es lo acostumbrado. Pero ahí, en esas mismas circunstancias, ahí también puedes dar gloria a Dios: en lo normal, en las cosas que van pasando. A veces, te de forma alegre y otras veces con un poco más de contradicción, pero es ahí donde nos espera el Señor.
“Gracias Jesús por revelarnos que, en lo más cotidiano, lo más ordinario de nuestras vidas, podemos siempre estar más conectados contigo.” Hacer que nuestra vida tenga ese sentido sobrenatural, ofreciendo nuestro trabajo, ofreciendo las cosas que vivimos y darnos cuenta que ahí nos espera el Señor.
Que no tenemos que huir desesperados, para que se acabe rápido este tiempo duro y tal… no. Sino aprender a -por así decir- disfrutar también de estos momentos de un poco más de cruz.
El señor Jesús no se deja ganar en generosidad y cuando nosotros le correspondemos de esta forma, entonces claro, cambia también nuestra manera de ver las cosas.
LA IMPORTANCIA DEL NOMBRE EN EL PUEBLO JUDÍO
En el pueblo judío el nombre se imponía siempre en la circuncisión (que es ese rito instituido por Dios para señalar como una marca, una contraseña a quienes pertenecían al pueblo elegido).
Era la señal de la alianza que Dios hizo con Abraham y su descendencia tenía como un sello y también prescribió que se realizase al octavo día del nacimiento. Por eso, se ponía el nombre en ese momento.
Las personas que eran incircuncisos, los que no habían sido circuncidados, estaban fuera del pacto, fuera del pueblo de Dios, por eso era tan importante. El día que se hacía la circuncisión se imponía oficialmente el nombre.
Es interesante también ver que es la primera vez que la sangre de Cristo riega la tierra -por así decir-, es una incisión y por supuesto, hay sangre. Es un momento duro, pero a la vez es un momento de muchísima alegría, un momento de una formalidad espectacular.
ESTAR CON JESÚS
También esto me hace volver a la misma consideración: que nuestros momentos buenos y nuestros momentos malos estén siempre dirigidos a Dios. Porque si lo vivimos así, no habrá maldad que nos quite la alegría, no habrá dolor que nos haga estar como revolcándonos; sino, al contrario, encontrar la fuerza de Dios.
Tengo que admitir que este tiempo he tocado esa fuerza de Dios, a través de la cantidad de gente que me ha escrito, que se ha hecho presente de alguna forma, mandando mensajes y tal…
Todo este mes no he aparecido en muchas publicaciones y tenía un tren de vida distinto, ¿no? En el que estaba siempre haciendo cosas y este mes no he hecho absolutamente nada y la gente me preguntaba.
Para mí ha sido un poco fuerte, pero a la vez una enseñanza increíble de que en el dolor el Señor se muestra; de que, en la contradicción, el Señor se muestra primero con esas gracias espirituales, pero también a través de las otras personas que te hacen llegar su cariño, su preocupación, su cercanía.
“Gracias Señor, por este período de enfermedad, por revelarnos que en la normalidad podemos encontrarte en todas partes, porque Tu Nombre, Jesús, es escudo protector, es esa fuerza de la espada con el que nos lanzamos al combate diario.
Te pido para que todas las personas, que escuchen esta meditación, salgan con el convencimiento de que aceptar tu voluntad es lo mejor que pueden hacer en sus vidas. Yo el primero, Señor.”
Ponemos estas intenciones en manos de Nuestra Madre, la Virgen María.