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P. César

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LOS OTROS DIOSES QUE TÚ CONOCES

La historia del rey Salomón, Dios nos llama a estar vigilantes ante el pecado de idolatría

Hoy nos vamos a fijar en lo que nos narra la primera lectura de la Misa de hoy, y continuamos escuchando, como lo hemos hecho en estos días; la historia de Salomón.
¿Recuerdas cual fue la primera petición que le hace Salomón a Dios? Es la de la “Sabiduría”.
No le pide ni protección de sus enemigos, ni grandes riquezas, ni paz en sus fronteras, sino que pide: Sabiduría.
¡Esta es una petición muy agradable a Dios! Así que la historia de Salomón empieza muy bien, con buenas intenciones, con un deseo grande de su corazón de ser fiel a lo largo de su vida.

LA IDOLATRÍA

También imploró al Señor su protección, construyó el templo y se mostró muy preocupado por el culto a Dios, al único Dios, al Dios de Israel.

otros dioses
Sin embargo, la historia se va complicando porque para consolidar su poder, contrajo matrimonio con una de las hijas del faraón.
Entonces poco a poco, está relación fue atrayéndolo cada vez más a las riquezas, y de las riquezas a la idolatría.
Eso es lo que nos narra precisamente la primera lectura de hoy, dice:

“Cuando el rey Salomón llegó a viejo sus mujeres desviaron su corazón tras otros dioses, y su corazón no fue por entero del Señor su Dios, como lo había sido el corazón de David.”

(1Re 11, 4)

Aquel hombre bueno y de corazón sabio, la sabiduría que Dios mismo le había regalado, un rey al que el mismo Dios se le había aparecido para comunicarle su voluntad…
De pronto ya viejo lo vemos por el mal camino, preocupado por las riquezas y suscitando además el mal entre el pueblo.
El libro de los Reyes cuenta como se había propagado por el pueblo el fraude y el abuso de los pobres.
Por eso, la preocupación de Salomón por la riqueza y caer en ese pecado tan feo de la idolatría. La verdad que esto, Señor, nos da un poco de miedo.

Porque si a este hombre bueno, con la enseñanza de un padre como David, y heredero además del trono de tu pueblo, con los dones que Tú le diste; cayó de un modo tan feo en el pecado y en un camino tan alejado de Ti.

DIOS TODO LO PUEDE

¡Señor, qué va a ser de nosotros! Pero no, nos hemos de ir por ahí, porque te puedes desanimar.
Y no es esa la conclusión que tenemos que sacar, la de: ¡el mal es tan fuerte que quién sabe qué pasará conmigo! No, no es por ahí la enseñanza de esta lectura.
Porque no olvides que tenemos también la experiencia de tantos santos que nos han dicho con su vida, lo grande que es el Señor. ¡Lo poderosa que es la gracia!

otros dioses
Así que te propongo otro modo de leer y de entender esta lectura, y es el siguiente: el poder de Dios sigue intacto.
¡Dios todo lo puede! ¡Dios también puede todavía, hacer un santo de ti y de mí!
Por más que tengamos tantos pecados y por más que nos veamos tan débiles, tranquilo, Dios puede sacar de ti, un santo.
Casi sería como decir: convertir un trozo de carbón en un lingote de oro. ¡Eso es imposible! Para nosotros es imposible, pero Dios puede, Dios lo puede hacer.
Pero volviendo a lo que decía; que el poder de Dios no está limitado, no ha perdido fuerza.
Pero no debemos caer en la ingenuidad. Qué peligro es ser ingenuo, para quien busca la santidad, para nosotros los cristianos.
Porque sería como pensar que todo está hecho, que estamos salvados, que no hace falta luchar… ¡Ojo, tu corazón y el mío están en permanente guerra!
Una guerra que se libra allí en tu corazón, en tu libertad, en tu alma, donde se encuentran las fuerzas de Dios y el peso de nuestras debilidades.
Y hay un enemigo -no tan poderoso-, desde luego no se compara con el poder de Dios, pero que, si le hacemos caso, ¡Vaya que tiene poder!

NO SEAMOS INGENUOS

Si nos dejamos engañar, claro que puede hacer daño.
Esto es lo que Tú, Señor, quieres que estemos alertas: ¡No sean ingenuos! Cuántas veces en el Evangelio, Tu, Señor nos lo dices.
Nos lo indicas: ¡Vigilen su corazón!

Sean, pues, astutos como las serpientes, y mansos como las palomas.

(Mt 10.16)

“Bien sabes Tú, Señor, que somos débiles y podemos ser engañados, como lo fue Salomón.”
Fíjate, casi choca contra la lógica, ¿verdad? Era el rey de Israel, el que Dios ha elegido como cabeza de su pueblo, cae en la idolatría. ¡Resulta chocante!
Pero hay que aceptar, que sí, Señor, a mí el enemigo me puede engañar fácilmente, me ha engañado tantas veces.
Lo veo, por mi vida, por mis pecados, por las veces que no te he sido fiel, Señor. Volvemos entonces a escuchar la indicación del Señor: ¡Vigilen!
Vigilen, porque no es que tenga más poder el mal, no es que la última palabra la tengan nuestros pecados y defectos, pero Tú nos dices:

¡Estén alertas!

(Mc 13,33)

Estén alertas porque para ser fieles hace falta luchar, hace falta sacudirse de esos engaños que nos propone el enemigo. Hace falta rectificar una y otra vez, porque con facilidad nos desviamos.
Fíjate que el pecado de Salomón que nos describe hoy la lectura, es la “idolatría”. La verdad es que nos puede parecer un pecado bastante lejano para nosotros.
De repente no se nos ocurre de pronto adorar a un Dios de otras religiones, pues, sin embargo, fíjate lo que nos enseña el Papa y lo ha dicho la verdad muchas veces.
El Papa dice que con frecuencia caemos en la idolatría “del dios dinero”, del poder, del éxito humano, de la fama, del placer…

dinero
Y aquí sí hay que reconocer que tenemos trabajo. Tenemos que liberarnos de esas idolatrías, de esos falsos dioses.

SÍ, A DIOS

Porque en el fondo, cada vez que ponemos por delante de Dios algo… repetimos la lista: el placer, el dinero, la fama, el poder… entonces estamos poniendo a Dios a un lado.
Todo pecado, de algún modo, es un tipo de idolatría. Porque el pecado es rechazo de Dios.
Pero bueno, terminemos también con optimismo, miremos por eso a los santos, miremos a nuestra madre santísima.
La vida de los santos, nos enseña que el Sí a Dios es poderoso, porque Dios es Todopoderoso.
No se trata de grandísimos talentos, de primeros puestos, de éxitos humanos, de fama… no se trata de eso.
Coge la lista y verás que los santos no necesariamente fueron los primeros humanamente hablando.
¿Y, por qué son Santos? Muy sencillo, por una sola palabra: “Sí, a Dios.” Un “Si a Dios”, esto es lo que, si lo piensas despacio, es lo que nos pide el Señor.
¿Qué nos pides, Jesús? Un “SI”, y Él lo hará todo.
Así fue para nuestra madre santísima, y a ella acudimos para que esa historia se repita en nuestra propia vida.


Citas Utilizadas

1Re 11, 4-13

Sal 105

Mc 7, 24-30

Reflexiones

Señor, ayúdanos a mantenernos alertas, a estar siempre atentos y vigilantes, a siempre decirte Si a lo que Tu nos pidas.

Predicado por:

P. César

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