“Todo está preparado. La fiesta va a comenzar. Herodes celebra su cumpleaños, y ha dispuesto que no falte nada. Hay comida en abundancia, y bebida sin límite. Una fiesta con barra libre: vino y licores de todo tipo, pero también comida de todo género, dulce o salado, embutidos, carnes, pescados y postres variados. No faltaban los músicos, apostados en un lugar discreto, dando un tono musical a toda la velada.
Herodes era conocido por su lascivia e impureza. Había tomado para sí a Herodías, la mujer de su hermano Filipo, y Juan Bautista había denunciado varias veces esta situación y por eso lo había mandado encarcelar. No es descabellado pensar que la celebración que se había montado era un auténtico escenario de desenfreno: seguro que la gula y la lujuria eran el denominador común de sus fiestas.
En medio de este desmadre, la hija de Herodías danzó delante de todos, gustando mucho a Herodes y a todos los invitados. El rey, llevado por la pasión, se envalentonó, hizo un juramento del que después se arrepentirá: pídeme lo que quieras y te lo doy, incluso la mitad de mi reino.”
Herodías, que escuchaba todo esto, vio la oportunidad de librarse del Bautista, a quien tanto odiaba: tráeme en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”
(cfr. Agosto 2016, con Él, Fulgencio Espa).
NO NACIÓ ASÍ… SE HIZO ASÍ
La escena es trágica y decepcionante. Tú y yo sabemos quién es Herodes y nos repugna. Pero, ojo, Herodes no nació así. Se hizo así. Fue a base de elecciones, una tras otra, que llegó a convertirse en una persona tan corrompida. Tú y yo, si no nos cuidamos podemos ser Herodes. Tal vez lo somos en alguna que otra cosa…
Aprovecha para pedir al Señor (yo lo hago): “Que yo no sea como Herodes, Jesús”.
Herodes el repugnante es un hombre lleno de vicios. Pero son vicios que ha ido alimentando. Al punto que tiene ya las pasiones desbocadas, desatadas.
Varias veces he recomendado visitar un sitio web que se llama “La pureza es posible” (te dejo el enlace en la meditación escrita en la página de 10min). A mí me parece una página web muy acertada.
Ahí se explica que
“Los círculos viciosos (…) son como descender una montaña en bicicleta mientras pedaleas. Al principio es fácil. A medida que vas ganando impulso, cada vez pedaleas más rápido y con menos esfuerzo. Pero en un momento te das cuenta de que son los pedales los que controlan tus pies, y te vuelves un participante pasivo en un proceso que creías controlar.
Puedes llegar a pensar que es imposible frenar o cambiar de dirección; comienzas a sentirte atrapado, y te preguntas cuánto tiempo aguantarás antes de caer o chocar con algo.
Siempre que dejamos que nuestras emociones sean las que controlen nuestros actos, corremos el riesgo de entrar en un círculo vicioso”
(https://lapurezaesposible.com/).
HAY QUE PONER FRENO
Este ha sido el camino de Herodes. Y por eso choca de lleno con la vida, y lo hace constantemente. No sabe poner freno. Le da a su sensualidad todo lo que le pide. Y el deseo pide más, entonces él ofrece más: pídeme lo que quieras y te lo doy, incluso la mitad de mi reino.
“En la narración del martirio de Juan el Bautista se pone de manifiesto cómo los hombres son capaces de perder la razón cuando una fuerza primaria aprieta: en este caso, la sensualidad.
Parece tremendo pero es una experiencia conocida: los hombres, presionados (…) por las fuerzas más primitivas (o primarias), son capaces, como Herodes, de hacer los juramentos y las promesas más absurdas.
El mismo Herodes después se lamentó, dice el texto sagrado, pero “supuestamente” ya no podía echarse atrás, y asesinó a Juan el Bautista, a pesar de que lo apreciaba”
(cfr. Agosto 2016, con Él, Fulgencio Espa).
Herodes entra en una especie de “visión túnel”. Se despierta su pasión y pierde toda capacidad de pensar. Es como si entrara en un túnel en el que solo vuelve la luz cuando ya sale escupido por el otro extremo. Y, entonces, se lamenta.
Las pasiones nos enredan y nos hacen, si las alimentamos, funcionar así. “Solo después nos preguntamos, «¿Por qué hice eso?». Entonces podemos ver que fue un comportamiento impulsivo, estúpido y automático. Todos los vicios son así” (https://lapurezaesposible.com/).
NOS PUEDE PASAR
Además, lo que acaba sucediendo es algo nefasto. O sea, ¡¿qué mal gusto pedir en una bandeja la cabeza de alguien!? ¡¿A quién se le ocurre eso!? La escena es macabra y triste; repugnante…
Pero ojo, esto no es algo que le sucede solo a personajes monstruosos o gente deformada. Es, a menor escala, lo que nos puede pasar a nosotros cuando no ponemos freno, cuando cedemos ante las pasiones sin poner resistencia. Al principio parece que todo está “bajo control” pero estamos empezando a descender por la montaña en la bicicleta.
Sabes que puedes ser mejor y hacer las cosas mejor. Es el Bautista que llevamos dentro. Tal vez nos habla desde su celda del calabozo. Y sabemos que acierta en lo que dice: “tiene razón” decimos. Como Herodes que se daba cuenta de que el Bautista era un hombre justo y santo. Y lo protegía (…) y le escuchaba con gusto.
Mira lo que contaba un muchacho de dieciséis años: “Volviendo del colegio íbamos en el metro medio vacío Lucía, Rodolfo y yo. Nosotros (Rodolfo y yo) íbamos agarrados a las barras del vagón y ella decidió tomar el brazo de Rodolfo, que sin mirarla siquiera dijo con desdén: “niña, a la barra, que no soy de piedra”. Lo que más me llamó la atención es que Rodolfo, de religión cero, porque ni siquiera está bautizado: fue un razonamiento puramente lógico. “Niña, agárrate a la barra, que no soy de piedra”.
NO SOMOS DE PIEDRA
No somos de piedra. Menos mal. Por eso mismo no debemos exponernos innecesariamente. No sé si la anécdota te parece un poco exagerada, pero es muy sensato pensar, examinar, dónde sales de fiesta o en qué lugares te diviertes, hasta tu modo de vestir.
“Seamos muy sensatos sobre cómo es la naturaleza humana, y huyamos de las ocasiones de pecado: somos muy capaces de tirarlo todo por la borda por una tentación de lujuria o gula. Bien lo sabía Herodías que, llena de malicia, pone a su hija a bailar delante de él.
Herodes debería haber mirado para otro lado durante el baile sensual de la joven, o haberla mandado quitar de su presencia: una vez iniciado el proceso, es difícil parar.
Remover la tentación o quitarse de en medio será siempre la opción más valiente y razonable”
(cfr. Agosto 2016, con Él, Fulgencio Espa).
“Que yo no sea como Herodes, Jesús. Hazme consciente de mis concesiones (pasiones) en esos temas por los que tengo especial debilidad. Dame humildad para saber reconocerlo y cortar con los ambientes, las amistades o las costumbres que me exponen innecesariamente. Humildad
Como decía san Josemaría:
“Dios quiere nuestra humildad, quiere que le pidamos su ayuda, a través de nuestra Madre y Madre suya. Tienes que decir a la Virgen, ahora mismo, en la soledad acompañada de tu corazón, hablando sin ruido de palabras: Madre mía, este pobre corazón mío se rebela algunas veces… Pero si tú me ayudas… —Y te ayudará para que lo guardes limpio y sigas por el camino a que Dios te ha llamado: la Virgen te facilitará siempre el cumplimiento de la Voluntad de Dios”
(Forja, 315).